Las palabras son importantes. Lo saben los maestros que le enseñan a leer a los chicos, los periodistas que titulan una noticia, los publicistas que determinan el slogan de una marca, pero sobre todo lo saben los que se pasan la vida leyendo. Una palabra no sólo define, también significa. Las palabras son importantes.
Sentados en las banquetas altas del estudio de Infobae TV y con los reflectores apuntándoles en la cara, Víctor Malumián y Hernán López Winne suspiran con algo de tensión. Están acostumbrados a estar del otro lado del mostrador, organizando, gestando, arengando. Son licenciados en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, directores de Ediciones Godot —editorial nacida en el año 2008— y organizadores de la Feria de Editores que hoy, a las dos de la tarde, inicia su VII edición en Ciudad Cultural Konex. Para ellos las palabras lo son todo. Cuando en 2016 publicaron en México por el Fondo de Cultura Económica un libro en el que ambos hablan, entrevistan y reflexionan sobre la edición independiente, se hicieron una pregunta clave, la que da nombre al libro: Independientes, ¿de qué? Pese a estar empapados de esas aguas, el concepto nunca les cerró. Desde ahí tiran del hilo y desarman todo el ovillo para repensar su actividad y la de cientos de personas que han cambiado la literatura argentina y latinoamericana.
"Por economía del lenguaje quedó y se instaló, pero no hay una forma taxativa de definir estas editoriales fuera de una definición binaria, sino más como una zona donde poder pensar a través de ciertos parámetros qué podría llegar a caber dentro de la idea de independiente y qué no", comienza diciendo López Winne sobre este término, y Malumián agrega: "Esa zona independiente se empieza a delinear a a través de una serie de parámetros que van desde pensar al editor como un agitador cultural, como una persona que entiende que su trabajo no termina una vez que el libro ya está publicado; pensar también una editorial independiente como un lugar donde el rol del editor es preponderante, en el sentido de que si se va el editor esa editorial cambia. A gran diferencia de grupos condensados donde quizás el editor es más invisible".
—¿De qué volumen de publicación estamos hablando?
—López Winne: Hablamos de editoriales que pueden publicar diez, doce, alguna por ahí veinte títulos al año. Quizás Adriana Hidalgo es la única excepción que publica muchas más novedades. No estamos hablando de grandes novedades que salen todos los años, cuando los grandes grupos te sacan treinta, cuarenta novedades al mes. Entonces ahí yo pienso en qué posibilidades hay de trabajar y pensar el contenido si estás todos los meses sacando de a cuarenta novedades. Sí hay una diferencia, no sé si al rigor pero sí a la elección. Para más estamos hablando de editoriales que en general tienen estructuras más o menos chicas. Como en Godot somos dos, y en otra editorial pueden ser tres, se da otro tipo de discusiones. Eso en un gran grupo seguramente que no pase.
—Malumián: Llega un momento en que esa distinción es muy tajante, por ejemplo, en el aporte de capital. Vos podés ser tajante y definir una editorial independiente por dónde vienen sus ingresos y si sus accionistas son parte de otros negocios, entonces hay un montón de editoriales que entran en una zona gris que no se diferencian tanto de una multinacional más allá de la escala. Otra clave es pensar cuáles son sus condiciones de producción y el objeto final. Que quizás no entre redondito en lo que es una editorial independiente no quiere decir que el libro no esté buenísimo. Y viceversa: que sea una editorial independiente no quiere decir que el libro esté bueno, quizás está mal hecho.
—¿Y en cuanto a la tirada y la venta?
—Malumián: Un libro que tuvo una tirada de 1500 ejemplares y que el primer año vende 700, para una editorial chica está muy bien, probablemente te fijes cómo quedó colocado ese remanente, si está bien distribuido en las librerías del país y te animes a una reimpresión porque es un libro hermoso para mantener en tu catálogo. Pero en una editorial un poco más grande quizás ese libro no cumplió el objetivo de venta y ese libro va a pasar a un segundo plano, o entra en una cierta nebulosa. Entonces ahí también hay en el tratamiento del libro, en la no descatalogación al menos compulsiva a fin de año, en el no saldo compulsivo, un tratamiento muy distinto a ese texto y a esa política con el autor.
Publicado en la colección Libros sobre libros que lleva adelante Tomás Granados Salinas dentro del Fondo de Cultura Económica —dirigido por Margo Glantz—, Independientes, ¿de qué? es, en palabras de sus autores, "un manual de errores". Hay entrevistas a más de treinta editores de toda Latinoamérica y una intención medida, pero no por eso menos sagaz, de repasar todos los puntos que hacen a la edición independiente. Es un mapeo sostenido y esmerado del gran movimiento cultural alternativo de estos tiempos. También, la guía espiritual de una economía emergente y genuina que crece como el fuego. Incluso, la edición independiente —o lo que entendemos por edición independiente— es la forma en que la literatura se quita de encima las máscaras del espectáculo y se dedica a lo único que importa: contar buenas historias.
¿Por dónde surfea este libro? Va desde la publicación del primer título, la elección de formatos y la definición de la tirada hasta la necesidad de salir a buscar lectores, pensar la distribución, la relación con el periodismo y las redes sociales. También plantearse dentro de una geografía y las posibilidades de extenderse hacia todas las direcciones, como el ir "de feria en feria", el fantasma del e-book y la construcción de marca. Pero sobre todo haciendo hincapié en lo que llaman la "naturaleza bifronte": la dimensión cultural y la dimensión comercial del editor.
—En el libro aparece el concepto del entusiasmo, como motor, como origen de los proyectos editoriales, sin embargo proponen ir más allá del entusiasmo.
—López Winne: Lo ideal sería pensar desde el inicio de un proyecto editorial más allá del entusiasmo que en general uno tiene. Pensar más allá y decir: 'bueno, me entusiasma esto, pero tengo que tener en cuenta todas estas cuestiones'. Creo que es imposible que pase eso, salvo que puedas hablar antes con mucha gente que ya está editando, pero de hecho en casi todas las entrevistas de la gente con la que fuimos hablando dicen eso: empiezan con un proyecto editorial porque les gusta leer o porque les gusta el libro como objeto o porque les gusta cuestiones relacionadas con la cultura y con lo literario y demás, pero en verdad si querés tu proyecto después se pueda al menos autosustentar y eventualmente después puedas vivir de eso en realidad tenés que tener en cuenta un montón de factores, como ser la distribución, a dónde van a parar los libros, cierta estructura de costos que a la larga vas a tener que afrontar todos los meses, la importancia de los gastos fijos… hay como una serie de factores que exceden lo cultural, si querés, que es más crudamente de lo numérico, que por otro lado si cuando uno estuviera pensando en empezar un proyecto editorial le tiraras toda esta información no sé si seguiría adelante, entonces bueno, vayamos con el entusiasmo y después que uno se pueda ir formando en el camino. Pero la idea de ir más allá del entusiasmo es poder pensar que no sólo el amor por los libros o el gusto por la lectura debería ser el motor de un nuevo proyecto, sino también tratar de tener en mente que hay bastantes otras cosas que tener en cuenta relacionadas con básicamente lo financiero, la guita.
—¿Se puede seguir pensando en este 2018 la edición independiente como un fenómeno?
—Malumián: Mirá… es un tema bastante complejo como para responderlo por sí o por no. Muchas veces pasa con la Feria de Editores, por ejemplo, que dicen: 'la Feria año a año sigue creciendo y aparecen más editoriales'. Esa es una mirada que se hace sobre la Feria. La otra mirada que vos podrías hacer es: por un lado, de esas editoriales ver qué porcentaje está viviendo de la edición o con la edición, es decir, de las 250 aproximadamente que van a visitar esta Feria, ¿cuántas hoy su principal ingreso es la venta de libros? La respuesta automática y con bastante certeza sería: no más del 30 o 35%. Esto quiere decir que un montón de editores tienen otros ingresos que no son la venta de libros. Ahí ya te está hablando de otro síntoma de eso, que es que el mercado no está generando la suficiente ganancia como para que el editor haga un vuelco. Porque es muy típico, vos empezás una editorial y hasta que no tenga una determinada cantidad de títulos, que no son ni diez ni veinte, no vas a poder subsistir de la ganancia que queda por cada libro vendido.
—Y la Feria de Editores, ¿es un fenómeno?
—López Winne: No sé si es un fenómeno la Feria de Editores pero sí que creció mucho. No es algo que hayamos planeado para nada. Cuando empezamos ahí en La Tribu tampoco que era '¡guau! ¡qué idea! ¡qué creativos que somos!', pero nos pareció interesante poder buscar algún espacio donde poder juntar editoriales. Empezamos a llamar editoriales con las que más o menos nos llevábamos y seríamos 20, 25 la primera edición de la Feria. Y no teníamos idea de cómo iba a funcionar, y la verdad es que vino bastante gente, pero ni por asomo nos pensamos que hoy, cinco años después de esa primera, íbamos a estar pensando en el Konex. La verdad es algo que también tiene que ver con cómo avanza un proyecto editorial, lo puedo pensar también con la Feria de Editores porque fue creciendo y en cada paso que fuimos dando fuimos aprendiendo un montón de cosas, nos equivocamos en otras tantas y seguro nos vamos a seguir equivocando y corrigiendo sobre la marcha y siempre va a haber cosas para mejorar, cosas que van salir mal, otras que van a salir mejor. Lo que sí es interesante es ver que año tras año los lectores siguen viniendo y el interés de las editoriales y del mundo editorial por estar presente también sigue estando vigente. Yo creo que lo que se terminó generando es un espacio interesante donde el editor, justamente el que está detrás de todas estas cosas que hablamos recién, el contenido de un libro, de la tapa o de la elección de un título o un autor, puede responderle al lector que después durante el año va y compra los libros de esa editorial en las librerías, le puede responder o le puede de pronto comentar algo o, no sé, si el lector tiene alguna sugerencia, alguna pregunta, es el editor mismo el que le puede contestar ahí in situ.
El mapa argentino de la edición está compuesto por dos grandes tándem: Grupo Planeta —que cuenta con sellos como Seix Barral, Emecé, Tusquets, Paidós, Ariel, Booket y varios más— y Penguin Random House —Aguilar, Alfaguara, Debolsillo, Ediciones B, y Sudamericana, entre tantos otros—. Luego hay editoriales de mediana escala como Adriana Hidalgo, Anagrama, Edhasa y Eterna Cadencia —¿se podría decir que son "editoriales medianas"?—, y después están las pequeñas editoriales y lo que se denomina microeditorial, que no superan los cinco títulos al año.
Si bien, sostiene Maulimán, "el riesgo que se corre cuando las editoriales son pensadas en torno a una fortuna personal u otro negocio es que quede en determinada clase social la edición, que quede dentro de un grupo dado que tiene condiciones con las cuales puede aguantar esa edición", asegura que "no hay relación directa entre la calidad del libro y cómo se originan los fondos, pero sí hay una relación entre la clase que puede editar y la que no edita".
Por eso las editoriales pequeñas y medianas saben que también hay de fondo una puja ideológica. Pero lejos de quedarse en las utopías de la resistencia, estos editores se organizan, arman ferias, reeditan clásicos, militan a sus autores y juegan en el terreno del lector, lo van a buscar y le ofrecen contenido de calidad —que "depende de otros factores que no son técnicos ni económicos"—, porque, al fin de cuentas, esa es la buena literatura.
¿Y esta recesión económica? ¿Cómo la vive Godot, por ejemplo? "Con pánico", bromea Malumián. "Sí, como todos —explica López Winne, cuando cesan las risas—, no es el mejor momento para tratar de vender libros, porque estando la situación económica como está lamentablemente en muchos casos el libro, como otros productos culturales, puede llegar a ser desplazado frente a necesidades más primarias o urgentes. Por eso ahora que nos autodistribuimos, para tratar de palear eso hay que duplicar los esfuerzos, poner el cuerpo, visitar más a los libreros, tratar de sobrellevar la situación de la mejor manera posible. Pero es algo que nos afecta a nosotros como les afecta a todas las editoriales. De hecho, en general, comparando las ventas con los últimos tres meses del año pasado hubo una caída del 20, 25%, que es lo que más o menos te dice la mayoría de los editores. Es una situación compleja y dura para todo el sector".
No es el mejor momento para vender libros. Pero, ¿alguno vez lo fue? Lo cierto es que en este 2018, con una gran pérdida del poder adquisitivo y la cabalgata inflacionaria que se funde con los tarifazos hacen que todo sea más difícil de sortear. Sin embargo, y pese a ser una actividad comercial, la edición independiente tiene mucho de aporte de cultural, de militancia literaria. En equiparar ambas dimensiones —la naturaleza bifronte— parece estar la clave.
"Hoy, entre los editores, hay una voluntad de saber cómo funciona económicamente una editorial, no porque te vayas a ser rico, eso no va a pasar nunca, sino porque si entra más plata podés hacer más libros", dice Malumián, y concluye así: "Nadie arranca una editorial para ponerse a activar cajas ni para distribuir libros, es algo que hacés porque no te queda otra. La arrancás para poder dar a conocer ideas, textos e historias, y eso lo hacés sólo si la editorial es rentable".
* VII Feria de Editores
10, 11 y 12 de agosto
Ciudad Cultural Konex
Sarmiento 3131 – CABA
Entrada libre y gratuita
Todas las actividades acá
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