Imponente y novedoso, sobre la Avenida San Juan, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires es un baluarte de la cultura argentina. Fundado en 1956 por Rafael Squirru, hoy posee una vitalidad que no deja de sorprender. Su gigantesca fachada de ladrillos a la vista y ornamentos borracos envuelven todo el arte que contiene: una colección —la más importante del país con siete mil obras— que, en palabras de Victoria Noorthoorn, directora del Moderno, "es muy personal y está llena de curiosidades".
Ahora, sentados aquí dentro, en el nuevo café que le incoporaron y a punto de que se reinagurado con las nuevas reformas edilicias concretadas, Noorthoorn y el ministro de Cultura de la Ciudad Enrique Avogadro dialogan con Infobae Cultura. ¿Con qué se encontrarán los porteños que entren al Moderno pagando de entrada sólo $30 y los martes gratis?
La obra de remodelación, que costó 64 millones de pesos, tuvo como objetivo principal mejorar la experiencia de los visitantes a partir de una modificación del espacio que es de 11 mil metros cuadrados. Ahora, el museo cuenta con nueve salas de exposiciones (de 2.300 metros cuadrados se ampliaron a 4.000 metros cuadrados de salas de exposiciones), de las cuales por lo menos dos estarán dedicadas a exhibir el Patrimonio del Museo, mientras que en las restantes se presentarán exposiciones de arte moderno y contemporáneo nacional e internacional.
Además, un nuevo espacio para actividades educativas, una café, una biblioteca y el auditorio. Se agregaron dos ascensores de uso público y una gran escalera. "Este museo siempre fue muy laberíntico, ahora con la escalera escultórica tiene una buena circulación", cuenta Noorthoorn. Otra de las reformas es que todas las salas tienen dos ventanas. "Es porque queríamos dejar en claro que estamos hablando desde el sur de la ciudad y desde una historia colonial", explica.
El proyecto arquitectónico final consiste en integrar la estructura completa del museo, que comprende dos edificios: el Museo actual ubicado sobre la Avenida San Juan y el contiguo, ubicado en la esquina de San Juan y Defensa. Este ambicioso proyecto fue financiado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con el apoyo de la Asociación Amigos del Moderno a través de un proyecto de Mecenazgo del Régimen de Promoción Cultural.
"El acceso a la cultura es uno de los pilares de la gestión", dice Avogadro y enseguida se refiere al Moderno como un "museo expandido" que "no tiene nada que envidiarle a los grandes museos del mundo". "Estamos contentos que haya más inversión pública en el Distrito de las Artes", continuó el ministro y destacó que su interés está puesto en "la vinculación con el entorno", es decir, cómo dialoga con el barrio y el público que asiste.
Concluida la charla, recorrimos la muestra que en cuestión de horas se abriría al público. Se llama Historia de dos mundos y es una exposición enorme que ocupa los cuatro pisos del museo. Cuenta con más de 500 obras entre 1944 y 1989 de 100 artistas y a través 16 núcleos temáticos muestra el diálogo entre el arte experimental latinoamericano y la colección que trajo el MMK (Museum für Moderne Kunst) de Frankfurt. Avogadro, Noorthoorn y los curadores de la exposición explican esa conversación entre movimientos de ambos lados del Atlántico.
El 70% del público del Moderno tiene entre 18 y 31 años. "Tenemos curadores jóvenes y buscamos todo el tiempo saber qué conmueve a la juventud", comentó Noorthoorn al respecto. Se trata de un museo de vanguardia que siempre está atento a cómo gira el mundo. Basta con entrar y comprobarlo: aquí la cultura está más viva que nunca.
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