Para las personas que se preguntan (nos preguntamos): ¿está mal quedarme en casa? O también: ¿es nocivo, pernicioso, profundamente antisocial e individualista este fuerte deseo de pasar mucho tiempo en casa, incluso, de trabajar en casa, más siendo periodista? Para esas preguntas, Mona Chollet (periodista y escritora feminista nacida en Suiza y radicada en Francia) tiene una respuesta simple: no, no está mal. Al contrario: está de lo más bien (suspiros de alivio). "Solo" es importante contar con los instrumentos adecuados que, para Chollet, son los libros y un dispositivo con una buena conexión a Internet (no dice nada de Netflix, no se entusiasmen tanto). De eso, en parte, trata En casa. Una odisea del espacio doméstico.
La tesis central de Chollet es que la casa es un adentro necesario para lanzar nuestras ideas, nuestra ayuda o nuestra producción al afuera. Y la palabra clave es "habitar". Porque implica hacerse cargo, implica reflexión, tiempo, lecturas, producción intelectual. Ese silencio, ese aislamiento temporario imprescindible en el que el tiempo cobra otra dimensión. La periodista parece hacer una relectura de Einstein: tiempo y espacio, categorías relativas e indisolubles
En casa es un libro raro. Casi un libro objeto. Con muchas puertas y ventanas, reales y virtuales. Un libro con múltiples entradas posibles, que explora en infinidad de direcciones la implicancia de ese espacio para muchos en vías de definición (por falta de espacio real y mala distribución de los territorios en el planeta Tierra) que es la casa, propia o no. La cuestión de la propiedad privada es ineludible y una de las que aborda el texto. Chollet hace una fuerte defensa de la domesticidad, del espacio (y del individuo) hogareño como productivo, contra la idea de que el afuera enriquece y el adentro empobrece y además, va contra ese lugar común tan frecuentado que pregunta si podés viajar o estar salvando el mundo, por qué quedarte en casa.
Es importante hacer una salvedad. El título original es Chez soi, una expresión que apunta a un impersonal, algo así como "la casa de uno". A diferencia de Chez moi ("en mi casa"). Mona Chollet habla y no habla de "la casa propia", una extensión del "cuarto propio" de Virginia Woolf, porque en el primer capítulo precisamente se detiene a reflexionar sobre el trabajo de la periodista "desde" su casa, o, más ajustadamente, desde su computadora, a través de una desenfrenada, adictiva y confesa participación en las redes sociales, como ella misma describe su actividad. La periodista modelo siglo XXI que no está en las trincheras sino en su casa, con su computadora, accediendo al mundo y comunicada. Esa es la primera ventana por la que se ingresa a esa casa-libro.
Luego, es interesante pensar en la idea de Odisea del título, que invierte el periplo en La Odisea de Homero: el viaje tortuoso y lleno de peligros del héroe que regresa victorioso a casa, con su hijo y su mujer (Penélope y su tejido invisible), entre islas desconocidas, a merced de vientos huracanados, olas gigantescas y toda clase de seres monstruosos, hábiles en ardides y engaños, siempre a punto de hacerlo sucumbir. O el del Ulises de Joyce: un divagar de 24 horas por las calles de Dublin. En los dos, una intemperie con la casa como Norte y lugar al que llegar. Mientras que el espacio doméstico refiere a lo contrario: a un adentro, a un cobijo, a ese lugar desde donde tuitear o subir imágenes a Instagram y estar siempre conectado con el afuera. Desde el cual, eventualmente, salir.
Una hipótesis-propuesta jugada la del primer capítulo (La mala reputación. "¡A ver si salís un poco de ese cuarto!"), en tiempos en que muchas personas, cada vez más, son inducidas a permanecer adentro (afuera están los monstruos, aquí también y ahora), dialogando con pantallas de todos los tamaños, o a través de ellas. Adolescentes que se comunican por las redes, teletrabajadores, de este lado de la brecha social. Y del otro: los sin trabajo, sin techo, sin casa, sin nada.
Mirada política. Crítica. Una mirada desde la que Chollet sabe pensar el mundo, como la que arrojó en su libro anterior Belleza fatal (2012), un cuestionamiento a los ideales de belleza impuestos y el universo de la moda. Aquí, Chollet convoca a la filosofía y la arquitectura, al feminismo y la política, Instagram y la extensión europea de la jornada laboral a los domingos. En casa es un libro profusamente documentado y con gran cantidad de fuentes (un trabajo periodístico "serio" aunque se haga desde la casa de una), donde las citas son constantes: Gaston Bachelard y Georges Perec, Raoul Vaneigem y Virginia Woolf, Nicolas Bouvier y Betty Friedan. Cada capítulo es pródigo en notas que se acumulan al final, una de las tantas formas de resolver la cuestión de la nota al pie (para lectores apenas vagos, una incomodidad).
En una entrevista de Johanna Luyssen publicada en Liberation, Chollet remarcó dos conceptos clave del libro: "La falta de espacio y la falta de tiempo, ambas son igualmente importantes si bien una puede parecer más obvia que la otra. Al comenzar el libro quería comprender por qué tenemos tantos problemas para encontrar un lugar de la tierra: la imposibilidad de tenerlo o tenerlo pero que sea poco saludable, demasiado pequeño o demasiado caro, o muy alejado del lugar de trabajo (lo que obliga a vivir en los medios de transporte). En cada uno de estos casos se pasa poco tiempo habitando la casa. Se nos induce regularmente a comprar el sofá de diseño más moderno, pero se oculta el tiempo que necesitamos para comprar ese sofá. Para mí, lo esencial se juega en lo cotidiano. Hay un enorme mercado que vende felicidad doméstica, pero si realmente se quiere esa felicidad, se tiene que trabajar como un esclavo para pagarla, así que nunca se podrá disfrutar de ella. Estamos sometidos permanentemente a esta paradoja".
Chollet cuestiona el desprecio por las tareas domésticas: "Quiero imaginar un modelo de sociedad donde trabajaríamos menos y nos haríamos cargo de nuestra propia casa sin esclavitudes propias ni ajenas", escribe. Y propone ver el costado placentero de esas tareas.
En el capítulo Metamorfosis de la criada. La papa caliente del trabajo doméstico, Chollet cita a Nancy Huston, que "retenía la siguiente frase, perdida en el caudal de elogios que Zelda, la esposa de Scott Fitzerald, le hacía a su marido: 'Creo que limpia la heladera una vez por semana'. Mientras tanto se dedicaba a escribir una novela. 'Una semana después', comenta Huston, 'la heladera va a estar sucia otra vez, mientras que la novela permanecerá inmodificada en su perfección original'". De todos modos, en la frase de Zelda, podríamos quedarnos en el comienzo y dejar de lado todo lo demás: "Creo" (ni siquiera hay certeza de que el gran novelista norteamericano haya realizado efectivamente esa tarea que su benévola y desvalorizada mujer le asigna).
Esa condición doble, esa permeabilidad entre afuera y el adentro, esa Odisea doméstica es la que se despliega a lo largo de los capítulos, donde se problematiza desde la arquitectura de las viviendas, el tamaño, la practicidad, el costo, la falta de techo de los homeless (los sin casa). Como redes que se interconectan, cada capítulo propone un viaje temático. Ya no importa siempre tanto la casa como el conflicto social, la crisis habitacional mundial (y parisina en particular), el capitalismo, la mala distribución de las tareas del hogar y de las riquezas. Pero al mismo tiempo la casa importa justamente por eso. De modo que en ese viaje por el concepto de "en casa" hay un crescendo de la cosa social, la cosa pública que parte del mundo privado, donde una periodista suiza de clase media alta radicada en Francia escribe desde su casa y piensa el adentro y el afuera. Y en el último capítulo, se permite imaginar la casa ideal. Uno de los modelos posibles: las casas japonesas que el cine convirtió en objetos de deseo para Occidente, desde La casa de té de la luna de agosto hasta la entrañable Totoro.
El libro tiene un bonus track: una nota bibliográfica incorporada hacia el final. Allí, Jérémy Rubinstein escribe: "La pluma de Chollet desnuda los múltiples sistemas de dominación que nos acompañan (y se producen) cada día cuando se decide quién se ocupa de las tareas domésticas, o aún mejor, cuando no se decide nada porque ya está decidido de antemano: es la mujer (la madre, la mucama, la esposa, la novia, la hermana o la hija)". Ninguna novedad en el frente. Lo que aporta Chollet, el valor agregado de En casa, es justamente la puesta en valor de lo que transcurre entre esas equis cantidad de paredes, sus puertas y sus ventanas, reales y virtuales.
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Mona Chollet nació en 1973. Estudió Letras en Ginebra y periodismo en París. Trabajó para la revista Charlie Hebdo y actualmente en Le Monde Diplomatique. Escribió La tiranía de la realidad (2001), El revés de la derecha (2008) y Belleza fatal (2012).
* En casa. Una Odisea del espacio doméstico.
de Mona Cholle
Hekht Libros, 2017
Traducción: Nicolás Gómez
334 páginas
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