En septiembre, Andrea Camilleri cumplirá 93 años. Novelista, guionista, director teatral y televisivo… de su actividad artística se puede decir mucho, pero muchos lo recordarán por un personaje: el comisario Salvo Montalbano, protagonista de las casi treinta novelas policiales que este narrador italiano escribió. Pero esto es sólo un detalle, una plancha de ladrillos más en la enorme pared que es su obra: 103 libros que vendieron 35 millones de copias en todo el mundo. De eso consta la vida artística de Camilleri. ¿Acaso alguna obra más monumental que esa?
Hoy, un glaucoma lo ha condenado a la ceguera pero sigue escribiendo. Tal es así que en Italia ya ha sido publicado su primer libro dictado. Y como su lucidez permanece intacta, le concedió una entrevista a Papel, la revista dominical del diario español El Mundo. Sobre su personaje masivo, la literatura y la vida en general, habló sin pelos en la lengua. A continuación, los mejores extractos del reportaje.
Ceguera
"[Dentro mío] hay luz, mucha luz. Y trato de mantenerla. Me esfuerzo sobre todo por retener los colores. De hecho mis sueños ahora están repletos de colores, hay colores por todos lados, tengo unos sueños bellísimos como no los he tenido nunca. El cuerpo es una cosa increíble. Apenas he comenzado a perder la vista, los otros sentidos han comenzado a recuperar vitalidad. Yo fumo como un condenado de toda la vida e inevitablemente mis papilas gustativas y mi olfato se han visto dañadas por el tabaco. Pues créame: desde que estoy ciego he recuperado el olfato, el gusto, el tacto. Todos mis sentidos se han activado para ayudar a ese otro que he perdido. Y yo me ejercito todo lo que puedo, tratando de recordar y de fijar en mi mente pinturas e imágenes que amo. El otro día, antes de dormir, pensé por ejemplo en La flagelación de Piero della Francesca, en cómo van vestidos los tres personajes a la derecha. Y a la mañana siguiente pregunté para cercionarme de si recordaba bien, y me confirmaron que sí."
"La fealdad ha desaparecido. En todos los sentidos. Lo que me queda es la belleza. ¿Sabe lo único que me falta? La belleza femenina. Eso sí que me falta, la belleza de las mujeres. Poder verlas, recrearme en ellas."
"Mi ceguera ha provocado cierta aceleración en la escritura, nada más."
"Ahora me imagino la página que debo escribir como si estuviera mirando una escena teatral: Montalbano está sentado en la butaca de la derecha, el otro entra en ese momento por la puerta… Eso me ayuda a recordar, aunque no siempre funciona y muchas veces le tengo que decir a Valentina que me relea y me relea lo que ya llevamos escrito."
Actualidad y política
"La corrupción no sólo no acaba sino que se multiplica."
"La mafia se ha normalizado y se ha extendido. Se razona mafiosamente sin saberlo, se actúa mafiosamente. La corrupción es mafia."
"El fascismo se va difundiendo y legalizando, y es la peor de mis pesadillas. Están llegando a Europa miles y miles de refugiados, y Europa tiene el deber de acogerlos. Pero eso ha creado una crisis y ha hecho que resurja el concepto de patria en el peor de los sentidos."
"Sigo siendo siempre comunista. Es como una enfermedad de la que es difícil salir."
Comisario Montalbano
"Yo no quiero a Montalbano, no me es simpático, a lo más que llego es a soportarlo."
"El filósofo francés Merleau-Ponty decía que el verdadero héroe de nuestros días es el hombre común y corriente contemporáneo. Me gusta mucho esa idea de Merleau, y partí de ella cuando creé a Montalbano. Creo que un héroe, por ejemplo, es la persona que tiene que liquidar una sociedad y que no se desvía de su camino, que sigue adelante con su misión a pesar de las presiones y las amenazas mafiosas. Un héroe hoy es quien consigue cumplir con su deber. Seguramente todos conocemos a alguno de estos héroes, de esas personas honestas, leales y comprensivas con los demás que cumplen con su obligación."
"Cuando estaba escribiendo el quinto o sexto Montalbano mi mujer me dijo: «¿Te das cuenta de que con ese comisario estás haciendo un largo retrato de tu padre?». Y tenía razón, aunque no fui consciente hasta ese momento. Muchas cosas del carácter de Montalbano formaban parte del carácter de mi padre. Mi padre era un hombre con una gran valentía individual, con una idea de la justicia muy fuerte y muy personal."
Su padre
"Mi padre, al acabar la guerra, se convirtió en director de una empresa siciliana del transporte que tenía una gran flota de camiones. Un día, uno de nuestros camiones volcó y se perdió toda la mercancía que transportaba, aunque por fortuna el conductor salió ileso. Dos o tres días después de aquello, yo acudí al despacho de mi padre a pedirle dinero. En el vestíbulo me encontré al jefe del departamento, un tipo enorme como un armario, que me dijo que mi padre estaba ocupado y que tenía que esperar. Entonces se abrió la puerta de su despacho y salió el conductor del camión que había volcado sangrando por la nariz. «¿Pero qué has hecho, papá? ¿Le has pegado?», le pregunté horrorizado. «Sí», me respondió. Yo me volví loco, era comunista y aquello me pareció una cosa espantosa y le amenacé con denunciarle. «Siéntate, comunistita», me dijo. Y me contó cómo el conductor, cuando estaba de servicio, había hecho subir al camión a una prostituta y que, mientras ésta hacía su trabajo, él había seguido conduciendo el vehículo hasta que perdió el control y volcó. «A ese desgraciado tendría que ponerle de patitas en la calle. Pero como tiene mujer y dos hijos pequeños no le voy a despedir. Pero al menos un puñetazo se lo doy», me dijo. Así era él, así era mi padre, tenía comportamientos montalbanescos. Montalbano en esa situación habría reaccionado igual, estoy seguro."
Religión
"Siento un gran respeto por los creyentes, y también un poco de envidia, porque la religión ayuda en ciertas circunstancias. Este Papa me gusta mucho. Wojtyla me gustaba poco, pero Francisco me encanta. Me ha divertido mucho cuando ha citado al Che Guevara sin nombrarlo, cuando ha dicho eso de «sin perder jamás la ternura»."
Muerte
"Lo que me duele de morir es perder los afectos, perder a la gente que quiero. El resto es un enorme punto de interrogación."
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Cesare Pavese: entre los labios de la vida y los ojos de la muerte