La muestra "Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination" –Cuerpos Celestiales: la moda y la imaginación católica-, que el Museo Metropolitano de Nueva York (Met) exhibirá entre el 10 de mayo y el 8 de octubre en tres de sus locaciones celebra los hábitos del catolicismo mediante ropajes y objetos del acervo de la Sacristía de la Capilla Sixtina, pero también suma los homenajes y arbitrarios guiños al catolicismo desde 150 trajes creados por diseñadores entre 1939 y la actualidad.
Tanto en el Anna Wintour Costume Center, las Galerías Medievales de la Quinta Avenida y the Cloisters, se exhibirá un par de zapatos rojos de Stefanelli para Benedicto XVI, relicarios, cruces bizantinas, casullas engalanadas y tiaras maximalistas.
Un video producido por la revista Vogue y denominado "Cómo desempacar los artefactos que nunca salieron del Vaticano", documenta la pompa con que arribaron los atavíos entre cajas, papeles de seda y arcones y los modos para exhibirlos. Pero las ropas religiosas no se mezclarán en la muestra con las "paganas", provistas con etiquetas de diseñadores y creadas para pasarelas y para celebraciones.
El recorrido por la hoja del museo provista por el Met destaca al traje de noche de Gianni Versace en color oro, que corresponde a la colección inverno 1997 (por entonces la modelo Naomi Campbell llevó un hábito azulino en versión mini, con cruces bordadas y un velo al tono).
El lugar a la impronta religiosa en los ropajes de Dolce & Gabbana, por ejemplo, fueron inspirados por los frescos de la catedral de Monreale, en Sicilia. De allí devinieron la estampas para la colección verano 2013, aplicadas a vestidos cortos y largos y las carteras, mientras que las joyas de Santa Catalina, la Patrona de Catania, fueron el disparador para el diseño de coronas, colgantes y pendientes que llevaron las modelos.
Cuando María Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli trabajaron como la dupla sucesora de Valentino Garavani no vacilaron en aplicar a sus nuevas morfologías de alta costura verano 2014 una estampa de Adán y Eva tomada de un cuadro de Lucas Cranach, el viejo.
Es vox populi que Cocó Chanel creció en un orfanato y que su gusto por la ropa blanca y negra emuló las ropas de las religiosas. También hizo lugar a las cruces de inspiración bizantina y la Cruz de Malta -que supo diseñarle por encargo el joyero Fulco di Verdura. Estas se sumaron a la iconografía de Chanel tanto como la camelia y, desde la mirada de Karl Lagerfeld, compusieron un extraordinario corsé cruza con péplum que se exhibe en la muestra.
Los curadores de la muestra, Andrew Bolton y Wendy Yu, resaltaron: "La oda y la religión se entrelazan, inspiran y alimentan. Y aunque la relación ha sido compleja produjo alguno de las innovaciones más creativas de la historia de la moda".
En su selección admitieron al traje "Gold-Gotha", un saco negro con una cruz maximalista bordada en su frente y una falda a tono que pertenecen a la colección alta costura invierno 1988 de Christian Lacroix y también al modelo con traje de obispo y un incensario que John Galliano dispuso como outfit inicial en su desfile de la colección para Christian Dior del invierno 2000 denominada "Freud o Fetish". Aquella colección es recordada por una secuencia de corsés, indumentos de la estética bondage y remixados con ropas de monjas, uniformes militares matizados con lencería de encaje.
Corresponde destacar que la cruz con piedras de colores de Lacroix fue tema de una portada de la revista Vogue norteamericana en el comienzo del reinado de la editora Anna Wintour y la modelo lo matizó con jeans. La fe según Lacroix se exaltó en su desfile de alta costura 2009- 2010, donde la modelo Vlada Roslayoka vistió un traje de novia atiborrado de referencias católicas apodado "La Novia Virgen".
El diseñador Cristóbal Balenciaga es célebre por las citas a la religión implícita en sus obras, con constantes homenajes a los cuadros de Francisco Zurbarán y de Ignacio Zuloaga. Pero como destaca el crítico Hamish Bowles en el libro Balenciaga y España: "Durante su infancia Balenciaga frecuentaba la iglesia de San Salvador de Guetaria y observaba con atención los trajes de las figuras religiosas de la iglesia donde fue monaguillo y ya en la adultez, cuando vivía en París, frecuentaba la iglesia Saint Pierre de Caillot. Tanto el interior de su casa de modas parisina como la casa de campo donde descansaba después de trabajar meses en cada colección, fueron descriptas por sus visitantes como monasterios".
Agrega Bowles, quien además de editor de Vogue colecciona algunos austeros trajes de Balenciaga: "Cristóbal se inspiró en las robes de la Vírgenes que durante meses realizaban monjas y costureras para mostrarlas en las calles de España. También se se apropió de la silueta de la casulla y de las capas para que las mujeres las usaran a diario". Y destaca tanto "un traje de seda negro con cuello clerical de sus comienzos que evoca su gusto por las sotanas, los trajes de gabardina con capuchas y también un vestido de noche de 1959 en satén color marfil con bordados que simulan coronas de espinas y piedras preciosas que conserva el Victoria& Albert Museum".
El Balenciaga que exhibe el Met remite a un traje de novia circa 1960.
En la ficha técnica también se desliza la participación de la casa de las Hermanas Fontana- Zoe, Nicole y Giovanna, las célebres costureras de Roma en 1940 y estudiosas de las siluetas del Renacimiento, de Mariuccia Mandelli, la diseñadora de Krizia, Stefano Pilatti y de couturiers de antaño como Valentina y Madeleine Vionnet, así como también hace lugar a representantes de la vanguardia: Gareth Pugh, a Josephus Thimister, Raf Simons y Viktor & Rolf.
Del lado de los hábitos insólitos emerge el traje para la Virgen del Rocío creado por Yves Saint Laurent, circa 1985 y que fuera prestado por la Capilla de Notre Dame, y también hábitos con influencias de la religión trazados por la diseñadora surrealista Elsa Schiaparelli y por Alix Barton.
Desde vestidos en tono azulados y naranjas hasta el hábito blanco con cruces bordadas que en 1992 realizó Azzedine Alaïa, el modisto tunecino célebre por los vestidos ceñidos que calzaron como guantes en los cuerpos de las supermodelos de 1990.
El diseñador inglés Alexander Mc Queen ensayó en sus puestas gore diversas colecciones algunas citas a la religión: en el otoño de 1996 las modelos llevaron coronas de espinas a modo de tocado y antifaces con escenas de la crucifixión cual accesorios. En 1997, para exorcizar las malas críticas tras su debut en la casa Givenchy, dispuso a modo de patchwork en una chaqueta, la escena del el cuadro de Robert Campin Gestan, El Mal Ladrón– 1430- y en 2000, desde la colección The Eye indagó en los opuestos y las religiones de Oriente y Occidente desde una pasarela con una superficie de agua, emulando a un pantano. Hacia el final del show, desde las alturas emergieron modelos con hábitos negros y guiños al budismo.
En 2013, Sara Burton, la sucesora de Mc Queen se refirió a los excesos en el catolicismo mediante trajes de papas, cardenales, monjas y ángeles. Otros guiños a la religión, que no están implícitos en la muestra, fueron las sacerdotisas paganas que en 2009 impuso el diseñador Rick Owens y donde las modelos llevaban tocas en tonos grises y negros. O bien las mirada religiosa de Ricardo Tiscci en modelos masculinos con aparentes bermudas y trajes derivados de atuendos de monjas y una línea de remeras con la estampa "Jesus is my lord".
Antes de emular halos religiosos en la pasarela circa 2013, Gaultier hizo una colección de "Rabinos Chic", en la Biblioteca Pública de Nueva York. En la Argentina circa 2000 y en la semana "Grandes Colecciones" el diseñador Pablo Ramírez cimentó las siluetas de "Casta" su primera colección, en el murmullo de las enaguas de las monjas del colegio de su infancia- las Hermanas Misioneras de la Divina Misericordia de Navarro. Las trasladó a siluetas con crinolinas y hábitos de cuero y unas temporadas después, por encargo de un restaurador, llegó a vestir al Niño Jesús de Praga, con un traje de treinta centímetros de largo que resultó de una imperativa sesión de medidas de la figura.
Desde su página web, "El Taller del Buen Pastor", comandado por una familia especializada en bordados artesanales, con base en Buenos Aires desde hace una década, divulga su galería de casullas, albas y estolas, así como también ornamentos para altares, bolsas limosneras y moños de comunión para varones.
Los guiños son infinitos pero nunca superaron en extravagancia al desfile eclesiástico que Federico Fellini propuso en 1972 desde la pasarela improvisada en el film Roma. Allí y ante una primera fila de monjas, cardenales y devotos del catolicismo, un presentador anunció: "Modelo uno, La Paciencia: hábitos para novicias en seda y pueden realizarse en lana o algodón según la temporada. Modelo dos, las Tórtolas de la Inmaculada (hábitos de monjas con tocados almidonados cual alas de gaviotas) "ideales para conventos en los que se necesita ventilar".
El Fashion show litúrgico, admitió sotanas blancas para que curas de pueblos las usaran para andar en bicicleta, trajes de cardenales sobre patines "para llegar al Paraíso con mayor velocidad", para luego concluir con una versión de trajes religiosos con capitonés, neones y materiales dignos de la space age de Pierre Cardin. Unos y otros fueron ideados por el vestuarista y poeta Danilo Donati.
Un insólito y vero encargo del Vaticano llegó al atelier del diseñador francés Charles de Castelbajac en 1997 y en ocasión de las jornadas mundiales de la Juventud en Francia. El diseñador convenció a cinco mil sacerdotes y al Papa Juan Pablo II para vestir sotanas con cruces con estampas del arcoíris "símbolo de la promesa de paz de Dios a Noé", y también con dejos de la bandera gay. Las sotanas demandaron 25.000 metros de tela que Castelbajac imprimió con sus recursos de moda pop, anteriormente predicada desde osos de peluche y rescates de los cartoons de la factoría Disney.
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