Jakob Hinrichs tiene la sonrisa fácil, le sale de manera natural, como los trazos que lo llevaron a convertirse en uno de los ilustradores más importantes del mundo, con trabajos para medios como The New York Times, The Guardian, The Washington Post o The Wall Street Journal y, a su vez, a tener su propia carrera como autor.
El mundo de la novela gráfica suele ser muy amplio, pero Hinrichs tiene una característica que lo hace único: es un autor dentro de otros autores. O sea, sus adaptaciones al cómic de piezas literarias no pasan por la simple ilustración de las escenas que otro escribió, sino que él también intercede en las historias, las presenta de manera original, haciendo foco en lo que desea transmitir.
"Cuando trabajo con literatura es muy importante para mí añadir algo nuevo, hacer una propuesta que no sea solamente la del libro original, sino también dar mi propia visión sobre el tema", explica en diálogo con Infobae Cultura.
El artista llegó a Buenos Aires para participar de la Feria del Libro en varias actividades. La primera fue impartir un taller a otros ilustradores, mientras que la segunda se producirá hoy, cuando presente su segunda novela gráfica, El bebedor (Maeva), una adaptación libre de la novela del renombrado escritor alemán Hans Fallada.
Invitado por el Goethe-Institut, Hinrichs es uno de los responsables de sacar del olvido la obra de Fallada, seudónimo de Rudolf Ditzen, quien pasó décadas sin ser publicado tanto en su país, como en el resto del mundo y que, en la actualidad, comienza a estar considerado entre las plumas teutonas más importantes del siglo pasado.
En El bebedor, que estuvo nominado para uno de los premios de cómic más importantes del mundo: el Fauve d 'Angouleme, Heinrichs mezcla la novela homónima de Fallada con la vida personal de Fallada, aunque en la historia también ingresa Ditzen, formándose así un trinomio en el que lo real, la biografía del autor, se mezcla con su propia creación hasta fundirse en una.
"Lo que me interesaba mucho fue que cuando leí el libro El bebedor había situaciones que no terminaba de entender. Luego encontré muchos puntos comunes entre Fallada y su personaje literario, como el alcoholismo, la cárcel, la pelea con su mujer. Haciéndome preguntas, investigando, descubrí que uno tenía mucho del otro. Entonces decidí que el libro debía ser sobre Fallada y no solamente sobre su novela".
Fallada fue un adicto al alcohol y a la morfina, que cuando fue encarcelado en un "centro de recuperación nazi" escribió esta novela, que ya toma cariz de clásico. Pero el ilustrador no solo indagó en la obra de Fallada, sino que por un año investigó en lo que se había escrito sobre él, como también visitó el hogar y la prisión donde Fallada pasó sus últimos años.
Esta es la segunda obra de Hinrichs que se traduce al español luego de Relato soñado (Nórdica, 2013), basada en el gran clásico de Arthur Schnitzler. "El original fue escrito en 1925 y lo que me interesaba era el diálogo entre este matrimonio -el médico y ella ama de casa-, que hablan muy abiertamente sobre su vida sexual, sus deseos y fantasías. Me pareció muy interesante el tema y no quería recrear la Viena de los años 20, quería extraer esta conversación y trasladar a un tiempo indefinido. Me importaba que mi libro fuese una obra que podría aplicarse a nuestro tiempo", explica.
—¿Cómo fue el camino para construir su propio estilo?
—Estudié comunicación visual y diseño gráfico en la universidad de Bellas Artes de Berlín. Allí hice muchas xilografías. Esa experiencia fue crucial para armar mi paleta de colores, ya que me gustaba mucho el contraste entre el blanco y negro. También tengo influencia de los artistas alemanes de los años 20 y 30 y también de los expresionistas. Con respecto a los cómics norteamericanos, lo que más me interesan son los de la era dorada, en los años 40 cuando los súper heroes tenían un estilo no muy definido, un poco más abstracto, simbólico.
—¿Cómo es la cultura del cómic en Alemania?
—Los lectores de cómics son un grupo bastante pequeño en Alemania y la gente de la cultura siempre pensaba que era una cosa para niños, había una vista un poco despectiva. Ahora con el término de novela gráfica, que es más marketing, quieren vender la idea de un cómic para adultos. Para mí no tiene mucho sentido hacer la diferencia entre un término y otro, pero sin duda abrió un poco el interés del público a este tipo de libros. Sin embargo, sé que en otros países se consumen cómics desde muy pequeños, se ve la cultura del cómic muy metida en la sociedad. Lo que está sucediendo ahora es que a los adultos le gustan los cómics o las novelas gráficas porque descubren algo nuevo a partir de esta propuesta en que se mezcla con la literatura. Las novelas gráficas atraen cada vez a más adultos interesados en la literatura.
Antes de llegar al país, asegura, no conocía demasiado sobre los autores nacionales. "Conocía a Mafalda y a Maitena, que los leía cuando viví en España", recuerda.
–¿Cuál es la diferencia, como artista, entre ser autor de libros y trabajar para periódicos o revistas?
-En los libros uno tiene una libertad grande de hacer lo que quiere. Por supuesto hay un diálogo con los editores, pero muy amable. En el trabajo con los periódicos y revistas suelo enviar varias propuestas para que elijan. Algunos trabajos son más interesantes que otros. Hacer viñetas sobre la economía o la bolsa o la jubilación no es lo que más me atrapa, pero por suerte no me ha tocado hacer trabajos donde esté políticamente en desacuerdo con el contenido, y cuando sucedió directamente no lo hice.
Como todo artista, Hinrichs rinde pequeños homenajes a aquellos artistas que admira. Por ejemplo, en la escena en que Fallada se inyecta morfina, al mejor estilo Yonqui de William Burroughs, también hay una referencia a Lou Reed, que estando en Berlín compuso Just a perfect day. Aunque, en su obra también pueden encontrarse otro tipo de guiños a Escher, Hieronymus Bosch o a Oskar Schlemmer de la Bauhaus. "Me gusta mucho la historia del arte y disfruto de colocar pequeñas referencias de los los artistas que amo".
Además de la charla en la Feria del Libro, el artista viajará Jardín América, Misiones, donde dará un workshop de ilustración en un campamento juvenil con chicos de secundario organizado por la Iniciativa PASCH. Como este año se cumplen 100 años de los Cuentos de la selva de Horacio Quiroga, los chicos van a trabajar con bastante foco en la obra del escritor rioplatense.
*"De clásico literario a novela gráfica". Jakob Hinrichs en diálogo con Luciano Saracino y Fernando Calvi.
Viernes 27 de abril, a las 19
Sala Adolfo Bioy Casares, Pabellón Blanco
Luego de la charla el autor firmará ejemplares de su libro El bebedor en el stand de Editorial Océano, Pabellón Verde, único lugar de la feria donde se pueden adquirir.