Jaques Morelenbaum, uno de los músicos más relevantes de América, llega esta semana a Buenos Aires para mostrar su arte. Palabra que no le queda grande a este notable cellista brasileño de formación académica (en el conservatorio), transformado y potenciado desde niño por la cultura popular (en la calle).
Este miércoles, jueves y viernes, Morelenbaum -durante años el hombre detrás del mito Caetano Veloso pero antes también acompañante de Antonio Carlos Jobim y Egberto Gismonti nada menos- concretará tres recitales en Bebop Club al frente de su Cellosam3atrio junto a Lula Galvão en guitarra y Rafael Barata en percusión.
"Es un momento triste, pero creo que al menos con la música podemos contrabalancear esta sensación. Alimentar el espíritu de las personas para que puedan tener mayor claridad y una comprensión más profunda de lo que pasa" reflexiona sobre el particular momento que se vive por estos días en Brasil.
De estos shows en Buenos Aires, anticipa vía telefónica desde Ilha Belha (litoral norte de San Pablo), habrá que esperar "un puñado de composiciones propias y un repaso general por los grandes compositores brasileños con los que colaboré en las últimas décadas: Caetano, Gil, Jobim, Gismonti".
El punto de partida para todo eso es el género-madre de la rica música popular de su país, que es como un continente por variedad y vastedad de paisajes, etnias y también géneros. "Tengo siempre una mirada especial para el samba, un género muy amplio pero determinante para entender nuestra música. Además me gusta porque nadie hace lo que hago: tocar samba con el cello", cuenta con una sonrisa.
En una pausa de la conversación musical que atraviesa diversos tópicos -Caetano y Jobim obviamente pero también el tango, distintos idiomas que nos separan, el respeto del público argentino-, resulta inevitable hablar de la realidad social-política-judicial que se vive en el país vecino.
"Es un momento difícil de comprender. Me preocupa mucho el aparente aumento de las fuerzas de la derecha… Creo que tanto argentinos como brasileños tenemos experiencias trágicas con dictaduras militares. Por otro lado, y no particularmente con lo que está pasando con Lula, tengo un poco de esperanza con lo que se haga para frenar la corrupción. En el estado de Río de Janeiro tenemos un gobernador preso… Eso puede servir para fortalecer los sistemas de educación, salud y seguridad por ejemplo, y terminar con una sensación de impunidad que lleva unos cuantos años. Tal vez esta época represente una oportunidad para cambiar eso. La Historia nos dirá con mayor claridad si eso sucede o no, quién es culpable y quién no".
Hijo de una familia de músicos pura sangre -padre director de orquesta, madre concertista de piano-, Morelembaum creció entre pentagramas e instrumentos pero muy rápidamente se dejó llevar por la embriagante música que emana en cada esquina de una ciudad maravillosa como la suya, Río de Janeiro. En ese contexto, resultó natural que el jazz, el rock, el samba y la bossa nova llegaran a su vida y se quedaran para siempre en el sonido de su bello instrumento.
"El samba llegó un poco tarde a mi vida. Pero no la música popular. Tengo formación en música clásica, pero desde chiquito estuve en el rock and roll. Cuando empecé a tocar el cello a los 12 años yo era básicamente rockero. Eso generaba cierto rechazo en mis padres… Pero como siempre sucede, así me daba más ganas de conocer la música popular. Aprendí mucho más con eso que en la formalidad de la academia. A los 12, 13 años ya empezaba a escribir arreglos, porque tenía la formación (empecé a tomar clases a los 3). Tocaba en un grupo de música renacentista pero escribía arreglos para canciones de samba y de los Beatles", cuenta sobre sus primeros pasos.
– ¿Cómo fue la experiencia de integrar el grupo de Jobim?
– Para mí, en primer lugar, es uno de los grandes de la historia. De la música popular, especialmente: sus cualidades son tan grandes que es admirado por gente de todos de los géneros musicales (clásica, jazz). Tocar con él durante 10 años fue para mí uno los mayores regalos que recibí en la vida. Era una persona extremadamente simple pero genial. Con un sentido del humor muy depurado. Con un gusto por repetir los chistes así como repetía las melodías. Y cada vez los hacía mejor… Una persona muy curiosa, interesada en la música y además, porque tenía un gran aprecio por el lenguaje, en el sonido de las palabras. Hablaba de ecología antes que existiera como tema en el mundo: siempre estaba buscando directa en la Naturaleza, en los cantos de los pájaros, el viento, el mar…
– ¿Cómo era él en el trato cotidiano?
– Transmitía una luz muy fuerte y a pesar de todo, era una persona sencilla. Amigo, compañero, gracioso. Era muy agradable estar con él. Su amor por la música era muy contagiante y a nosotros, sus músicos, nos daba una libertad total. La primera vez que fui a un ensayo, le dije "Maestro, ¿qué debo tocar?". Y me dijo "toca lo que quieras". De lunes a domingo, todas las noches hubiera concierto o no, nos juntábamos en su casa a tocar, a charlar, a beber y a leer. Fue una experiencia inolvidable.
– ¿Cómo podría explicar cierta distancia que siempre separó a la música de Argentina y Brasil? Son dos países vecinos pero no siempre eso se tradujo en un intercambio fluido.
– Creo que el idioma es un factor muy influyente en ese sentido. Por otro lado creo que somos países jóvenes y estamos lejos de la cultura europea que tiene una tradición milenaria. Por eso me parece que la primera preocupación nuestra es apoderarnos de esa cultura milenaria, y no ver al que tenemos al lado. Acá tenemos un dicho que dice "el hijo de la casa no hace milagros"… Igualmente nosotros a ustedes los llamamos "hermanos" y de alguna manera lo somos, pero no hacemos milagros.
– En ese sentido, usted ha vivido una excepción: vino muchas a tocar junto a Caetano Veloso, que aquí es amado como pocos…
– Concuerdo. Siempre, en cualquier lugar del mundo, hablo de esto y no lo digo ahora porque estoy hablando con usted: el público argentino tiene cultura y calor. Tiene un respeto especial para cuando estamos tocando, hay un silencio religioso… Y cuando terminamos de tocar, hay una gran manifestación de júbilo. Para un músico el silencio es fundamental, porque es nuestro sonido de trabajo. Y trabajar con el sonido cuando no hay silencio es como hacer una pintura en una tela toda garabateada. Quiero decir algo: me gusta tanto Buenos Aires, que he pensado en irme a vivir ahí.
– De aquellos shows con Caetano destacó siempre la versión de Mano a mano ¿Cómo surgió la idea de tocar un tango a cello y voz?
– Mano a mano fue un regalo de Caetano: fue el primer arreglo directo que hice con él, para la gira de presentación de Circulado. En el primer ensayo juntos me dijo "escuchá este tango, lo quiero tocar solo contigo". Para mí era un desafío tocar una música que nunca había tocado antes. Caetano es autodidacta, no tiene formación erudita pero me dio total libertad para que hiciera el arreglo. Pero no lo escribí, era todo casi improvisado. No hubo dos versiones iguales de esa canción, pero siempre tenía la armonía y el estilo del tango en mi cabeza. La primera vez que lo tocamos en el Ópera, el teatro se vino abajo… Fue una conmoción. Caetano siempre tiene esas ideas locas. Hace más de 30 años de eso y aún lo recuerdo como si fuese ayer. Creo que desde ese momento, tengo pasaporte argentino (risas).
*Jaques Morelenbaum
CelloSam3aTrio
Miércoles 11, jueves 12, viernes 13, 21 h
Bebop Club, Moreno 364.
Entrada a la venta: bebopclub.boleteria.online
SEGUÍ LEYENDO