En el mediodía de este lunes 9 de abril, una congregación de periodistas se reunió en la sala Juan L. Ortiz del tercer piso de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno para escuchar el veredicto del jurado del Premio Formentor de las Letras 2018: el ganador es Mircea Cărtărescu, prolífico escritor rumano que escribió más de 25 libros entre novelas, ensayos y poemarios.
Basilio Baltasar, presidente del Premio Formentor, leyó primero una cita de este autor: "Sólo quiero defenestrar la verdad (…) y para ello escribiré aunque no quedase un sólo lector en el mundo". Luego sacó un papel donde Cărtărescu realizó una pequeño agradecimiento por obtener este prestigioso galardón: "Me siento enormemente honrado…", leyó Baltasar.
Nacido en Bucarest en 1956, su tarea de narrador se extiende a la del poeta, el crítico literario y el conferencista universitario. Entre sus obras más destacadas se encuentran El Levante (1990, Premio de la Unión de Escritores Rumanos), Nostalgia (1993), la trilogía Cegador (1996-2007), los cuentos de Las bellas extranjeras (2010, Premio Euskadi de Plata) y su última novela, la aclamada Solenoide (2015).
No era una edición más del Formentor: se trataba de la primera vez en su historia que los jurados estaban anunciando al ganador en Buenos Aires. Entre los flashes, las preguntas de los periodistas y la presencia del ministro de Cultura de la Nación Pablo Avelluto entre el público, el jurado se animó a desmenuzar un poco la obra de Cărtărescu.
Así fue que, uno por uno, contó qué lo volvía un escritor tan destacado. Comenzó Francisco Ferrer Lerín con una anécdota obsesiva: este español suele anotar alguna idea breve en los márgenes de las de los libros que lee. "En el caso de los libros de Cărtărescu, he anotado mucho más que el resto: cinco, seis, siete notas por página", confesó, "lo que lo vuelve un escritor denso".
Siguió el escritor español Andrés Ibáñez Segura: "En estos tiempos hay una inundación de esta realidad contingente y periodística, pero en Cărtărescu hay una recuperación de lo que la literatura debería ser: el arte de la maravilla".
"Cărtărescu funciona como una especie de serpiente —comentó la escritora y traductora francesa Aline Schulman—, al principio no sabes donde te va a llevar este hombre, que escribe siempre al límite de lo sórdido, lo negro y la ironía. Luego te dejas llevar y caes en sus sueños, te los crees y ya no quieres salir".
Cuando le tocó a Alberto Manguel —ganador del Formentor de la edición anterior y actual director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno donde se estaba desarrollando el evento—, hizo una peculiar interpretación: "El trasfondo de su literatura es la dictadura de su país, lo que él llama 'los años robados' y para un lector argentino le es inevitable relacionarlo con nuestros años robados, los de la dictadura: el temor obligado y la amenaza injusta. Esas pesadillas que recrea lo convierten en un escritor muy argentino".
El último en hacer un comentario sobre el por qué de la elección de Cărtărescu fue a Basilio Baltasar. Sin escatimar elogios pero tampoco sin hacer una elocución exhaustiva, sentenció: "Porque es una bisagra, para la literatura hay un antes y un después de Cărtărescu".
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