En 1988 un hasta entonces muy respetado pero poco conocido físico británico publicó un libro de divulgación sobre cosmología, el estudio del universo. En muy poco tiempo se convirtió en un éxito global de ventas y catapultó a su autor a la fama.
El libro se titulaba Breve historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros, y su autor era el físico y escritor Stephen Hawking, fallecido este miércoles a los 76 años de edad.
Antes de comenzar a escribir este texto, en 1983, Hawking ya tenía una fuerte reputación en el ambiente académico y era respetado por sus investigaciones sobre cosmología, en especial con respecto a los agujeros negros y en los campos de la relatividad general y la mecánica cuántica.
Además, era profesor e investigador en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, donde fundó el Centro para la Cosmología Teórica.
Pero su paso de ser una figura de claustro conocida entre especialistas a un ícono de la cultura popular, con apariciones en series de televisión (como Los Simpsons o The Big Bang Theory), canciones de rock y hasta una película sobre su vida estrenada en 2014, no podría haberse dado sin su Breve historia del tiempo.
Hawking se acercó en 1983 a la editorial de la Universidad de Cambridge con la idea de escribir un libro de divulgación científica sobre cosmología que pudiera ser accesible para el amplio público, como recuerda la biografía escrita por Michael White.
El éxito de ‘Breve historia del tiempo’ indica que hay un interés general en las grandes preguntas como: ¿de dónde venimos?, ¿por qué el universo es como es?
Pero a pesar de sus aspiraciones a llegar a los hogares de la mayor cantidad de gente que fuera posible, su manuscrito estaba repleto de fórmulas matemáticas y complejos modelos.
Los editores intervinieron, como relata el propio Hawking en los reconocimientos publicados en las primeras ediciones del libro, y quitó todas las fórmulas, salvo una: E=mc2, la base de la teoría de la relatividad, del físico alemán Albert Einstein.
El investigador y científico tenía 46 años, y ya se encontraba en una silla de ruedas por motivo de la esclerosis lateral amiotrófica (ALS, en inglés) que sufrió durante su vida, cuando logró publicar finalmente su libro en 1988 en la editorial Bantam.
Llevaba un prólogo de Carl Sagan, un astrofísico ya entonces muy popular por sus libros de divulgación.
Si descubrimos una teoría completa, debería ser entendible en sus principios básicos por todo el mundo, no solo para los científicos
En sus primeras ediciones, Breve historia del tiempo salió solo en los Estados Unidos y el Reino Unido, pero pronto fue traducido a 40 idiomas y llegó a vender unas 10 millones de copias en un espacio de 20 años, como recordó el periódico británico Daily Telegraph. También estuvo durante 237 semanas en la lista de más vendidos del Sunday Times.
Fue un best seller absoluto que lo convirtió, a los ojos del gran público, en una figura de referencia para intentar entender el universo, aunque pronto cosechó también críticas de sus pares en la academia por su creciente fama y giro comercial.
El objetivo de Hawking era ambicioso: explicar los pilares de la cosmología, desde el Big Bang, el primer estallido que dio inicio al universo, hasta el origen de los agujeros negros, pasando por la posibilidad del viaje en el tiempo y la existencia de múltiples universos, a un lector sin formación específica en estas áreas.
"El éxito de Breve historia del tiempo indica que hay un interés general en las grandes preguntas como: '¿De dónde venimos?' '¿Por qué el universo es como es?'", explica el propio Hawking en la introducción de las últimas ediciones, ampliadas y actualizadas.
A través de 10 capítulos y unas 250 páginas, el libro avanza sobre el origen y el futuro del universo, su expansión, los agujeros de gusano o el principio de incertidumbre, entre muchos otros temas.
A pesar de que Hawking retiró las fórmulas matemáticas y el lenguaje técnico, Breve historia del tiempo sigue siendo una lectura difícil que requiere de mucha atención para el lector casual.
Ni siquiera la famosa anécdota de la apuesta que Hawking mantuvo con el físico teórico Kip Thorne, del Instituto Tecnológico de California, sobre la existencia de agujeros negros en la constelación Cygnus X-1, alcanzan para aligerar el tema.
Hawking perdió esa apuesta, ya que habría evidencia de que efectivamente habría agujeros negros allí. Así que tuvo que pagarle a Thorne un año de suscripción a la revista pornográfica Penthouse.
Pero el libro ofrece algo único para los que estén dispuestos a leerlo con atención: una llave para el neófito hacia el universo, los astros y las preguntas tan fundamentales y fundacionales como el origen de la existencia.
"Si descubrimos una teoría completa, debería ser entendible en sus principios básicos por todo el mundo, no solo para los científicos", decía Hawking al final de su libro más icónico. "Entonces, filósofos, científicos y gente común podremos participar de la discusión sobre la pregunta del 'por qué es que nosotros y el universo existimos'", agrega.
"Si encontramos la respuesta a eso, será el triunfo último de la razón humana, porque entonces habremos conocido la mente de Dios", concluye.
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