Las mujeres y el jazz, un fenómeno en expansión en Latinoamérica

Una nueva generación de mujeres instrumentistas llegó a la escena internacional del jazz a fuerza de talento y esfuerzo y la región no es la excepción

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Jazz Ladies
Jazz Ladies

Durante décadas el protagonismo de las mujeres en el jazz estuvo limitado al rol de cantante. Y si bien las damas dominaron siempre esa porción del arte y bastarían unos pocos nombres para admitir que las mejores voces fueron y seguirán siendo femeninas; no es menos cierto que por años ese pareció ser el límite de lo permitido. Por un lado los instrumentistas, en abrumadora mayoría hombres, calificados como los "verdaderos" músicos de la escena y por el otro las cantantes, con un estatus devaluado en la propuesta artística.

Esa tendencia es la que se ha visto modificada en los últimos tiempos. A la par que el jazz comienza a tomar nivel universitario, la incidencia femenina se ha ido ampliando exponencialmente y las mujeres comenzaron a disputar un lugar en los atriles de igual a igual con los hombres; a fuerza de perseverancia y talento.

Un solo dato alcanzaría para relevar la creciente incidencia femenina. La revista estadounidense Down Beat, desde 1935 referencia indiscutida en el mundo del jazz; muestra en su "Readers Poll", la encuesta anual con críticos especializados, el avance imparable de las damas en el universo jazzero.

En el sondeo de 2002 sólo 21 mujeres habían sido votadas en los diferentes rubros de instrumentistas que proponía la edición. Ninguna de ellas ganó la categoría en la que había sido incluida. En 2009 esa cifra se había duplicado y cuatro mujeres obtuvieron el primer lugar en la votación. La encuesta de diciembre último, la 82da en la historia de la revista, reafirma ese crecimiento. Más de 60 instrumentistas poblaron las listas de los críticos y se llevaron ocho categorías.

María Schneider
María Schneider

Al tope de las preferencias en 2017 se ubicó la talentosa María Schneider, nacida en 1960 en Minnesota, quien se alzó con el primer lugar en tres categorías diferentes: directora de Big Band, compositora y arregladora. El premio al Mejor álbum del año también tuvo perfume de mujer. Turn up the quiet, de la cantante y pianista canadiense Diana Krall, quien entre abril y mayo realizará una gira por esta parte del mundo, tocando en países como  Argentina, Chile, México y Brasil.

También se impusieron en sus categorías la percusionista latina Sheila E, la contrabajista Esperanza Spalding, la violinista Regina Carter (hija del célebre contrabajista Ron Carter) y la clarinetista israelí Anat Cohen, con una interesante carrera en los Estados Unidos, donde ya tiene seis discos a su nombre y varios premios otorgados por la Jazz Journalists Association.

La categoría jazz de los premios Grammy es otra evidencia del creciente aporte femenino. Allí nuevamente, Schneider inscribió su nombre conquistando, en 2004, el premio al mejor disco de orquesta; convirtiéndose así en la primera mujer que gana ese rubro en 47 años de historia de la National Academy of Recording Arts and Sciences.

Pero hubo que esperar hasta 2013 para que otra instrumentista se llevara una estatuilla en el rubro. Fue la baterista Terry Lyne Carrington con su Money Jungle: Provocative In Blue. En 2011 ya había ganado su primer Grammy al mejor disco de jazz vocal con Mosaic, grabado con participación exclusivamente femenina. En la edición 2016 Maria Schneider volvió a ganar un Grammy, esta vez al mejor disco orquestal, con el imprescindible The Thompson Fields editado un año antes.

Pero más allá de los premios, es indudable que la escena del jazz en todo el mundo se nutre cada vez más del aporte femenino. Allí se inscribe la pianista y compositora californiana Carla Bley, en activo desde principios de los 50 y que desde entonces ha sabido desarrollar una obra singular, que incluyó desde el free jazz al jazz rock y que a juicio de la crítica alcanzó su obra cumbre con Escalator over the hill, la opera jazz de 1971 que integró en su plantel al argentino Leandro Gato Barbieri.

Carla Bley
Carla Bley

Desde entonces son muchas las mujeres que instalaron sus nombres en las carteleras jazzeras y, quizás no por casualidad, también como parte de las corrientes más innovadoras de la libre improvisación. Como la guitarrista Mary Halvorson nacida en Boston en 1980, quien se dio a conocer en los grupos de Anthony Braxton antes de iniciar una carrera como líder que hoy es recibida con entusiasmo por crítica y público o la neoyorkina Marilyn Mazur, reconocida percusionista con una interesante labor que incluye cuatro años como parte de la banda de Miles Davis y varias grabaciones para el sello alemán ECM.

En ese mismo segmento se consolidan Susie Ibarra, percusionista, baterista y compositora apadrinada por John Zorn, quien la hizo grabar en el vanguardista sello Tzadik; la italiana Jessica Pavone, talentosa instrumentista que toca contrabajo, violín, viola, guitarra bajo, flauta y también canta y las saxofonistas Ingrid Laubrock, una alemana incorporada a la escena neoyorquina, la chilena Melissa Aldana, que con solo 29 años ya alcanzo reconocimiento internacional y la inclasificable Matana Roberts, nacida en 1975 en Chicago, infatigable buceadora de las raíces negras y una de las intérpretes más interesantes de su generación.

Jessica Pavone y Mary Halvorson
Jessica Pavone y Mary Halvorson

También forman parte de esta avanzada la pianista de origen mexicano Angélica Sanchez, activa colaboradora de Wadada Leo Smith o Tim Berne; la pianista suiza Sylvie Courvoisier, miembro de Mephista, un trío de improvisación femenino; la cellista Tomeka Reid, integrante de la AACM Great Black Music Ensemble; la contrabajista Linda Oh, oriunda de Malasia y las pianistas japonesas Satoko Fugii, siempre inmersa en lo experimental e Hiromi Uehara, más volcada al show y reiterada visitante de los escenarios sudamericanos.

A tono con la escena internacional, también las mujeres ocupan cada vez más espacios como instrumentistas en la escena argentina, ya sea al frente de sus propios grupos o participando de experiencias con otros liderazgos.

Tal el caso de la pianista rosarina Paula Shocron, quien en 2005 con La voz que te lleva, su debut para BlueArt, se convirtió en la primera mujer instrumentista en tener un disco a su nombre en el país. Desde entonces Shocron publicó una docena de trabajos como líder o parte de distintos grupos y se puso al frente de interesantes iniciativas. Como en 2012 con el Proyecto Imuda, que impulsó junto a la bailarina Laura Monge, profundizando las relaciones entre música y movimiento, que luego trasladó a la plástica, la literatura y las artes escénicas; o lanzando el sello independiente Nendo Dango, que la asoció al baterista Pablo Díaz.

En esa misma línea se inscriben la saxofonista Ada Rave, uno de las principales impulsoras de la movida free en el país, desde hace unos años viviendo en Holanda; y la pianista colombiana radicada en Argentina Tatiana Castro Mejía, cuya última producción; Giro, vuelvo y giro presentada sobre finales de año, incorpora por primera vez texto y palabras a una música de fuerte mirada vanguardista.

Tatiana Castro Mejía
Tatiana Castro Mejía

La última oleada de talentos incluye a la guitarrista Patricia Grinfeld, quien en 2017 editó Capítulo uno, su primer disco como líder y al frente de un Organ Trío. Grinfeld es parte también de las Jazz Ladies, el quinteto de mujeres que lidera la saxofonista salteña Yamile Burich y que incluye a la colombiana Diana María Arias en contrabajo, Carolina Cohen en percusión y Analía Ferronato en batería. Burich tiene dos discos a su nombre, She's the boss de 2010 y Blackjack de 2015 y otros dos con el quinteto femenino: Ahora! del 2014 y Random de 2016, donde incluye una singular versión de Barco quieto de María Elena Walsh.

Entre las últimas apariciones de la escena local se destaca la saxofonista Camila Nebbia, que sobre finales del año pasado editó para el sello Kuai A veces la luz de lo que existe resplandece solamente a la distancia, su primer disco como líder y la cellista Cecilia Quinteros con el inquietante Haiti, donde por primera vez navega las aguas del free jazz en paralelo a su desempeño en la música experimental junto a la contrabajista chilena Amanda Irarrazabal y tecladista Cecilia López.

Con ellas conviven figuras emergentes con proyectos innovadores dentro de la escena local, como las saxofonistas Ingrid Feniger, Julieta Eugenio y Patricia López, las pianistas Romina Fuchs y Carolina Rizzi o la cellista Violeta García. Todas ellas y algunas otras que escapan a esta injusta reseña, sostienen con personalidad y talento, la cada vez más numerosa presencia femenina en el escenario local.

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