A pesar de las dificultades —el silenciamiento, la burla, el desprecio, el acceso desigual a la educación, a un piso económico mínimo o sencillamente al tiempo— las mujeres escriben hace siglos. Sin pretensiones de exhaustividad, en orden aleatorio, y usando el 8M solo a modo de excusa para recordarlas y compartirlas, veinte autoras de ayer y hoy que nadie debería perderse.
Safo de Lesbos
No existen muchos datos biográficos sobre Safo, a quien se supone que Platón llamó "la décima musa", pero es considerada una de las voces más importantes de la poesía lírica griega arcaica. Vivió entre los siglos VI y VII a.C. en la isla de Lesbos, en una especie de "sociedad" que preparaba a las mujeres para el matrimonio. Se dice, en base a sus poemas, que Safo se enamoraba de sus discípulas. A pesar de los siglos, la parte que nos llegó de su obra sigue siendo sensual, dulce, viva y vibrante.
Jane Austen (1775-1817)
Aunque sus novelas fueron leídas durante su vida, difícilmente la inglesa Jane Austen podría haber imaginado el éxito que tendrían doscientos de años después de muerte. Multitudes de fanáticas corren al cine cada vez que se estrena una nueva adaptación de Orgullo y prejuicio, Emma, o cualquiera de sus demás novelas; tanto, que las propias fans de Jane Austen han sido homenajeadas en el séptimo arte. Las convenciones sobre el amor han cambiado, pero su ironía, su sensibilidad y su maestría narrativa siguen vigentes.
Virginia Woolf (1882-1941)
Como Safo y otras autoras de esta lista, Virginia Woolf es un ícono no solamente de la literatura de mujeres sino también de la historia de la literatura queer (cuyos motivos la autora exploró sutilmente en su célebre novela Orlando). Aunque escribió fundamentalmente ficción, el ensayo Una habitación propia se volvió una de sus obras más célebres: en él, Woolf se pregunta por las dificultades específicas, materiales y subjetivas, que enfrenta una mujer que quiere convertirse en escritora.
Simone De Beauvoir (1908-1986)
Tanto la ficción como los textos filosóficos de De Beauvoir fueron una investigación sobre las condiciones de existencia de las mujeres, qué significa ser mujer en este mundo y qué debería significar (si es que debería significar algo). Textos como Memorias de una joven formal, La mujer rota o El segundo sexo son piezas fundacionales de la literatura y el pensamiento feminista, escritas con oficio, inteligencia y claridad, y sus planteos gozan de plena actualidad todavía hoy.
Marguerite Duras (1914-1996)
La versátil Duras fue aclamada en su país y en el mundo entero por su trabajo como escritora pero también como dramaturga, cineasta y guionista. El guión de Hiroshima mon amour (1959) le valió una nominación de la Academia en la categoría mejor guión original. Criticada primero por "excesivamente romántica" (caracterización que muchas escritoras mujeres han recibido en tono despectivo), con los años la crítica y los lectores reconocieron la maestría de Duras para pintar universos y emociones, y su habilidad inusitada crear y recrear a sus personajes en el diálogo.
Joan Didion
A sus 83 años, Joan Didion atraviesa hace poco más de una década un renacimiento profesional y personal. En los años 60 fue la mujer más prominente de la generación del llamado "nuevo periodismo": sus crónicas de esas décadas son un emblema del cuestionamiento del sueño americano. En Argentina, por ejemplo, se hizo más masivamente conocida a partir de sus últimos dos libros, que retratan la pérdida de su marido el escritor John Gregory Dunne y de su hija Quintana Roo. Su voz, que combina de modo inconfundible frialdad y vulnerabilidad, ha sido imitada cientos de veces por diversos cronistas, pero jamás igualada.
Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695)
La poeta, escritora y filósofa mexicana decidió tomar los hábitos para dedicarse a estudiar todo lo que quería, sin que ninguna ocupación la perturbara. A pesar de eso, el amor verdadero es uno de los temas que más aparecen en su escritura, así como la pregunta por el destino y la posibilidad de las personas de adueñarse de él. En todas sus obras, consideradas piezas clave del Siglo de Oro y la literatura temprana mexicana, las mujeres juegan papeles activos y preponderantes.
Lydia Davis
Prolífica, divertida y tremendamente original, Lydia Davis es famosa por su trabajo en lo que se llama "flash fiction", cuentos que terminan prácticamente antes de empezar. Su búsqueda podría pensarse como la pregunta por cómo hacer literatura con "lo mínimo indispensable": textos cortos y escritos en un lenguaje despojado que sin embargo sacuden, extrañan y seducen.
Emily Dickinson (1830-1886)
Aunque vivió una vida más bien tranquila y recluida, la poesía de Emily Dickinson se destaca por la sutileza y el entusiasmo (aunque a veces fuera un entusiasmo oscuro) con el que sus poemas observan al mundo. La naturaleza, la amistad, el amor y la contemplación son algunos de los temas que va hilvanando con un lenguaje tan delicado como potente.
Marosa Di Giorgio (1932-2004)
Esta autora uruguaya es considerada una de las voces más singulares de la literatura del siglo XX en América Latina. Su estilo experimental y el erotismo salvaje de sus textos, en los que arma un lenguaje propio explorando la naturaleza, los mitos en torno de ella, los cuerpos y el cambio escandalizaron y sedujeron a sus contemporáneos por igual. Todavía hoy sus poemas se leen como originales, únicos e inconfundibles.
Gabriela Mistral (1889-1957)
La poeta chilena Gabriela Mistral fue la primera autora latinoamericana en recibir, en 1945, un Premio Nobel Literatura (y sigue siendo la única mujer del continente que alguna vez lo recibió). Fue también maestra y diplomática pero lo que la hizo famosa fueron sus poemas, desbordantes de emoción y de esperanza, que exploraban la interioridad pero también se detenían en imágenes plebeyas de su Chile natal.
María Moreno
Iconoclasta, punk, ácida, sutil, siempre fiel e infiel al espíritu de su época, María Moreno es una de las grandes ensayistas de la Argentina actual. En sus crónicas se puede conocer la Buenos Aires de los márgenes desde su voz particular, que ni denuncia ni se conmisera ni se escandaliza. Su último libro, Black Out, la llevó al éxito masivo con una investigación autobiográfica sobre el alcohol, el barrio de Once, la construcción de una escritora mujer en un grupo de varones, la persistencia el cuerpo, la pérdida y otros motivos.
Sara Gallardo (1931-1988)
Recientemente redescubierta, Sara Gallardo fue discretamente célebre por sus divertidas columnas en la revista Confirmado. Novelas como Los galgos y Pantalones azules muestran a una autora con una sensibilidad y una frescura adelantadas a su tiempo; su sentido del humor, la potencia de sus imágenes y la sutileza con la que escribe sobre el amor construyen un estilo elegante e inconfundible.
Elena Ferrante
Estrictamente no sabemos si detrás del seudónimo femenino de Elena Ferrante se esconde una mujer o un varón. Sin embargo, la lucidez de su exploración sobre la amistad femenina en las llamadas "novelas napolitanas" (la saga que arranca con La amiga estupenda) hace sospechar que, si Ferrante no es mujer, al menos las ha estudiado muchísimo. En sus novelas la crudeza y la intimidad se vuelven la misma cosa, un espíritu que se despliega sobre un pueblo italiano empobrecido pintado con honestidad, dureza y dulzura.
Hannah Arendt (1906-1975)
La filosofía política de Hannah Arendt constituye uno de los aportes teóricos más interesantes para comprender el siglo XX y la democracia. Desde Los orígenes del totalitarismo, Arendt se propuso explicar los movimientos totalitarios de su tiempo desde una perspectiva ética y metafísica, creando un vocabulario para pensar la violencia política que todavía hoy sigue siendo extremadamente relevante.
Susan Sontag (1933-2004)
Aunque escribió ficción también, fueron sus lúcidos ensayos sobre arte, cultura, vida y política los que le ganaron a Susan Sontag la fama internacional. Tal vez su trabajo sobre el concepto de camp sea uno de sus aportes más perdurables, pero toda su filosofía es fundamental para la comprensión de la cultura actual y el modo en que se relacionaron a partir de la segunda mitad del siglo XX arte y entretenimiento.
Valeria Luiselli
La mexicana Luiselli es una de las escritoras jóvenes más prominentes de América Latina. Su novela Los ingrávidos, experimental sin ser pretenciosa, ambiciosa y personal, le valió el reconocimiento de la prensa en español y en inglés; Los niños perdidos, una crónica en primera persona sobre su trabajo con los llamados "niños de la frontera" que emigran solos a Estados Unidos desde América Latina, retoma la frescura y la originalidad de su obra de ficción y la aplica con mucha sensibilidad a una realidad dura de tremenda actualidad.
Margarita García Robayo
Aunque reside en Buenos Aires hace ya bastante, la colombiana Margarita García Robayo conserva las huellas del Caribe en su literatura. La sensualidad y la crudeza a la hora de hablar de las personas, los cuerpos y las emociones se combina con una precisión narrativa quirúrgica, construyendo una de las voces más originales de la literatura latinoamericana actual. Su último libro, Tiempo muerto, explora los temas del amor, la matrimonio, la familia y la identidad.
Selva Almada
En un país de campos extensos, la literatura argentina y su obsesión con las ciudades a veces parece un conflicto de identidad nacional (y otras, sencillamente, el resultado de un sistema de jerarquías y exclusiones que ubica a los escritores de lo rural en los márgenes). En ese ámbito se abrió paso Selva Almada, que con novelas como El viento que arrasa y Ladrilleros se impuso como una de las voces más reconocidas de la literatura argentina en todo el mundo; críticos y lectores se enamoraron por igual de sus paisajes desolados, sus personajes taciturnos y su voz siempre firme y extraña. En 2014 publicó Chicas muertas, su primer libro de no ficción, sobre tres femicidios ocurridos en provincias argentinas en los años 80.
Miranda July
Artista multifacética (escritora, guionista, directora, actriz, performer), Miranda July es al mismo tiempo heredera de una larga tradición de escritoras norteamericanas y una voz completamente novedosa. Con una escritura vanguardista y liberada de las convenciones del buen gusto y los buenos modales retrata la soledad, la angustia y las contradicciones del siglo XXI con profundidad y con humor. Su último libro, El primer hombre malo, es una muestra cabal de estas virtudes.
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