"¿Qué es ese bulto en tu pantalón? ¿Una pistola automática… o la alegría de verme?"
Ese toque de ingenio, hoy superado en cierto show business por "palabrotas que no le permitiríamos a un cochero", como escribió Mariano José de Larra (Madrid, 1809-1837), fue poco menos que una bomba en las dos puritanas décadas norteamericanas 1920-1940.
Porque entre la Gran Depresión del 29, la desocupación y ese disparate llamado La Ley Seca, prohibición que solo generó más borrachos de mal alcohol, contrabando y matanzas entre mafiosos, poco ánimo quedaba para ironías y doble sentido.
Y por si poco fuera, la grotesca y férrea censura impuesta por un personajillo menor, una "autoridad-insecto", como los llamaba Víctor Hugo: el político republicano y presidente de los productores de cine William Hays, autor de un código letal para la pantalla de plata.
Según ese documento, que parecía inspirado en los pavorosos inquisidores Tomás de Torquemada y Girolamo Savonarola, quedaba prohibida la exhibición de todo film que incluyera "vulgaridad, alcohol, religión, blasfemias, decisiones particulares sobre la sexualidad, vestuario inapropiado, desnudos, baile procaz y decorados provocativos".
Amplitud que hacía sospechar de Blancanieves y sus siete enanitos, sin duda activos amantes de la famosa dama en recónditos vericuetos del castillo…
Pero Hays el Cruel, llamado también "el asesino del celuloide", no contaba con su Némesis: una muchacha de Bushwick, Brooklyn, New York, llegada a este mundo el 17 de agosto de 1893 y bautizada Mary Jane West.
Padre bravo: John Patrick, sangre irlandesa, boxeador, camorrero, y de oficios variopintos: por caso, cuidador de caballos y dueño de una agencia de detectives privados, mientras su mujer y madre de Mary Jane, Tillie Delker, modelo, desfilaba solo ataviada con los últimos modelos de corsés…
Madre Natura no fue ecuánime en el reparto: Mae West –el Jane desapareció pronto– medía apenas un metro y medio, pero esa cuasi enanez fue compensada por "curvas muy marcadas y sinuosas que ella exhibía (¡Gracias a los Cielos!) en poses lánguidas y provocativas", según un crítico que juzgó su primer film: Noche tras noche, 1932, sello Paramount.
Pero si Bette Davis, en La malvada y encarnando a una actriz de teatro, gritó "¡Ajústense los cinturones! ¡Esta será una noche muy movida!", Mae West pudo proclamar esa advertencia… pero válida para sus 87 años de vida terrenal.
Porque, a diferencia del cliché "rubia tonta norteamericana", creció quince centímetros con tacos tipo zancos, se platinó el pelo, acentuó sus curvas con ropas capaces de excitar al pudibundo míster Hays, y además… ¡tenía talento!
Fue actriz, cantante, comediante, guionista de sus films y autora teatral. Títulos para una ficha oficial. Porque la ficha extraoficial, la más encantadora, iconoclasta, divertida y respetable, decía: "Es la mujer más malhablada de la industria. Grosera, soez, descarada, irreverente, irrespetuosa, provocativa, seductora, comehombres… Una despreciable vampiresa".
Poco le importó. Apenas a los 7 años subió a un escenario amateur y no paró de ganar premios destinados a jóvenes talentos.
A los 14 actuó como una baby vamp bajo el seudónimo La Petite Daffy… y en 1927, a sus 34 años, fue detenida y condenada a diez días de cárcel por "corromper a la juventud" (palabras del juez) con su más que exitosa obra teatral Sex: la vida de una prostituta que la misma Mae escribió, produjo, dirigió y protagonizó.
Tuvo la chance de cambiar prisión por multa… pero prefirió las rejas (¿qué mejor golpe publicitario?), y llegó a la puerta del penal en una limusina llena de rosas rojas, y aclamada por el enjambre de periodistas que la esperaban. Y una vez adentro, a contrapié del rígido reglamento carcelario… vistió ¡pantys de seda! en lugar de la tosca ropa de las prisioneras.
Y no fue todo. Quedó en libertad dos días antes "por buen comportamiento", según consta en su ficha, y cobró mil dólares de esa época –casi una fortuna– por una entrevista exclusiva.
A esta altura es lícito preguntar cómo eludió la censura, si en sus doce films, entre 1932 y 1978 (el último, a sus 85 años), y en cada escenario que pisó, siempre dobló la apuesta de la picardía, el sexismo, la doble intención, y hasta el lenguaje vulgar del público, que captaba con oído de alta fidelidad.
Respuesta: "La censura siempre es estúpida. En mis guiones, deliberadamente, incluía frases explícitas sabiendo que serían eliminadas, y así distraía a los censores para colar otras iguales o peores, pero camufladas…".
Con ese sistema, aplicado a su primera película, Noche tras noche, 1932, salvó a la Paramount de la bancarrota: recaudó más de dos millones de dólares en solo tres meses.
El protagonista fue George Raft, estrella con negocios non sanctos (mafiosos) en La Habana. Pero Mae logró que le permitieran reescribir los diálogos, y eclipsó cuanto la rodeaba:
—¡Nos robó todas las escenas! ¡Todo menos las cámaras! —protestó Raft.
En ese film hay un diálogo memorable. Una Mae West auténtica e inmortal:
Una camarera: —¡Dios mío, qué diamantes!
Mae: —Te aseguro, querida, que Dios no ha tenido nada que ver con ellos…
Preludio de otras tantas que forjaron su fama. Aquí están:
. Creo en la censura. Hice una fortuna gracias a ella.
. ¿Usted cuánto mide? Dos metros y dieciocho centímetros. Olvidemos los dos metros y concentrémonos en los dieciocho centímetros…
. Las chicas buenas van al cielo. Las malas van a cualquier parte.
. ¿Quién es ese tipo? Un principiante, Cary Grant. Va a trabajar en Madame Butterfly.
. Me da igual que haga de Madame Butterfly o de Blancanieves. Si sabe hablar, lo quiero en mi película.
. Cuando soy buena, soy muy buena. Pero cuando soy mala… soy mejor.
. No dejes a un hombre dudando demasiado tiempo: puede encontrar la respuesta en otra parte.
. Las curvas de una mujer son más poderosas que la espada de un hombre.
. Cuanto más torcidas van las mujeres… más rectos van los hombres hacia ellos.
. No te cases con un hombre para reeducarlo: para eso están los reformatorios.
. El sexo con amor es lo mejor de la vida. Pero sin amor tampoco está mal…
¿Qué no hizo? ¿Con qué rol no la tentaron?
Willie Wilder le propuso el papel de Norma Desmond (Gloria Swanson) en Hollywood Boulevard, pero lo rechazó: "Un personaje decadente y fracasado no encaja conmigo".
Declinó actuar con Marlon Brando, Elvis Presley, y rechazó una oferta de Federico Fellini para Julieta de los espíritus y Satyricon.
En 1934 impuso a Duke Ellington y su orquesta en su film Belle of de Nineties a pesar de las objeciones raciales de la industria.
En 1935 era la mujer mejor paga de los Estados Unidos.
La pintó Salvador Dalí en el famoso cuadro Retrato de Mae West que puede utilizarse como apartamento surrealista, y hoy está recreado como tal en el Teatro-Museo Dalí, Figueras.
Aparece en la portada del legendario álbum Sargent Pepper´s Lonely Hearts Club Band (1967). Sí, el de The Beatles…
Varias parejas pasaron por su vida, pero se casó una sola vez, antes de cumplir los 18, con el actor de vodevil Frank Szatkus (Frank Wallace como nombre artístico). Vivieron juntos apenas unos meses. No hubo hijos.
A pesar de su fama y de la muñeca fatal que construyó a fuerza de talento, audacia y astucia, en su vida privada fue la antítesis: no tomaba alcohol, no fumaba, rara vez iba a fiestas, y al mudarse a Hollywood llevó con ella a su padre y a sus hermanos menores Mildred y John, consiguiéndoles trabajo y casas confortables. Su madre y gran mentora había muerto en 1930…
Mae West trabajó casi hasta el final de sus días, aunque su memoria y su oído flaqueaban, y poco o nada quedaba de aquel volcán de desafíos y escándalos.
Un accidente cerebrovascular se la llevó el 22 de noviembre de 1980. Tenía 87 años.
Está sepultada en el Brooklyn de sus precoces escenarios y luces sobre su cabeza todavía no platinada.
En 1949, después de uno de sus espectáculos, el diario The New York Times sentenció: "Mae West es una institución americana. Como el barrio de Chinatown y la tumba del presidente Grant, hay que ir a verla al menos una vez en la vida".
Agregar algo más, una sola palabra, sería un atrevimiento inútil. Jamás superaría a la única. A Su Majestad la Reina de la Osadía, Princesa del Desenfado, Duquesa de la Lengua Letal, y posible y justa habitante del Reino de los Cielos.
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