La serie Cosmos: un viaje personal, que dirigió y protagonizó Carl Sagan a principio de los años 80, rápidamente se convirtió en un clásico de la divulgación científica. Pero hace unos años surgió, en clave más actual, una continuación de esa serie legendaria bajo el nombre, apenas modificado, de Cosmos: una Odisea espaciotemporal (2014).
La propuesta estuvo a cargo del popular astrofísico Neil deGrasse Tyson y puede verse en Netflix, donde lidera un conjunto de documentales sobre la naturaleza del universo. En el guión participó la entusiasta Ann Druyan, viuda de Sagan y cocreadora de la serie original. Si asociamos el primer Cosmos con la música New Age de Vangelis, en la nueva versión se destaca la banda sonora, rica en matices sinfónicos, de Alan Silvestri.
Afortunadamente, esta odisea del espacio-tiempo tendrá su secuela: tal como se anunció a mediados del mes pasado, en 2019 podremos disfrutar de una nueva temporada, titulada Cosmos: Mundos posibles.
El capítulo inicial de Cosmos –en su versión 2014– pone al planeta Tierra en el mapa cada vez más expandido del universo y sus galaxias. El segundo episodio presenta una introducción didáctica a la teoría de la evolución. De ahí en más sigue un reguero de temas apasionantes: agujeros negros, teoría de la relatividad, travesías a la estructura interna de los átomos, avances y tropiezos en la comprensión del electromagnetismo…
Gráficos generados por computadora amenizan la propuesta, a la vez que, mediante animación tradicional, se repasan los periplos de científicos antiguos y modernos, desde Giordano Bruno hasta Cecilia Payne, pasando por Galileo Galilei, Isaac Newton y Michael Faraday, entre muchos otros. Si el capítulo primero termina aludiendo a la relación de amistad que unió a Sagan con deGrasse Tyson, cuando éste era todavía su alumno, en el quinto capítulo se cuenta la historia apasionante –digna de una novela de Dickens– del óptico Joseph von Fraunhofer (1787-1826), inventor de la espectrometría. El dato no es casual, ya que la espectroscopía astronómica es precisamente el campo de especialidad del conductor de la serie.
Cosmos celebra el poder del pensamiento, sobre todo cuando nos exhorta a recordar esas hipótesis que, en el momento de formularse, no podían aspirar al sustento experimental que tantas veces habrían de obtener décadas o siglos más tarde. No faltan, por supuesto, los aspectos de interés político o social, y es de agradecer que, cuando se abordan cuestiones como el recalentamiento global, se lo haga de manera matizada y compleja, más allá del simple alegato ecologista. En el capítulo séptimo, por ejemplo, se cuenta la historia de Clair Patterson. A través de las mediciones de plomo, este científico logró estipular la edad de la Tierra, pero se involucró en un conflicto de intereses al denunciar la contaminación que ese metal, antes considerado inocuo, iba produciendo de forma cada vez más letal.
En general, Cosmos exhibe una ideología agnóstica en lo religioso y liberal en lo político: ante todo, ni las instituciones políticas ni las religiosas deberían obstaculizar el progreso del saber. Esto va de la mano con una concepción catastrófica y sombría del universo, que Tyson disfruta exponiendo con pícara sonrisa de showman. Antes que preservarnos, el universo busca aniquilarnos, algo que atenta contra la hipótesis de un diseño inteligente o sobrehumano. Estas cuestiones, deGrasse Tyson ya las razonaba en un ensayo de 2005 titulado "El perímetro de la ignorancia": allí mostraba, entre otras cosas, cómo los investigadores resignan su pulsión epistemológica y suelen recurrir a la hipótesis de la divinidad cuando se topan con fenómenos inexplicables según el paradigma científico de cada momento.
Neil deGrasse Tyson reaparece en Generación Marte (2017), un documental sobre jóvenes aspirantes a astronautas, que pretenden liderar en el futuro el viaje a ese planeta. Estos adolescentes se autodefinen como "nerds del espacio". Al escuchar sus razones y ver sus caras afectadas por el acné, es difícil encontrar una descripción mejor. Entre tanto, los expertos reflexionan sobre el pasado y el futuro de la NASA: después de la era Kennedy, Nixon discontinuó la misión a Marte; más acá en el tiempo, también desfilaron las promesas volátiles de Obama y las reticencias de Trump.
Este largo y lánguido documental exhibido en Sundance contiene algunos otros puntos de interés, descontando la aparición fugaz de otra figura importante de la divulgación científica, el físico Michio Kaku. Se nos recuerda la historia de Wernher von Braun, el ingeniero que pasó de fabricar proyectiles en las postrimerías del nazismo a afincarse en Alabama, donde se convirtió en uno de los padres fundadores del programa espacial Apolo. O se insiste en la figura visionaria de Elon Musk, que esta semana asombró al mundo entero enviando un Tesla Roadster al espacio.
Mucho más interesante es la propuesta de Jim Al-Khalili –físico inglés de origen iraní– en El comienzo y el final del universo (2016). El documental se dedica a la cosmología, esa rama de la física que estudia el universo como un todo, incluyendo su nacimiento y su conjeturado final.
A juzgar por los pensadores presocráticos, la cosmología fue la forma inaugural de la filosofía (del mismo modo que las cosmogonías –relatos míticos de la creación de un mundo– son tal vez las formas literarias más antiguas que conozcamos). En su libro Universos paralelos, Michio Kaku sostiene que, en su acepción científica, la cosmología conocería su momento culminante en la actualidad: "los físicos tenemos la sensación de estar entrando en lo que podría ser su edad de oro".
En sólo dos episodios, Al-Khalili repasa las resistencias que enfrentó inicialmente la teoría del Big Bang y presenta diversas pruebas experimentales que esta hipótesis fue cosechando en los últimos años. Repasa la contribución de Fred Hoyle, que propuso un modelo para entender la fusión nuclear en el interior de las estrellas, algo que arrojaría predicciones muy claras sobre el final probable del universo. Vislumbramos las conjeturas de Vesto Slipher a raíz de la nebulosa de Andrómeda, mientras quedamos perplejos ante la noción tan comentada como misteriosa de "materia oscura", que introdujo Fritz Zwicky.
Entre tanto, Al-Khalili pulsa teclas y maniobra telescopios; muchas veces lo vemos in situ resolviendo una ecuación o calculando, con papel y lápiz, siderales distancias en años luz. (También vale la pena mirarlo en los 16 minutos implacables de una charla TED de 2015, donde presenta un área emergente –e interdisciplinaria– de la ciencia actual: la biología cuántica. Vistiendo una camisa fucsia, Al-Khalili refiere cómo la mecánica cuántica podría explicar procesos relativos a la química orgánica, el funcionamiento de las células y el comportamiento migratorio de los pájaros.)
En cuanto a las cuestiones cosmológicas, El comienzo y el final del universo tiene un antecedente prestigioso en la serie Los planetas, coproducido por la BBC y A&E, y emitido originalmente en 1999. Muy sobrios, sin la parafernalia visual de Cosmos, los ocho episodios presentan un estudio pormenorizado de cada planeta y de sus satélites; en el capítulo final, incluso se introduce el tema de los planetas extrasolares. Así conocemos las múltiples sondas que se enviaron para explorar, fotografiar y escanear las peculiaridades de tantos astros. Al mismo tiempo, repasamos la historia de la "carrera espacial" durante la época de la Guerra Fría.
Hacia el final del episodio sexto de Los planetas, el científico Andrew Ingersoll nos regala esta reflexión socrática: "Uno aprende a ser humilde. Al estudiar la Tierra, creemos entenderla. Luego uno dice: «De acuerdo, tengo todos estos principios: los aplicaré a otro planeta. Vamos hacia allá». Pero uno siempre se sorprende. Nunca es lo que esperabas. Y eso nos demuestra lo poco que conocemos y lo mucho que hay por conocer". En ese sentido, Cosmos, Los planetas, Generación Marte y El comienzo y el fin del universo comparten una virtud: proponen una forma amigable de acercarse a unos conocimientos que, de otro modo, serían inaccesibles para quienes somos legos en estas materias. Además forman parte de esa enciclopedia audiovisual a la que, hoy en día, casi todos podemos acceder por poco que nos esforcemos. Aunque son una forma del entretenimiento, también contribuyen a precisar, como diría el infatigable Tyson, el perímetro de nuestra propia ignorancia.
* Todas las series y documentales comentados están disponibles en Netflix: Cosmos: Una Odisea espaciotemporal (2014, trece episodios), con Neil deGrasse Tyson; Generación Marte (2017), dirigido por Michael Barnett; El comienzo y el final del universo (2016, dos capítulos), a cargo de Jim Al-Khalili; Los planetas (1999, ocho episodios), dirigida por David McNab.
** El perímetro de la ignorancia, de Neil deGrasse Tyson, puede leerse en la página del Planetario Hayden: http://www.haydenplanetarium.org/tyson/read/2005/11/01/the-perimeter-of-ignorance