En un pueblo francés de calles angostas y empedradas llamado Biot, está el museo nacional Fernand-Léger, inaugurado en 1960. Fue cinco años después de la muerte de este pintor que había adquirido esa casa y la había transformado en un taller vivo o, mejor, en una vidriera de sus obras. Llenó el jardín de esta casa de esculturas policromadas en cerámica y lo convirtió en una verdadera belleza: el contraste de colores y formas con el verde de la naturaleza ya era un motivo de fascinación. El 13 de mayo de 1960 su esposa Nadia Léger y su amigo y asistente Georges Bauquier lo construyeron en un museo dedicado a presentar la obra del artista. Hoy hay allí más de 400.
Pero, ¿quién fue Fernand Léger? Nacido un 4 de febrero de 1881, hace exactamente 138 años, es uno de los referentes de la pintura cubista. A diferencia de muchos de sus colegas, Léger nació en el medio del campo, en Argentan, Normandía, y cargó con la ausencia de su padre desde muy chico ya que murió cuando él aún no había cumplido dos años. Parece que de chico se interesó por el dibujo, trabajó con un arquitecto y se decidió a buscar suerte en París, ¿dónde si no ocurrían las convulsiones culturales?
No fue fácil —la vida de un artista sin herencia nunca es fácil— y, tras cumplir un año de servicio militar y no lograr entrar a la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas, decidió hacer su carrera fuera de la Academia. Jean-Léon Gérôme y Gabriel Ferrier fueron sus dos maestros, a los que visitaba de forma recurrente, semana tras semana. El Museo del Louvre se convirtió en su lugar favorita, lo visitaba casi diariamente, así como las galerías de la calle de Laffitte. De poco y fuego lento, empezó a pintar. Sus primeras obras datan de 1905.
Cuando en 1907 ve la retrospectiva de Cézanne quedó fascinado. Lo mismo cuando conoció Picasso. El cubismo es la tendencia que impulsó las grandes vanguardias del siglo XX como el surrealismo y el dadaísmo. La historia que se cuenta es así: al ver lo que pintaba Braque, el crítico francés Louis Vauxcelles quedó espantado y escribió, despectivamente, que era una pintura compuesta por "pequeños cubos". El cubismo de Léger se orienta hacia el desarrollo de la iconografía de la máquina y se interroga sobre su tiempo, sobre el avance de la industria y la tecnología. Siempre, con colores fuertes y —si se me permite— alegres. Se podría decir que construyó su propio cubismo, tan original y específico, tan suyo.
A partir de encontrar su propio estilo, su historia se ensancha, se abre y se ramifica como un río. Trabaja en cine, hace ilustraciones y tapas de libros, se convierte en profesor de la Universidad de Yale de Estados Unidos. También pinturas murales, vidrieras, mosaicos, esculturas polícromas de cerámica y escenografías teatrales. Murió en Francia, en Gif-sur-Yvette, un 17 de agosto de 1955. Dejó una obra exquisita y enorme. No escatimó pinceladas; pintó y pintó como pocos. Un cubista nunca se queda corto.
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