Por Juan Rapacioli
Nicanor Parra, quien falleció la madrugada del 23 de enero, a los 103 años y en su casa del balneario de Las Cruces, en Chile, fue un eterno candidato al Premio Nobel y escribió libros como "Cancionero sin nombre" (1937), "La cueca larga" (1958), "Manifiesto" (1963), "Obra Gruesa", "Ecopoemas" (1982) y "Poemas y Antipoemas" (1954), entre muchos otros. Artista y personalidades del mundo de la cultura como Julieta Venegas, Federico Díaz-Granados, Marcelo Díaz, Daniel Freidemberg, Jorge Boccanera, Rodrigo Arriagada Zubieta, el argentino Mario Arteca y el poeta cubano Víctor Rodríguez Núñez, homenajearon al poeta en las redes sociales.
En su cuenta de Twitter, la cantante mexicana Julieta Venegas expresó: "Se ha ido el maravilloso y excepcional Nicanor Parra. Buen viaje, y gracias por todo Maestro".
Por su parte, el poeta colombiano Federico Díaz-Granados, en su cuenta de Facebook, contó: "Era 1999 y Jaime Quezada nos llevó a un grupo de jóvenes poetas a visitar a Nicanor Parra a Las Cruces, cerca de Isla Negra. Fue una maravillosa tarde de anécdotas y muchas risas. Nos dijo que Carlos Pezoa Véliz era el mejor poeta chileno y que 'Monumento al mar' de Huidobro era un verdadero 'monumento' al idioma".
También en Facebook, el poeta Marcelo Díaz exclamó: "Saludos, Oh, Gran Viejo Loco. Hoy brindamos con un vino como el que nos convidaste aquella vez en el 90, cuando dedicaste toda una tarde para recibirnos en tu casa y nos diste charla y vino y pan y queso, a nosotros, poetas veinteañeros que veníamos bastante cagados de hambre".
En la misma red social, el poeta Daniel Freidemberg dijo: "Al margen de la figura pública, de la construcción de la figura pública y de los efectos de esa figura pública en los modos de hacer y pensar la poesía, están los textos, muchos de los cuales se ven libres de la necesidad de poner a la vista al personaje llamado 'Nicanor Parra' a través de guiños y chistecitos". "Y en esos textos -continuó- un ejercicio de la extrañeza, el desconcierto, la contradicción y la exhibición del artificio que lo denuncia como eso, artificio, construcción, juego, en el que, no tan paradójicamente, reaparece lo mejor de ese fantasma demonizado por el propio Parra en su 'Manifiesto', el surrealismo".
Otro poeta argentino, Jorge Boccanera, señala: "A partir de su segundo libro 'Poemas y antipoemas', Parra, auto definido como 'un bromista sangriento', oxigenó aquella poesía hispanoamericana donde aún había remanentes del lirismo solemne y acartonado. Su poesía, ubicada entre la generación beat de los Estados Unidos, el dadaísmo y el arte pop, instaló un hablante provocador y cínico. Claro que ese desenfado venía de más atrás, con textos de poetas colombianos como Luis Vidalez y Luis Carlos López y nuestros Girondo y Olivari". Y agrega: "Armaba sus 'artefactos' con lenguaje prosaico, locuciones populares, enumeraciones, tópicos vulgares, mordacidad y una fuerte impronta del absurdo. El mismo se jactaba de haber instalado en medio de lo solemne 'una montaña rusa'".
El poeta chileno Rodrigo Arriagada Zubieta dijo que "a pesar de todas las discusiones académicas que suscitó el término antipoesía, cabe decir que ella fue simplemente poesía. Ante una lírica hermética del Chile de los 30 y 40, Parra reaccionó optando por 'el lenguaje de la tribu'". Y agregó: "El gran logro de Parra fue romper con la inteligencia de la poesía, con su 'logos' canónico, sustituyendo una poesía de análisis por una versificación sintética".
"El poema parriano se reduce a una mínima expresión: decir la realidad en unos cuantos giros expresivos, reflejar la conmovedora existencia del individuo en una patética situación vulgar y concentrar el lenguaje poético en una espiral de creciente intensidad; esos son los logros que hacen de Nicanor Parra un poeta fundamental de nuestra tradición", apuntó Arriagada Zubieta.
El argentino Mario Arteca, a su turno, reflexionó: "¿Qué es lo que uno vio en Parra, más allá de la etiqueta de la antipoesía? Lo que vio, a los 20, 22 años, en una vieja edición chilena conquistada en una librería en libros de usados, era una libertad de traslación de la tradición literaria con la vanguardia presente, en ese momento. La noción de que el humor podía ser posible y la crítica social una posibilidad". Y afirmó: "Nicanor fue eso, lo inesperable. ¿Qué hace falta para alguien le prometa el cielo a los lectores sin que ellos lo quieran? Bueno, eso es Parra, sin creencias previas. Estoy con Parra: para pensar en el cielo no hace falta creer en nada. Solo en el cielo. Es decir, nada especial".
Finalmente el poeta cubano Víctor Rodríguez Núñez apuntó: "El héroe de los poemas de Parra es la persona común, la gente de a pie, nadie excepcional. En ese sentido, es radicalmente anti-romántico. A la vez, Parra jamás ocultó que sus poemas fueran una representación de la realidad, nunca pretendió darnos a sus lectores la ilusión de que fueran la realidad misma. Y en este sentido es profundamente anti-realista. Esas son lecciones mayores, y por eso ha influido tanto y sentimos su pérdida".
Con información de Télam
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