¿El futuro llegó? Ya vimos cómo se amplían las dimensiones de los personajes, cómo los guiones se extienden y se tuercen de formas nunca antes vistas, y también presenciamos ampliaciones de las formas que hace que las películas se parezcan a gigantescos videojuegos en tres dimensiones. Pero no se vio, hasta ahora, un cambio en la televisión en sí, un cambio de paradigma que plantea nuevas formas de narración en función del gusto -o decisión editorial- del espectador. Parece haber llegado el momento. "No es un programa de televisión y tampoco una película", dice Steven Soderbergh, mentor del proyecto que asoma como el primer paso de una nueva era. "Es otra cosa", define el realizador estadounidense que debutó con una elogiada película de psicoanálisis y posmodernidad titulada Sexo, mentiras y video en 1989. Ahora de su mano, la primera serie "de diseño" llega a la televisión.
En noviembre del año pasado, Soderbergh lanzó exclusivamente en Estados Unidos Mosaic, una apuesta que no califica ni como película ni serie, sino más bien como una aplicación o incluso una suerte de videojuego interactivo. El proyecto se componía de 15 capítulos, en donde si bien estaba establecido cuál era el primero, el resto del desarrollo de la historia quedaba en manos de cada usuario, con múltiples opciones al momento de continuar la trama. Soderbergh insistió en aclarar que la serie no seguía el formato de "elige tu propia aventura", ya que el usuario no podía alterar la trama. Lo que sí podía era escoger el punto de vista desde qué personaje se prefería verla, lo cual generaba interpretaciones muy distintas de los acontecimientos. Si un espectador lo deseaba, podía volver atrás y ver el mismo hecho, pero desde la perspectiva de otro protagonista. El final no era fijo, sino que en varios momentos se podía dar la historia por cerrada.
Tras ese revolucionario experimento, la serie se estrenará a nivel mundial por HBO el lunes 22 de enero, como una miniserie de seis capítulos de una hora, y un doble capítulo final el viernes 26. Y si bien la app no estuvo ni estará disponible fuera de los Estados Unidos, la emisión en otra plataforma permite acercarse a la "experiencia". Su disponibilidad en simultáneo en la página web de streaming HBO GO hará posible consumir los episodios de forma no lineal. Calificada como a new storytelling experience (una nueva experiencia narrativa), la historia es un drama de misterio que salta entre el pasado -cuando uno de los personajes desaparece en dudosas circunstancias en vísperas de Año Nuevo-, y un futuro vivido cuatro años más tarde, donde la policía todavía intenta resolver ese hecho. Olivia Lake (Sharon Stone), una famosa escritora e ilustradora de literatura infantil que había decidido vivir en el pintoresco condado de Summit, estado de Utah, como una forma de alejarse de los peligros de la gran ciudad, desaparece de su hogar, y su amante Eric (Frederick Weller) es encarcelado por su asesinato. Cuatro años después la hermana de Eric, Petra (Jennifer Ferrin), aparece para tratar de limpiar el nombre de Eric y su investigación casera recae sobre Joel (Garrett Hedlund), eventual huésped al momento del hecho, y Nate (Devin Ratray), un policía local que trabajó en el caso.
Para Soderbergh "ésta fue la producción más trabajosa de la que jamás había formado parte. Hicimos mucho experimentos, reconstrucción y reestructuración durante la edición. Cuando empezamos, teníamos más de 40 nodos decisivos de relato y eso resultó ser demasiado: los prototipos no fueron lo suficientemente interesantes como para atraer a la gente hacia los personajes y la narrativa. Terminamos simplificando todo". El guión original tenía más de 500 páginas y fue escrito a partir de un singular sistema de tarjetas y notas con códigos de colores, para que personaje presentado, cada escena y el punto en el que podrían ser "elegidos" para hilar la trama, no revelen ningún detalle, demasiado tarde o demasiado pronto. Un trabajo de orfebrería narrativa que llevó años. Y que a juzgar por el perfil obsesivo de Steven Soderbergh -alguien que dirige a los actores, pero también escribe los guiones y se encarga de la fotografía y edición de sus proyectos-, no le podía caber a casi nadie más.
Todo fue diseñado. Casey Silver, ex jefe de Universal Pictures, estaba tratando de desarrollar una nueva forma de contar historias. En 2012, cuando Soderbergh promocionaba su película Magic Mike, Silver se acercó a él con una idea bastante rudimentaria de cómo utilizar la tecnología disponible a través de smartphones y aplicaciones para permitir a los espectadores interactuar más directamente con los personajes que estaban viendo. Soderbergh se mostró interesado pero cauteloso: no quería hacer nada que pareciera un "juego". Siguieron hablando y según cuenta el director, "aquello rápidamente evolucionó hacia algo que fue más allá del concepto original, y se acercó más al territorio donde terminamos". Cuando Silver y sus socios -uno de los cuales es el psiquiatra de la UCLA Dan Siegel- originalmente desarrollaron su idea a principios de la década de 2000, era un concepto bastante amplio sobre contar historias metiéndose en la mente de los personajes. La tecnología necesaria para hacer eso ni siquiera existía todavía. Una década más tarde, sucedió. Así comenzaron a trabajar con el guionista Ed Solomon en un prototipo de una pieza narrativa de ramificación. Dos compañías rechazaron el proyecto (Soderbergh evita mencionarlas públicamente) pero el CEO de HBO, Richard Plepler, lo vio y no los dejó salir de su oficina de Nueva York hasta que hubieran llegado a un acuerdo. Literalmente, según cuenta el director.
La "versión" televisiva no ofrece las posibilidades de interactividad que prometía la app, pero tiene su encanto en la edición del relato, una marca distintiva de su responsable (recordar si no, el mecanismo de relojería puesto al servicio de La gran estafa y sus secuelas). Por eso durante el rodaje, Soderbergh tuvo mucho cuidado con lo que sus actores sabían y no sabían. A ninguno se le dio una versión completa del guión y en muchos casos les ayudó a no saber si ellos eran el protagonista, el antagonista o ninguno de los dos. El director les decía si su personaje iba a mentir o decir la verdad en un momento dado, pero eso era todo. "El cliché de que cada actor cree que la película es sobre ellos, en este caso realmente se cumplió", dice con picardía. "Realmente no quería que leyeran las páginas de las escenas y los alenté a que se entregaran a ese pensamiento narcisista, que soy el centro de este universo".
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