Hubo un momento, precisamente en marzo de 1978, en el que el éxito de los Bee Gees fue tan colosal que llegaron a dominar la mitad de las posiciones del top 10 de Billboard de la mano de "Night Fever" y "Stayin' Alive" y de las composiciones que escribieron para la cantante y actriz de musicales Yvonne Elliman ("If I Can't Have You"), la australiana Samantha Sang ("Emotion") y para Andy, el menor de los hermanos Gibb ("(Love Is) Thicker Than Water").
Tal primacía en los rankings no se veía en los Estados Unidos desde la explosión de la Beatlemanía en 1964. Por si fuera poco, el 2% de las ganancias que obtuvo la industria discográfica ese año se debió a la venta de sus discos.
Nacidos en la isla inglesa de Man, pero criados en Australia, los hermanos Barry, Robin y Maurice Gibb empezaron su carrera como artistas infantiles a fines de la década del '50 y para 1966 ya habían cosechado su primer hit en Oceanía, "Spicks And Specks".
Al año siguiente, lograron hacer pie en Inglaterra y Estados Unidos, donde gracias al soft rock con reminiscencias al soul de Otis Redding y el pop de los Everly Brothers de canciones como "New York Mining Disaster 1941", "To Love Somebody", "Massachusetts" y "I Started A Joke" lograron posicionarse como uno de los talentos más prominentes de 1967, o por lo menos así los presentaba el productor Robert Stigwood, colega del manager de The Beatles Brian Epstein, principal responsable de llevarlos a lo más alto.
En 1969 se animaron a editar Odessa, un ambicioso álbum doble conceptual con guiños al country y a la música progresiva que contiene las baladas "Melody Fair" y "First Of May" y la americana "Give Your Best", que dos años más tarde serían incluidas junto con otras canciones del grupo en la banda sonora de la película británica Melody.
Para el final de la década, el trío estaba agotado y había perdido el rumbo. Más allá de algún que otro hit ("Lonely Days", "How Can I Mend A Broken Heart", "Israel"), habían quedado anacrónicos. En 1974 regresaron al soul con el álbum Mr. Natural, pero despertó poco interés. Por eso, en 1975, los Bee Gees empezaron a mirar con atención un género que comenzaba a consolidarse, la música disco.
La música disco es una derivación del funk y de la corriente del soul proveniente de Filadelfia adaptada para las pistas de baile que se desarrolló en los clubes nocturnos de Nueva York, combinado con elementos de la música latina y la psicodelia. Por primera vez, el pulso rítmico era lo más importante de la canción, una concepción que alteraría la manera de componer éxitos hasta la actualidad. Las composiciones debían mantener cierta repetición para poder ser bailadas y tener una duración considerable para generar un clima candente. Así, "Love To Love You Baby", el primer éxito de Donna Summer, tuvo una versión de casi 17 minutos que, producida por el italiano Giorgio Moroder, se convirtió en un himno y coronó a Summer como la reina indiscutida del género.
Uno de los primeros hits en trascender las discotecas fue "Love's Theme" de la Love Unlimited Orchestra de Barry White (1974). Durante el siguiente lustro, la música disco consagraría a artistas como Gloria Gaynor, Sylvester, Chaka Khan, KC and the Sunshine Band, Village People (que regrabaría su clásico "Macho Man" con el pato Donald para un álbum disco de Disney) y Chic, que llevaron el estilo a otra dimensión.
Para muchos, se trató de una música superficial y banal. Para otros, fue una manifestación del fin de la guerra de Vietnam, una fiesta en la que todas las minorías segregadas eran bienvenidas (latinos, afroamericanos, homosexuales). Para los Bee Gees, en cambio, fue el boleto de regreso al éxito.
Durante la grabación de su decimotercer álbum, Main Course, el productor Arif Mardin les sugirió que compusieran canciones más bailables. Así es cómo nació "Jive Talkin'", su primera incursión en la música disco. Para "Nights On Broadway", Barry Gibb improvisó un falsete que se volvió la marca registrada del grupo en lo que sería su segunda etapa de éxitos ininterrumpidos.
Al año siguiente vino Children Of The World con la ultrabolichera "You Should Be Dancing" y en diciembre de 1977 y los primeros meses de 1978 los Bee Gees romperían todas las marcas imaginables con la banda sonora de una película que se convertiría rápidamente en un clásico del cine, Saturday Night Fever (Fiebre De Sábado Por La Noche).
El film, protagonizado por John Travolta y Karen Lynn Gorney, fue un éxito de taquilla y mostró como ninguna el ambiente de las discotecas de Nueva York y la forma de vida de sus habitués. Travolta interpreta a Tony Manero, un joven ítaloamericano que durante el día tiene un trabajo mediocre y una mala relación con sus padres, pero que por las noches se convierte en el rey de la pista de baile.
Lo más interesante de Saturday Night Fever es que su guion está inspirado en un artículo de la revista New York titulado "Ritos tribales de la nueva noche del sábado", escrito por el periodista de rock Nik Cohn. Supuestamente debía ser una nota sobre la escena y subcultura disco, pero Cohn inventó una crónica sobre un muchacho que frecuentaba los clubes nocturnos de Manhattan y que, aunque apócrifa, sirvió de inspiración para que el director John Badham y el guionista Norman Wexler le abrieran al público las puertas de un mundo lleno de bolas de espejo, luces estroboscópicas, DJs que mueven a las masas y zapatos de plataforma.
Los Bee Gees fueron los encargados de ponerle ritmo a la agitada vida de Tony Manero con las canciones que iban a formar parte de su siguiente álbum. El destino quiso que integraran la banda sonora de una de las películas más exitosas de los '70. Ahí están los clásicos inoxidables "Stayin' Alive", "How Deep Is Your Love" y "Night Fever", junto con las composiciones de su autoría "If I Can't Have You" y "More Than A Woman", interpretadas por Yvonne Elliman y Tavares, respectivamente.
¿Qué hace a estas canciones tan irresistibles? La clave está en la fusión perfecta de raíces blancas y negras que permite que suenen increíblemente bien tanto en la radio como en las discotecas.
La música de Saturday Night Fever vendió más de 20 millones de copias (es la segunda banda sonora más exitosa de la historia, sólo superada por la de El Guardaespaldas, en 1992) y dio inicio a la era de oro de la música disco. Muchos artistas del rock quisieron sacar rédito de la masividad que había adquirido el género y se animaron a grabar sus propias canciones aptas para las pistas, como Rod Stewart ("Da Ya Think I'm Sexy?"), The Rolling Stones ("Miss You"), Kiss ("I Was Made For Lovin' You"), David Bowie ("John I'm Only Dancing (Again)"), Queen ("Another One Bites The Dust"), Electric Light Orchestra ("Last Train To London") y hasta Pink Floyd ("Another Brick In The Wall").
Sin embargo, para el productor Bill Oakes, que supervisó la banda sonora de Saturday Night Fever, ni la película ni el álbum dispararon la popularidad de la música disco, sino que, en realidad, lo que hizo fue prolongarla. Según su punto de vista, "le dio una bocanada de aire fresco a un género que se estaba muriendo".
Tan errado no estaba. Luego de la hegemonía de los Bee Gees durante todo el '78 -que incluyó la composición del tema principal de la película Grease interpretado por Frankie Valli-, en los primeros meses de 1979 editaron Spirits Having Flown, que tenía los hits "Too Much Heaven", "Tragedy" y "Love You Inside Out". Pero para la mitad de ese año, el disco había sido desbarrancado de los rankings y ya nadie quería escucharlo, ni siquiera a los hermanos Gibb. Conforme se acercaba la década del '80, la sociedad se volvía cada vez más conservadora. Ya no había espacio para el estilo de vida promiscuo y liberal de las discotecas.
Las radios comenzaron a programar fines de semana "libres de la música de los Bee Gees", apareció un movimiento anti-disco que vestía remeras con las consignas "Muerte a la música disco" y "Mata a los Bee Gees", y en julio de 1979 una radio de Chicago organizó en el estadio del equipo de baseball White Sox una "Noche de Demolición de Música Disco", en la que los asistentes debían llevar sus vinilos para destruirlos. El evento, que tuvo su clímax cuando se hizo explotar un contenedor con más de diez mil álbumes del género, terminó con incidentes con la policía y hechos de violencia.
Tras la caída de la música disco, los Bee Gees comenzaron a colaborar y a escribir canciones para otros artistas como Barbra Streisand, Dionne Warwick, Diana Ross, Kenny Rogers y Dolly Parton. Recién en 1987 volvieron a grabar los tres juntos y obtuvieron su último número uno, "You Win Again".
El resto del movimiento volvió a recluirse en los clubes del underground, pero la semilla ya estaba plantada. En los años siguientes la música disco sería rescatada por el Hip-Hop, el post-punk, la música electrónica y en los 2000 gozaría de un revival de la mano de artistas como Jamiroquai, Daft Punk, Kylie Minogue, Madonna y Robbie Williams.
La fiebre por el disco fue fugaz, pero por un tiempo logró integrar a muchos que hasta ese momento estaban relegados. A 40 años de la película y las canciones que le dieron su forma definitiva, esa música dejó un legado que todavía puede hacer bailar a cualquiera.
LEA MÁS:
¿Cómo fue el último día en la vida de John Lennon?
El mítico Neil Young comparte 5 décadas de su música de manera gratuita
________
Vea más notas de Cultura