Una revolución se vive por estos momentos en la Universidad de Oxford. Es que sus investigadores más eruditos han descubierto algo que podría cambiar parte de la historia tal como la conocemos. Descubrieron una copia original griega de una escritura cristiana herética, que describe las enseñanzas secretas de Jesús de Nazareth a su "hermano Santiago", tal como lo nombra.
Son varios fragmentos en griego del siglo V o VI —todavía no fue determinado con exactitud— del Primer Apocalipsis de Santiago, un texto inédito que fue hallado por estudiosos religiosos —Geoffrey Smith y Brent Landau— de la Universidad de Texas, que se encontraban realizando sus investigaciones en aquella alta casa de estudios británica.
"Decir que estábamos emocionados una vez que nos dimos cuenta de lo que habíamos encontrado es una subestimación. Nunca sospechamos que los fragmentos griegos del Primer Apocalipsis de Santiago sobrevivieron desde la antigüedad. Pero allí estaban, justo enfrente de nosotros", indicó el profesor Smith.
En los textos —los que jamás serán reconocidos por la Iglesia como revelados por Dios— Jesús narra a Santiago información sobre el reino celestial y profecías, incluida la muerte del discípulo al que llama Santiago. "El texto complementa el relato bíblico de la vida y el ministerio de Jesús al permitirnos acceder a conversaciones que supuestamente tuvieron lugar entre Jesús y su hermano, enseñanzas secretas que permitieron a Santiago ser un buen maestro después de la muerte de Jesús", dijo el académico, según publicó el diario español ABC.
El trazo del texto descubierto llamó la atención de los eruditos. Según el estudio hecho sobre aquel, además de en el contenido, se detuvieron en cómo había sido escrito, lo que, aseguran, se trataba de un texto utilizado por un maestro para ayudar a sus estudiantes a aprender a leer y a escribir.
"El escriba ha dividido la mayor parte del texto en sílabas mediante el uso de puntos medios. Dichas divisiones son muy poco comunes en los manuscritos antiguos, pero aparecen con frecuencia en manuscritos que se utilizaron en contextos educativos", dijo Landau.
Los 27 libros que componen el Nuevo Testamento fueron establecidos por Atanasio, obispo de Alejandría, en el año 367, en su definitiva Carta de Pascua, por la cual ningún otro texto podría agregarse a la "palabra divina" allí establecida. Es por eso que sería imposible que una obra considerada apócrifa hasta por los propios investigadores sea incluida en el índice de los evangelios.
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