Por Lucía Matusevich
La manera de consumir música está mutando: el concepto de álbum no es igual al que se tenía hace 20 años y la industria y los oyentes se están adaptando a los cambios. Antes no había posibilidades de tener toda la música deseable al alcance de una aplicación en el celular. Para conocer nuevas canciones había que prestarle atención a la radio y a las novedades que recibiera la disquería amiga y, de a poco, se iba formando una colección. Hoy, la biblioteca de casa tiene tanto lugar como la de Spotify y ambas encontraron la forma de convivir: esto no se trata de elegir entre vinilo, CD o streaming o si uno es mejor que el otro, sino de entender el cambio.
La industria de la música grabada, en 2016, tuvo su mejor año, en cuanto a ganancias, desde 1998. En Estados Unidos, sus ingresos aumentaron en un 11.4%, según The Recording Association of America (RIAA), y llegó a acumular un estimado de 7.7 billones de dólares (es un número interesante, pero no llega ni a la mitad de los beneficios de 1999). ¿Cuál es el causante de esta mejoría? El streaming (Spotify, Tidal, Apple Music, entre otros): en 2015 había 10.8 millones de usuarios; para 2016 la cantidad aumentó a 22.6 millones, es decir, un 114% más de subscripciones.
La reacción lógica a estos datos sería que las ventas de formatos físicos, CD y vinilo, estuvieran decayendo al punto de desaparecer. Sin embargo, en 2015 el vinilo se reincorporó: solo con sus ventas acumuló 416 millones de dólares, desde 1989 que no lograba un número tan alto. Para los '90, entonces, el vinilo fue olvidado y destronado por el CD, que hoy tiene las peores ventas de su historia: si bien el CD, el año pasado, representó el 70% de las ganancias del formato físico, de 2015 a 2016 su demanda decayó en un 21%.
Para mediados de 2017, la torta se divide de la siguiente forma: streaming 62%, descargas digitales 19% y físico 16%. Y parecería que no hay retorno: bienvenidos a la época del formato digital de la música. Un momento de la historia de la industria en el que la democratización permite que todo el mundo tenga, por unos pocos dólares, la discografía entera de The Beatles. Y aún así, Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band ya vendió más de 39.000 copias de vinilo en 2017, su cuarenta aniversario. ¿Cómo pueden convivir lo físico y lo digital, fenómenos que a simple vista parecen casi opuestos?
La industria de la música está en un proceso de redefinición. La evolución viene de la mano de los artistas también. 2016 fue el año en el que la lista de Billboard 200 colocó a The Life Of Pablo, de Kanye West, en el puesto número 1. ¿Cuál es la peculiaridad de este álbum? No tiene formato físico, solo existe en digital. El disco se había lanzado en febrero, exclusivamente a través de Tidal, pero sufrió varios cambios luego de ser publicado: West describió su nueva obra como algo que vive, respira y cambia. El rapero afirmó que este sería el fin del álbum como formato dominante.
En la misma línea que Kanye, Chance The Rapper lanzó su mixtape Coloring Book, en mayo de 2016, solo a través de Apple Music. En su primera semana, el álbum llegó a estar octavo en la lista de Billboard 200: es el primer disco de la historia en acomodarse en dicho puesto gracias y solo gracias al streaming. También ganó el Grammy de 2017 a mejor álbum de rap: esta es la primera vez que se lo dieron a un artista que publicó su trabajo solo a través de un formato digital.
Beyoncé, en 2013, grabó y planeó un álbum en secreto. El resultado fue Beyoncé, un disco que causó sorpresa. Cuando la artista habló del mismo, explicó que la idea que tuvo fue la de reinstalar el significado y la emoción de un evento musical, contra el hype que se crea alrededor de los singles. Esta técnica de "bomba musical sorpresa" es la misma que utilizó Radiohead en 2016 con A Moon Shaped Pool: el disco se publicó un domingo, cuando los lanzamientos son los viernes. La banda liderada por Thom Yorke fue la que en 2007 permitió que todos se descargaran In Rainbows al precio que le pareciera justo (y $0 era una opción). Dos ejemplos que muestran cómo la agenda musical está marcada por otro tipo de divulgación del álbum.
Por eso la vuelta del vinilo resulta curiosa. ¿Revalorización de lo vintage y de la colección? ¿Búsqueda de mejor fidelidad a la hora de escuchar? Puede que un poco de todo. La tendencia sería la siguiente: casi todos los álbumes puede encontrarse hoy en vinilo, sean viejos o nuevos. David Bowie fue el protagonista de este formato en 2016: su último lanzamiento, previo a su muerte, Blackstar y sus clásicos The Rise And Fall Of Ziggy Stardust y Hunky Dory estuvieron entre los 40 vinilos más vendidos. La pérdida del Duque Blanco podría explicar el porqué de la revalorización de su cuerpo de trabajo.
También hay que tener en cuenta que el renacimiento del vinilo, para los que siempre fueron coleccionistas, está muy relacionado al hecho de no perder la conexión con el formato físico. No se trata de una cuestión material, sino de bajar a tierra la música: con el streaming, se pierde un poco la idea romántica de buscar un álbum por siglos, encontrarlo y, finalmente, escucharlo para luego ubicarlo en la biblioteca de discos. Solo es cuestión de gustos.
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