Margaret Atwood publicó Alias Grace en 1996, cuando ya era una escritora consagrada. Alias Grace es una novela basada en un hecho verídico, el caso de Grace Marks, una joven inmigrante irlandesa que en 1843 fue acusada de asesinar, junto con un peón de la misma casa, a sus patrones. Nunca se pudo probar si realmente la joven había formado parte del plan de asesinato pero pasó su vida en psiquiátricos y cárceles de Canadá.
La trama de la novela respeta el tiempo cronológico del evento y transcurre en el siglo XIX, en una Canadá conservadora y en plena salida de la colonia. Grace ha llegado al nuevo continente junto con su padre y sus hermanos, huyendo del hambre en Irlanda. Su madre muere en el barco que los traslada y su padre, un alcohólico violento y abusivo, enviará a Grace a trabajar a la corta edad de 14 años. La muchacha llega a una casa en la que conocerá a quien será su única amiga en la vida, Mary, su compañera de cuarto. Una niña revolucionaria, de ideas independientes, que muere a causa de un sangriento aborto. Grace se muda de casa y llega al lugar donde eventualmente participará del asesinato del dueño de la casa y de su odiosa ama de llaves. Su compañero de trabajo en la granja es acusado de haber sido el ejecutor de las muertes por pedido de Grace.
O no. Grace tuvo una infancia espantosamente pobre, plagada de momentos difíciles, hambre, miseria y violencia. Y Mary sigue siendo su mejor amiga, pero ella no mató a sus empleadores. Es más, intentó prevenirlos y avisarles del plan macabro del peón.
O no. Grace tuvo una infancia horrible, sin madre y con padre abusivo. Y Mary sigue siendo su mejor amiga y ella misma asesinó a sus empleadores.
Grace y sus alias
La joven irlandesa es una condenada ejemplar. Tiene el don del orden y la tranquilidad, es trabajadora y lee la Biblia. Dedica mucho de su tiempo a coser edredones con símbolos: el árbol de la sabiduría, el árbol del Paraíso o el jardín del Edén. Los edredones se cosen con retazos, con restos de otras telas, de otras vestimentas, las que ya no se usan.
El edredón es una tarea colectiva y muy femenina que se construye entre murmullos, secretos y confesiones. Y eso es lo que Grace hace con la historia que le cuenta detalladamente al psiquiatra que comienza a entrevistarla de manera obsesiva: le teje un edredón con la historia de su vida. Le cuenta lo que él quiere escuchar, lo que combina en la trama, aquello que la hace ver en sintonía con la sociedad que la rodea, con las expectativas que sobre ella se tienen. Le pone colores donde antes había oscuridad y hace dobleces a la confesión pública de los asesinatos. Pero nosotros, los lectores, leemos su mente. Vemos cómo condiciona su discurso a las diferentes situaciones y qué es lo que realmente ella cree.
A medida que avanza la novela vamos reinterpretando los gestos, los hechos y las propias palabras de Grace y de esa manera vamos también creando también nuestro propio edredón de emociones y prejuicios. La juzgamos, descreemos, nos apiadamos, nos enojamos. Nos ocurre lo mismo que les sucede a todos los personajes que la rodean y se sienten más de una vez perplejos frente a las reacciones inesperadas de Grace o frente a sus comentarios. Alias Grace derrama ironía y multiplicidad de voces para enfrentarse a los dilemas del mundo femenino en el siglo XIX y un poco menos en el XX y hasta hoy: las expectativas, el hambre, el matrimonio fingido o la prostitución, la simulación como método de supervivencia. Todas cuestiones que Grace entiende perfectamente.
Netflix produjo, junto con la televisión pública canadiense, una miniserie que sigue puntillosamente la trama de la novela y le pone el cuerpo a una historia actual y dolorosa. En seis capítulos sin desperdicio podemos acceder a los pensamientos y recuerdos de Grace en largos y bien detallados flashbacks que mantienen la atención y logran llevar la complejidad de la novela a buen puerto. Imperdible, con una fotografía deslumbrante y una composición de época maravillosa, la serie Alias Grace retoma los diálogos casi exactos y los monólogos interiores de la protagonista con una cadencia que no cesa y que envuelve inevitablemente al espectador.
Los depredadores sexuales, el cuerpo femenino como objeto a poseer, la imposibilidad de expresar las ideas propias sin parecer una loca, o una puta, o una renegada, de todo eso habla la novela y también la serie. Alias Grace podría ser alias Mariana, o Alias Juana, o alias todas nosotras, que muchas veces nos vimos envueltas en el edredón que se teje por encima y por afuera de nuestras propias expectativas, deseos y necesidades. Alias es un nombre que encubre al propio, es el nombre que damos cuando no queremos, o no podemos expresar nuestra verdadera identidad. Es una negación.
Margaret Atwood escribió Alias Grace en los 90 basándose en un hecho verídico ocurrido en el siglo XIX. Netflix la produce en el 2017 y su actualidad es tan contundente que parece haber sido escrita hoy.
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