Conectar los saberes milenarios con los avances tecnológicos de la actualidad no es tarea sencilla. Indagar en la esencia humana, intervenida por el capitalismo, tampoco. Estos son solo algunos de los temas en los que el escritor colombiano Mario Mendoza aborda en su última obra, El libro de las revelaciones (Planeta).
Mendoza, quien suele recrear historias de su país natal, busca profundizar en las relaciones cada vez más estrechas entre los descubrimientos modernos y la cultura espiritual fundacional de las sociedades. La inconformidad ante el presente y la curiosidad por esa idea ajena llamada "futuro" marcan el camino de un autor, que busca exponer la la fragilidad de ser humanos, a través de ensayos, investigaciones y reflexiones.
El capitalismo y el éxito son analizados por una pluma directa, que por momento parece inmiscuirse en la literatura fantástica, como en la ciencia ficción, pero que vuelve a la realidad, para llevar al lector a recorrer la historia y tener otra mirada de su existencia cotidiana.
-¿Qué hay detrás de su nueva obra El libro de las revelaciones?
-Lo vine preparando desde libros anteriores en los que iban quedando temas sueltos por fuera. Trabajé sobre asuntos psiquiátricos, enfermedades, patologías raras, extrañas. Hay un libro anterior que se llama Para normal Colombia que era el deseo de abrir la puerta hacia temas que no tratamos usualmente en el realismo colombiano por las circunstancias de la guerra, por la impronta nuestra: el sello principal, el realismo y el hiper realismo. Nosotros no tenemos una tradición fuerte de literatura fantástica, de ciencia ficción, de literatura de anticipación y yo quería echar un vistazo a otros imaginarios, que fue la razón por la que hice Para normal Colombia. A lo largo de todas esas obras iban quedando temas, personajes, cosas que en la libreta, en el cuaderno de notas de un escritor, se pueden convertir más adelante en libros y en textos, que eso fue lo que hice.
-"Escribir es resistir" dice al final. ¿Qué significa?
-Yo creo que ha habido tres ataques o tres momentos de cambios, en los últimos años: 1989 que es la caída del muro de Berlín, la caída principalmente de la Unión Soviética; el 2001 que es el ataque a las Torres Gemelas, todo lo que vaya contra el establecimiento inmediatamente es censurado, vigilado, perseguido. Se le acuña un término que es terrorismo. Y el año más duro de todos fue el 2008–2009 que es el ataque de Wall Street. Ese ataque, según el profesor Noam Chomsky, es el cambio del capitalismo salvaje al capitalismo depredador. Eso significa que la gente cree que estamos en el mismo capitalismo y no, hemos cruzado un umbral y hemos entrado en otra época y en otro tiempo. Capitalismo depredador significa que ahora vienen por los impuestos. Ahora vienen por el dinero público. Esos momentos han sido terribles, han sido dolorosos, han sido momentos en los cuales América Latina ha tenido que sostenerse casi al borde de un abismo, de un precipicio.
-Repite varias veces "capitalismo es igual a ego exacerbado", ¿cuál es la relación entre ambos conceptos?
-Sí. Eso en realidad tiene que ver con Byung-Chul Han, filósofo alemán de origen coreano, que ha publicado unos extraordinarios libros en los últimos años en donde dice que el capitalismo primero te crece el ego, te lo infla, tu todo lo puedes, estamos esperando mucho de ti, eres una persona muy inteligente, eres una persona extraordinaria. El ego te conduce casi a sobreactuarte, te obliga a cubrir unos horarios que físicamente a veces no puedes, te lleva también a tomar la cámara del celular y hacer selfie, selfie, selfie, yo aquí, yo allá, yo, yo, yo. Yo pronombre personal de la primera persona del singular. Un exceso de yo, es un exceso de sufrimiento, tarde o temprano te vas a dar cuenta de que no estabas llamado a grandes cosas, que no eres excepcional, que no eres un líder, que no eres una persona como tú mismo te cultivaste o te viste gracias a la trampa de ese capitalismo, cuyo objetivo principal es explotarte. Es decir, cuyo objetivo principal es que termines tomando mucha Coca Cola, mucho café, Red Bull, incluso puedes tomar anfetaminas, cocaína, drogas ilícitas, para poder multiplicar tu rendimiento. Los atletas, los deportistas, hacen un poco de ese juego y al final quedas derrengado en una cama y no te puedes parar y estás deprimido.
-¿Cómo se debería vivir entonces?
-No me pasa porque pertenezco al área de literatura, de arte, no llevo ese tipo de vida. No me he creído eso. Pero si a mí me dijeran que dictara un seminario, a mí me encantaría dictar un seminario de antiliderazgo. Yo sería feliz diciéndole a la gente: "Usted no es nadie, usted no es nada, haga la fila como todo el mundo. Respete a los demás, inclínese, sea humilde. Le pueden pasar cosas terribles en su vida, acéptelas. No pasa nada. Usted no es una gran persona. Usted es una persona común y corriente". Creo que eso multiplicaría la democracia participativa, el respeto por el otro, el dar el paso, el pedir excusas, el saludar todos los días a la persona que está haciendo el aseo, a la persona que te sirve la comida y no, el capitalismo lo que te enseña es lo contrario, el desprecio, el desdén por el otro, la competitividad.
-¿Se perdería el deseo?
-No. Se perdería de alguna manera el estar atrapado en ti mismo y el estar gobernado. Porque es un paquete que te venden, tú eres una gran persona, tú vas hacer dinero, tú tienes que subir, tú tienes que trepar, tienes que dar codazos, tienes que dar mil cosas para llegar a un lugar que se llama el éxito, el triunfo y eso significa también que puedes terminar como Michael Jackson, que dormía como un indigente en la cocina de Neverland. Las personas muy famosas están deprimidas, no tienen con quién hablar, no pueden salir a la calle. Esa es una carrera completamente inútil.
-¿Qué es el éxito para usted?
-La resistencia. La resistencia a través del pensamiento. Decíamos ahora off the record que si algo tiene América Latina que entender es el patrimonio inmaterial que es la inteligencia, la creatividad. No hay un solo país en el planeta que haya salido, Corea del Sur, la India, Singapur, sin patrimonio inmaterial. No importa qué tenis usas, no importa qué celular, no nos importa el departamento donde vives ni si la ropa es de marca o no, eso es irrelevante. Lo que importa es qué tienes en tu cabeza, qué lees, dónde está tu capacidad creativa. Eres significativo o no socialmente a partir de tu inteligencia y eso es lo que creo que tenemos que entender en todo el continente.
-Otro de los temas que habla en el libro es el tiempo como un espiral.
-Que creemos que el tiempo es lineal. Es una imagen del siglo XIX. El siglo XIX creía en el progreso, creía que avanzábamos, que por el hecho de pasar por los carruajes, a los carros y a los trenes y a los aviones, íbamos avanzando y es una falsa imagen de la tecnología. La verdad que eso termina en la Segunda Guerra Mundial, en un desastre, terminamos lanzando bombas atómicas, construyendo campos de exterminio y masacrando el planeta, a las demás especies, cambiamos el clima, abrimos un hueco en la capa de ozono. Es decir, no vamos hacia adelante. Eso es falso. Parecería todo lo contrario. Parecería que estamos acercándonos a un final inminente, a una debacle de grandes dimensiones, producto de nuestro ego exacerbado. Ese hombre occidental que se sigue creyendo todo poderoso, que puede consumir, que puede destruir bosques, que puede tragarse los animales del planeta entero y no es así.
-¿Cree que la mayoría de las personas no se cuestionan lo que usted plantea?
-Claro. Por supuesto. Hay un embrutecimiento general y eso nos conduce a lo que un filósofo francés decía, que nosotros somos una especie muy rara y muy curiosa porque se nos avecina un choque contra un iceberg y lo único que se nos ocurre es ir más despacio. A nadie se le ocurre timonear o vivir de otro modo. Tratarse con los demás de otra manera. Lo único que hacemos es desacelerar pero no estamos tampoco desacelerando. La salida de Trump y de los Estados Unidos, por ejemplo, de la Convención de París y de la de Marrakech, va a generar más miseria, más contaminación, más hambre.
-¿Qué otra cosa recomienda para no caer en ese lugar común?
-Tiempo libre. Ocio creativo. Y una cultura de no ego que es una cultura de respeto por el otro y de no envanecerse. A nosotros nos amenazan con una palabra que es looser. No debes ser un looser. No puedes ser un perdedor o una perdedora. No pasa nada. No hay que tenerle miedo a eso. Hay que renunciar a los trabajos que no nos hacen felices. No hay que estar en una relación de pareja que no nos hace feliz. No hay que sostener un estatus si de pronto no lo podemos sostener. No le tenemos que tener miedo a la pobreza o a la necesidad. Muchos de nuestros padres y nuestros abuelos pasaron guerras y fueron personas muy dignas en medio de la necesidad. El capitalismo nos hace creer que eso es casi vergonzoso y no lo es. Lo que es vergonzoso es tener mucho dinero y ser un estúpido, ser un imbécil, ser un idiota. En las nuevas medidas de Naciones Unidas tú puedes tener muchísimo dinero y ser un indigente, puedes tener carros, camionetas, propiedades inmobiliarias, cuentas en el extranjero y ser un subnormal. Lo que yo creo que hay que enseñarle a las nuevas generaciones es: "No te preocupes por ahorrar, no te preocupes por el dinero, no te preocupes por tener trabajos bien pagos, preocúpate por ser una persona inteligente, una persona que lee, que ve buena pintura, que ve buen cine".
-¿En qué momento de su vida se dio cuenta de esto?
-Yo tuve la fortuna de poder estudiar Filosofía y Letras y, en la medida que iba estudiando, me iba dando cuenta de que había que despertar y que despertar no es fácil porque es un paquete entero, tienes que desprenderte de mil conceptos, de mil ideas que te van proponiendo a lo largo del camino, pero creo que a la medida que iba escribiendo los libros, me iba dando cuenta cada vez más, de que no me interesa hacer la carrera que hace todo el mundo, no me interesa tener una familia, no me interesa tener hijos, no me interesa tener dinero, me interesa ser la obra y eso es algo completamente distinto.
-¿Qué sería 'ser la obra'?
-En el caso mío es el sentido profundo de mi vida. Yo creo que a uno no le enseñan qué es lo fundamental, que no es la plata ni el estatus, lo fundamental es cuál es el sentido profundo de tu existencia y a eso tienes que entregarte. Puede ser el deporte, puede ser el servicio, puede ser la comunidad, puede ser la creación, puede ser la música. Algún día vamos a estar en un consultorio y vamos a salir del consultorio y nos van a decir: "Cáncer, te quedan tres meses de vida". ¿Y de qué te agarras cuando sales? ¿Del dinero, de las propiedades, de la fama, del prestigio? ¿De qué te sirve tu ego ahí? Absolutamente de nada. Todo se pone en su justo lugar. Te queda el sentido profundo de tu vida. Y en el caso mío, ese sentido profundo es escribir y leer.
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