El psicólogo y psiquiatra suizo Hermann Rorschach – seguidor de la escuela de Freud – ganó fama mundial hace ya casi un siglo tras desarrollar el test que lleva su nombre, mediante el cual – a través de diez tarjetas con manchas de tinta – intentó demostrar cómo ciertos aspectos inconscientes de la personalidad podían ser descubiertos por medio de las asociaciones hechas con dichas figuras abstractas.
Nacido en Zurich el 8 de noviembre de 1884, era conocido por sus compañeros de escuela como "Klecks" o mancha de tinta en español dado que disfrutaba pasar su tiempo libre con su creando verdaderas obras de arte de llamativo diseño, con el líquido negro.
Ya adulto, Rorschach se inscribió en la escuela de medicina de la Universidad de Zurich, donde se destacó desde el primer momento no solo por su talento sino también por su agraciado aspecto físico.
Entre sus referentes intelectuales se encontraba la eminencia psiquiátrica de la época Eugen Bleuler, quien había sido profesor de Carl Jung. El entusiasmo de la era entre los círculos académicos por el psicoanálisis revivió el interés de Rorschach por sus manchas de tinta de la infancia.
Mientras todavía se encontraba en proceso de formación para convertirse en médico, el hoy referente de la psicología comenzó a mostrarle sus tarjetas con manchas a niños en etapa escolar, completamente fascinado por la variedad de respuestas que recibía al mostrar la misma figura.
Para julio de 1914, Rorschach regresó a Suiza tras mudarse con su esposa Olga Stempelin a Rusia por un breve período luego de graduarse. En la ciudad de Herisau, fue contratado como asistente al director del hospital psiquiátrico regional. Para 1921 escribiría su libro Psychodiagnostik que luego serviría de base para sus popular test.
Al día de hoy, luego de casi cien años de creado, el test de Rorschach continúa siendo criticado por miembros de la comunidad psicológica, lo que ha hecho que a lo largo de las últimas décadas sea calificado de pseudo ciencia.
A pesar de que el sistema comprehensivo de Exner desarrollado alrededor de 1960 aseguraba en su momento haber resuelto las falencias del test original – gracias a un sistema que logró que el análisis de los resultados pudiese objetivarse y sistematizarse – los detractores al test de Rorschach continuaban alimentando la controversia alrededor de su real utilidad.
Un nuevo libro del escritor y traductor Damion Searls titulado "Las manchas de tinta: Hermann Rorschach, su icónico test y el poder de la interpretación" reaviva la polémica al estudiar en profundidad el origen del test y buscar dar respuestas definitivas a los que todavía lo cuestionan.
"Las respuestas de las personas a las tarjetas de Rorschach revelaban mucho más de lo que su creador imaginó en un primer momento. Coeficientes intelectuales, carácter y personalidad, desórdenes de pensamiento y otros problemas psicológicos" explicó al autor.
Desde el primer momento Rorschach concibió su test más como una conversación que como un examen, dejando lugar a múltiples respuestas y permitiendo a los evaluados repasar las tarjetas en el orden que ellos prefirieran.
Searls destaca que lo importante para Rorschach era cómo las personas veían lo que veían, cómo asimilaban la información y la comprendían. "En definitiva, cómo los hacía soñar" explicó el autor.
Más allá de que la mayoría de las personas expuestas al test de Rorschach suelen ver mariposas o murciélagos, el rango de respuestas recibidas sorprendió desde el primer momento a su creador. Las tarjetas debutaron en 1921 y un año después Rorschach moriría de apendicitis a los 37 años.
Una vez traducida al inglés, la obra de Rorschach ganó gran popularidad en los EEUU donde fue catalogada como "rayos X mentales" convirtiéndose en el segundo examen de personalidad más popular a nivel nacional, con hospitales y escuelas entre sus adeptos.
El test comenzó a ser utilizado en contextos forenses, disputas por la custodia de niños y demandas por lesiones personales. Durante los juicios de Nuremberg, los criminales de guerra Nazi fueron sometidos a la evaluación de personalidad basada en manchas de tinta.
Pero con la creciente popularidad llegaron también las criticas. Investigadores descubrieron, tras evaluar su eficacia en el mundo real, que el test de Rorschach era menos útil que los sistemas basados en cuestionarios o boletas de calificaciones a la hora de evaluar el rendimiento laboral.
Otros estudios demostraron que los psicólogos eran más propensos a diagnosticar problemas mentales cuando se basaban en las tarjetas de Rorschach. Incluso se llegó a decir que arrojar una moneda era igual de efectivo a la hora de evaluar la aptitud de cadetes para entrar al servicio militar.
Los defensores del sistema han creado en la actualidad un sistema de evaluación superior para hacer del test de casi cien años de vida uno más riguroso. Las manchas originales han sido utilizadas en conjunto con nuevas tecnologías como los escáner por IRMf que rastrean la actividad cerebral en tiempo real y electroencefalogramas con el objetivo de estudiar la conexión entre el test con el sistema visual, la empatía y percepción.
Más allá de las nuevas aplicaciones expertos aseguran que el test nunca ha recuperado la popularidad alcanzada durante la década del sesenta y en la actualidad se encuentra al final de un listado de otros diez sistemas de evaluación más respetados en el mundo de la psicología.
"El test se convirtió en un símbolo de todo lo que a la gente no le gustaba de la psicoterapia. Demasiado lugar a la parcialidad y poco para la ciencia" explico Searls.
A pesar de su pérdida de popularidad, los tests de Rorschach continúan siendo admitidos en corte y en batallas de custodia tras un divorcio. Además son cubiertos por la mayoría de los sistemas de salud en los EEUU y son utilizados a gran escala por departamentos de recursos humanos a la hora de elegir a los mejores candidatos para una nueva posición.
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