Andrés Caicedo: 46 años después

El escritor colombiano se quitó la vida el 4 de marzo de 1977. La suya sigue siendo una de las obras más importantes de la literatura colombiana en el siglo XX

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El escritor colombiano Andrés Caicedo
El escritor colombiano Andrés Caicedo se suicidó en marzo de 1977.

Desde el primer momento en que decidió acabar con su vida, Andrés Caicedo supo siempre que podía partir tranquilo, sabiendo que había dejado una obra escrita digna del recuerdo.

Nacido en septiembre de 1951, el autor colombiano, uno de los más importantes para la literatura nacional durante el siglo XX, fue el primer y único niño de la familia Caicedo Estela. Llegó al mundo, sin embargo, precedido por la muerte de otros dos niños. La ironía abunda.

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Caicedo era miope, tartamudo y melancólico. Eligió el cine, el teatro y la literatura para entender el mundo y a sí mismo. Fue un lector asiduo desde los 5 años, y pese a que quería jugar fútbol en el patio, junto a los otros niños, prefirió hacerse a un lado.

Siempre fue curioso. Absorbía cada cosa con devoción infinita. Coincidió con una de las épocas de mayor efervescencia cultural, no solo en Colombia, sino en el mundo entero.

Entre sus lecturas esenciales los tenía en un lugar especial a E.A. Poe, Malcolm Lowry y Henry James. Entre sus cineastas preferidos estaban Bergman y Hitchcock. Se negaba a envejecer, a dejar que el tiempo lo convirtiera en polvo.

Andrés Caicedo
Andrés Caicedo

Con esa convicción, supo bien que no podía morirse sin dejar algo. Se inmiscuyó desde muy joven en los terrenos del cine, el teatro, la novela y el cuento, y todo lo hizo bien. Llegó a dirigir una película, debutó como actor y fue el artífice de una de las movidas culturales más importantes de Cali en toda su historia.

A finales de los 70 comenzó a escribir crítica literaria en varias revistas y periódicos del país, al tiempo que trabajaba en sus primeros relatos. Mientras más leía y escribía, más tiempo pasaba y su afán por la muerte lo obsesionaba.

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En 1975 tuvo sus primeros dos intentos de suicidio. Tenía 24 años. Al año siguiente, estuvo internado en un psiquiátrico, y allí reflexionó sobre lo que serían sus últimos instantes. Lo último que hizo fue escribir dos cartas. Una iba dirigida a Patricia Restrepo, su novia. La otra, al crítico español Miguel Marías.

En la primera, se reconciliaba con Patricia por una discusión que habían tenido. En la segunda, hablaba sobre cine. Haciendo honor a su creencia de que vivir más de 25 años en este mundo no tenía sentido, se quitó la vida el 4 de marzo de 1977.

Tras su muerte, la obra de Andrés Caicedo se hizo de culto, porque sí, al caleño no lo leen, sino que lo adoran e imitan. Qué viva la música” fue, y sigue siendo, una de las mejores piezas de la literatura colombiana, y sus cuentos y textos sobre cine, continúan marcando la pauta en un país donde ni se ve cine, si se leen libros.

“¡Que viva la música!”, su obra cumbre, es la invitación a una fiesta sin fin, donde su protagonista dejará que el mundo baje hasta el pozo sin fondo de sus propios excesos. Pero con felicidad. Con absoluta dicha. Hay un pacto secreto con la muerte en esta danza de María del Carmen Huerta, la rubia, rubísima, protagonista de estas páginas.

Portada del libro "Qué viva
Portada del libro "Qué viva la música", de Andrés Caicedo. (Planeta de Libros).

Para el editor Juan David Correa, la obra de Caicedo prueba lo que muchos críticos y teóricos de la literatura dicen sobre lo que es un autor clásico. “Desde el momento de su muerte, no ha hecho otra cosa que crecer”, comenta.

Por su parte, el escritor Sandro Romero, uno de los defensores de su obra, y quizá su estricto contemporáneo más cercano, habla de Caicedo como un autor que construyó un universo propio dotado de una gran calidad literaria, de una intensidad y de una pasión sin tregua. “Supo combinar el cuento, la novela, la poesía, el cine, la música y el teatro de una manera profunda y sensible”, dice.

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“La cuentística de Andrés, como el resto de su obra, invitará siempre a la relectura, a querer saber más”, comenta Rosario Caicedo, una de sus hermanas. “En últimas, la obra de Andrés lo que genera son preguntas, y esa es la buena literatura, que perturba, que incomoda, y cuestiona”.

Son cuarenta y seis años los que se cumplen desde el momento fatídico. De seguir con vida, Andrés Caicedo estaría cumpliendo setenta y dos años, pero quizá, este tiempo y este mundo también le hubiesen parecido aburridos en extremo.

Andrés Caicedo. Foto tomada de:
Andrés Caicedo. Foto tomada de: JotDown,

En apenas 25 años, escribió un buen número relatos, cartas, guiones para cine y obras de teatro. Entre los títulos más recordados se encuentran “Angelitos Empantanados” (1970), “¡Que viva la música!” (1977), “Noche sin fortuna” (1976), “Ojo al cine” (1999), y sus tomos de cuentos completos y correspondencia.

Desde hace algún tiempo, el grupo Planeta, a través de su filial colombiana, se ha encargado de reunir toda la obra del escritor bajo el sello de Seix Barral, dándole su lugar, como corresponde, en las bibliotecas de los lectores y la memoria colectiva.

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