Todas las embarcaciones cuentan con obra viva, la parte del casco del buque que permanece en el agua y que también recibe la carga máxima. Esta zona comúnmente se distingue porque es de color rojo o amarillo y porque, para evitar que se adhiera allí la vida marina y en consecuencia haya lugar al ahorro de combustible y menos fricción al navegar, cuenta con una capa de pintura antiincrustante con un compuesto activo de tributilo de estaño (TBT), una sustancia que hoy está poniendo en riego la vida de algunos caracoles del mar.
La razón de esto tiene que ver con el grado de toxicidad de la sustancia, que además de abundar en las zonas portuarias, causa graves mutaciones en caracoles hembra. En la investigación adelantada por el doctor René Rodríguez, entre 2015 al 2017, se analizaron cinco especies de caracoles que de una u otra manera se vieron afectadas (Plicopurpura patula, Vasula deltoidea, Stramonita haemastoma, S. floridana y Gemophos auritulus), pues el efecto de la sustancia en los animales, bloquea la formación de hormonas femeninas.
“Entonces, el animal prácticamente tiene los dos órganos reproductivos, el femenino, que es en el caso de las hembras, con el que creció y después, ante la presencia de este compuesto químico de estaño, les aparecen rasgos masculinizantes como la formación de un pseudopene y conducto deferente. Esto, en las hembras adultas, impide que se liberen los huevos que se forman por bloqueo del oviducto y finalmente, como consecuencia, muere el animal”, explica para Infobae Colombia Néstor Hernando Campos, biólogo marino y uno de los tutores de la investigación.
Esto, explica para este medio el doctor Rodríguez, es un fenómeno conocido como imposex, que “tiene un impacto de extinción local de especies sensibles”, pues es en los lugares con más tráfico marino, particularmente en los puertos, en donde la población de estos moluscos puede verse más afectada y decrecer.
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En ese orden de ideas, un impacto de tal envergadura no solo impide la reproducción de los animales sino que plantea un escenario crítico para la especie, con peligro de extinción para las zonas afectadas por la contaminación crónica del TBT.
Para comprobarlo mejor, Rodríguez hizo la recolección y análisis de muestras de dos zonas: Bahía de Santa Marta, con los sitios de Punta de Betín y la Marina Internacional de Santa Marta, y la zona del Parque Nacional Natural Tayrona, en Bahía Concha y Neguanje. También, al noreste del Cabo de la Vela y hacia el oeste en Tierra Bomba en Cartagena se recogieron muestras y se revisaron los niveles de contaminación por dicha sustancia para estudiar este fenómeno en los individuos que habitan en zonas rocosas y puertos.
Según la investigación del doctor Rodríguez, los sitios con mayor incidencia por tráfico marítimo resultaron ser los más afectados por el fenómeno de imposex. En ese sentido, de las zonas afectadas y estudiadas, aunque es difícil establecer las contribuciones de las fuentes específicas de contaminación, el Parque Nacional Tayrona, a pesar de ser una zona de reserva, también presentó índices de TBT más concentrados en temporadas de vacaciones, hecho que afecta las metas de conservación.
Esto significa, en palabras de Rodríguez, que la contaminación es un proceso lento que se refleja más en lugares donde están los barcos atracados. “Hay artículos científicos que justifican la presencia de afectaciones cerca de rutas navieras y en la investigación que realizamos encontramos afectaciones incluso en el Parque Tayrona. Esta zona es protegida, pero ahí van los yates de turistas y algunos barcos que pescan de manera artesanal desde la orilla”, explica y advierte que en muchas oportunidades estos barcos son pintados de manera artesanal con productos antiincrustantes que pueden contener TBT.
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Imposex, un problema que atraviesa océanos
Anteriormente, para que no se adhirieran al casco de las embarcaciones las algas y moluscos, muchos barcos usaban como compuesto activo antiincrustante el cobre. La aparición tecnológica del TBT en pinturas antiincrustantes fue de gran ayuda para la industria naviera y transporte marítimo, pero generó un perjuicio para el ambiente.
Sin embargo, tras descubrir los efectos del TBT, en 2008 la Organización Marítima Internacional (OMI) prohibió su uso. En su momento, los primeros países en adoptar nuevas medidas fueron los que pertenecen a la Unión Europea. Así que, pese a que hoy existen alternativas que reemplazan estas pinturas por otras con menor efecto residual y que no se ha comprobado que ponen en riesgo la vida en ecosistemas acuáticos, para Rodríguez, son los usos artesanales de estas pinturas lo que puede estar ocasionando este tipo de contaminación que se hace evidente en el estudio.
Por eso, en diálogo con Infobae, el experto es enfático en la necesidad de trabajar “en conjunto con la autoridad marítima para el control de las embarcaciones medianas y pequeñas”, pues si bien en la actualidad la Dirección General Marítima y Portuaria (DIMAR) exige a todas las embarcaciones en puertos un certificado que garantiza que se encuentran libres del agente contaminante, existen indicios que embarcaciones de menor tamaño de uso turístico o pesca artesanal, puedan estar usando pinturas con la inclusión del TBT.
El agujero negro en la cadena trófica
El estudio advierte que la población de individuos más afectados en la costa Caribe colombiana son caracoles que dentro de la estructura trófica son organismos depredadores, se alimentan de otros individuos.
Esto sugiere un problema que los científicos destacan como importante, pues contando con el hecho de que cada especie cumple un rol dentro de la cadena trófica, plantear un panorama sin la presencia de estos caracoles, que ejercen una labor de control poblacional sobre otras especies que son su fuente de alimentación, sugiere que en un futuro la naturaleza estaría enfrentándose a un desequilibrio ecológico.
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Pero eso no es todo. Partiendo del hecho de que estos animales constituyen parte de la dieta de algunas comunidades costeras, también surge la pregunta sobre los efectos del TBT en seres humanos.
“Mira, esto es delicado. Las investigaciones que publican los efectos de tributilo de estaño en vertebrados son muy pocas. Hasta donde yo hice mi revisión, encontré que los efectos del TBT en vertebrados acuáticos se producen a nivel del sistema nervioso. Sin embargo, hoy, en humanos no hay estudios de TBT y si los hay no están publicados”, dice Rodríguez.
En ese sentido, la investigación no solo abre espacios para dar continuidad a nuevos estudios sino que también plantea una necesidad importante: seguir dando seguimiento a esta situación a través de la recolección y análisis de pruebas para definir cómo evoluciona y seguir trabajando en la prohibición de las sustancias que ponen en jaque la vida marina.
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