Por más de 18 meses la organización de Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA) realizó una investigación sobre las condiciones en las que vive un grupo de monos búho o monos nocturnos, utilizados como sujeto de prueba para por el Centro de Investigación Científica Caucaseco Limitada y la Fundación Centro de Primates (FUCEP), para desarrollar una vacuna en contra de la malaria.
Después de haber hablado con al menos 11 trabajadores de ambas compañías, descubrieron que la monada (grupo de monos) vive sobre sus eses, en un corral improvisado, hecho con jaulas oxidadas y una cerca de alambres, cubierta por láminas de plástico.
Los primates serían alimentados con concentrado para perros que es mezclado con agua azucarada y sus supuestos cuidadores no tendrían ningún registro sobre su estado de salud actual, dieta o edad.
E, incluso, no se tendrían las actas de nacimiento y necropsia, por lo que, resulta imposible saber cuántos monos han muerto y debido a qué, durante las casi dos décadas que lleva en pie la investigación; que, entre otras cosas, ha recibido más de 17 millones de dólares del Gobierno de los Estados Unidos y cerca de 22 mil millones de pesos del Gobierno colombiano.
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Pero, lo más grave de todo, es que el laboratorio habría estado funcionando los últimos 10 años sin los permisos necesarios para tener en cautiverio a los monos y experimentar con ellos. Por lo que varios ejemplares habrían sido secuestrados de su entorno natural.
“Peta escuchó por primera vez sobre una instalación en la zona rural de Colombia en la que los monos búho, algunos posiblemente secuestrados de los bosques en la parte norte del país, viven en medio de su propia suciedad, en jaulas oxidadas en un corral improvisado con vallas de jardín y láminas de plástico”, señala la investigación.
Información corroborada por una agencia estatal que visitó las instalaciones del laboratorio, en noviembre del 2021, descubriendo, entre otras cosas, que algunos primates habían perdido gran parte de su pelaje, otros tendrían posturas anormales e, incluso, varios tantos estarían muriendo sin recibir atención veterinaria.
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Por lo que, después de reiteradas denuncias, La Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) abrió una investigación en contra de los dos posibles grandes responsables: el Centro de Investigación Científica Caucaseco Limitada y la Fundación Centro de Primates (FUCEP).
Iniciativa que recibe el apoyo del Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación que, según el jefe de la cartera, Arturo Luna, está “realizando un levantamiento de información interna relacionada con soportes de supervisión y seguimiento de estos proyectos”.
Pero eso no es todo. También solicitan a los investigadores encargados que se pronuncien sobre los hallazgos del caso y envíen los soportes necesarios para que, una vez se reúna y consolide toda la información, pueda llevarse ante las autoridades competentes, y así se tomen las acciones a las que haya lugar.
Ya que, de acuerdo con PETA, “Los exempleados pintan una imagen morbosa de las condiciones de los monos, alegando, entre otras atrocidades, que a menudo están expuestos a los elementos porque la malla de construcción se mueve con el mal tiempo”.
Condicionando su futuro, puesto que, durante la serie de experimentos a los que fueron expuestos, contrajeron malaria y paludismo, convirtiéndose no solo en un peligro para otros monos, sino también para los seres humanos.
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