Autor asegura que solo quería señalar la violencia y el abuso a través del microcuento con el que ganó concurso

El microcuento que ganó un importante concurso de literatura, despertó la atención sobre los casos de violencia infantil en Colombia

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(Crédito: Pexels)
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El autor del microcuento que ha despertado tal interés entre expertos y aficionados de la literatura, y que pronto se hizo viral a través de las redes sociales, generando muchos más comentarios, es Miguel Ángel López, un joven de 15 años oriundo de la ciudad de Medellín. Su discusión se debe principalmente al enfoque de violencia que se retrata en el texto.

El certamen de literatura decidió que el texto fuera el ganador, pues cautivó con 92 palabras y luego, estremeció al territorio colombiano con su desenlace. Sin embargo, tras hacerse viral a través de las redes sociales, resonó aún más. Esto, porque detalla lo que parece ser un caso de violencia intrafamiliar y abuso a un menor de edad. Aquí el relato:

“Mi casa queda en una loma cerca de la estación Andalucía. Allí vivimos tres personas. Mi mamá, El monstruo y yo. Cada vez que me voy a dormir puedo ver que en la esquina de mi habitación se para el monstruo para verme mientras duermo. Me da miedo que me haga algo mientras no puedo verlo, puedo sentir su mirada más y más profunda, como si sus intenciones se escucharan a gritos. Le he puesto varios nombres, El monstruo, El vigilante, el coco y muchos otros. Pero mi mamá le dice amor”.

Muchos creyeron de inmediato que el texto era fiel a su realidad; es decir, que era un caso que él estaba viviendo, razón por la cual entidades y personas del común apoyaron el inicio de una investigación al entorno del menor. Sin embargo, Miguel Ángel salió a contar la verdad detrás del escrito con el que aclaró el punto más importante:

“Saludo cordialmente a todas aquellas personas que han mostrado su interés y apoyo por mi relato, pero no malinterpreten ya que no es mi caso y quiénes me conocen pueden acreditarlo... Mi madre es una hermosa administradora de empresas, soltera que siempre ha velado por mi bienestar en compañía de mis abuelos... Es linda la preocupación, pero es solo un relato de una sociedad que le aqueja el abuso. Gracias a todos”, comentó Miguel Ángel.

En otra publicación de Miguel Ángel, compartida en su cuenta de Facebook, está el comentario de su profesora, quien expresa que este tipo de temáticas suelen ser tratadas por el joven en sus escritos.

Otras denuncias de la violencia a través de la escritura

Es importante recordar que la violencia en sus distintas esferas es y ha sido uno de los focos de escritura más importantes en el país, pues ha permitido denunciar, como es en este caso, el abuso infantil, un hecho del que definitivamente se debe hablar, pero también otras dimensiones de la violencia

Uno de ellos es el proyecto enfocado a tratar testimonios y creaciones de víctimas a causa del conflicto armado y que permitió la apertura de un espacio de escritura diseñado solo para quienes habían sido víctimas y para quienes estuvieran en proceso de reincorporación.

El proyecto llamado “Letras por la Paz”, propuesto por la Alta Consejería de Paz, Víctimas y Reconciliación de Bogotá, en colaboración con el Instituto Distrital de las Artes, IDARTES, fue un espacio de escritura propuesto para la narración de experiencias y hechos en el marco del conflicto. El proceso avanzó en su versión anterior hasta el mes de noviembre de manera gratuita con sesiones presenciales en la ciudad de Bogotá.

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Asimismo, existen otros espacios de literatura en los que aficionados, inexperimentados y amantes de las letras pueden contar experiencias, deseos, testimonios y creaciones a través de la escritura. Entre ellos, los talleres de escritura creativa distribuidos en la ciudad, a través de IDARTES, bibliotecas, centros de cultura, entre otros.

Otro proyecto importante, gracias al convenio entre la Unidad de Víctimas y RET Américas, permitió que se desarrollara un taller de escritura para mujeres colombianas en Panamá. El resultado del ejercicio dejó 26 relatos escritos de manera individual y colectiva, donde se abordaban temas de violencia sexual, física, psicológica, laboral y simbólica.

Procesos como estos, buscan poner el foco en estos hechos para reconocer las realidades históricas de los diferentes grupos sociales que han sufrido la violencia en sus distintos escenarios. Así, abrir espacios de expresión y catarsis parece seguir siendo una fuente confiable que crea escenarios de diálogo que dan conocimiento de lo que sigue sucediendo en distintas partes del país.

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