Sólo el 0,007 % de todo el agua de nuestro planeta se puede tomar y su distribución se concentra en diez países que cuentan con la mitad del agua dulce que hay en todo el mundo.
Colombia, cuenta con 2.132 Km3 de agua y se encuentra en el puesto número cinco de los países con más recursos hídricos, gracias a sus ríos, lagos, humedales, ríos subterráneos entre otros.
Pero no todos los países cuentan con la misma ventaja. No sobra recordar el año 2018, cuando a Ciudad del Cabo (Suráfrica) le llegó lo que muchos consideraron ‘la hora cero’.
La sequía que entonces atravesaban llevó a las autoridades a racionar este recurso. Los más de cuatro millones de habitantes solo podían acceder al agua en puntos determinados de la ciudad y tenían derecho a recolectar hasta 25 litros por persona.
Cuatro meses después, volvieron las lluvias y entonces los embalses aumentaron sus reservas de agua. Sin embargo, el recuerdo de aquella sequía aún persiste en los ciudadanos y en las autoridades, que no solo redujeron su consumo habitual, sino que a la vez establecieron estrategias para lograr fortalecer el suministro mediante la recolección de las agua lluvias y las aguas residuales que son tratadas.
Este tipo de escenarios que también se han repetido en países como Australia y Alemania con sequías históricas que han dejado ver hasta las ‘piedras del hambre’, hoy por hoy se suman a los desafíos ambientales que se avizoran este año pues dado que las sequías son una de las consecuencias del cambio climático, urge plantear políticas para proteger este frágil recurso que además de quitar la sed, garantiza la salud de las personas y la calidad de vida.
La agenda
Con el objetivo de aunar esfuerzos para la protección de los recursos hídricos, en lo corrido del año, se abrirá lugar a varios encuentros que desde el año pasado se vienen fraguando.
La creación de la Alianza Internacional por la Resiliencia ante la Sequía, que fue impulsada por España en el marco de la COP27 del 2022 y a la cual se sumaron otros 30 países, tiene el objetivo de hacer resistencia a las sequías por medio de acciones conjuntas entre el sector público y privado que permitan a los países estar mejor preparados en caso de un evento de estos.
Paralelamente, la Asamblea General de las Naciones Unidas ya estableció las fechas (del 22 al 24 de marzo del 2023) para la Conferencia por el Agua.
Durante este evento se establecerán las metas del Decenio Internacional para la Acción del Agua para el desarrollo sostenible, una resolución que busca promover la adopción de medidas para la gestión justa de este recurso que según la ONU, para 2030, podría llegar a disminuir hasta un 40 % llevando a una población mundial aún más numerosa que la actual, a una crisis mundial del agua.
Por la misma senda, la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA) hasta finales de este 2023 tiene plazo para establecer una nueva normativa sobre el agua potable en la que serán abordados temas que desde hace varios años han despertado polémica como el uso de las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) en la industria.
Estos compuestos químicos que se pueden hallar fácilmente en artículos domésticos como alfombras, cortinas, sartenes antiadherentes, han demostrado ser altamente contaminantes, pues se acumulan en el cuerpo de los seres humanos y en el medio ambiente y son perjudiciales para la salud, pues están vinculados con problemas hepáticos, de fertilidad, cáncer, entre otros.
Desde esa perspectiva, el año 2023 arranca con desafíos que no solo buscan la protección de este recurso, sino una victoria medioambiental con miras a la sostenibilidad y la garantía sobre el futuro de las próximas generaciones.
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