Existen muchos estereotipos, imaginarios y creencias frente a lo que significa ser latinoamericano. Por ejemplo, se cree que todos los latinos saben bailar salsa, reguetón y demás ritmos de influencia caribeña, son impuntuales y muy familiares. Sin embargo, cada tanto resuena la pregunta ¿Qué signfica ser latinoamericano?
Un escenario de esta situación se evidenció con la participación y triunfo de Argentina en el Mundial de Futbol Qatar 2022, en donde algunos usuarios señalaron a los argentinos de no ser latinoamericanos, ya que “son blancos”, una afirmación que encendió el debate en distintas redes sociales. Un muestra de este fenómeno es un video publicado en TikTok por el usuario pikilotito, quien aseguró que los argentinos no son latinoamericanos, que ya cuenta con mas de 20 mil me gusta y ha sido comentado por más de 10 mil personas.
Pero esta no es la única coyuntura que se ha prestado para este tipo de discusiones. Una situación similar se presentó cuando, durante la ceremonia de los Grammy Latino, la cantante española Rosalía ganó ocho estatuillas, aunque no es latinoamericana. Pero también, cada vez que en la política internacional se habla sobre la necesidad de fomentar la integración latinoamericana o durante cada 12 de octubre, cuando se cuestiona la necesidad de conmemorar la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo.
Así mismo, muchos usuarios han tratado de definir qué implica ser latino. Algunos acuden a la historia para poder definir el significado del vocablo América Latina. Ejemplo de ello es el tiktoker Tomas Fenati, que en un video de carácter divulgativo le explica a su audiencia que este es un término cultural que alude a los idiomas herederos del latín, no geográfico.
Aunque esta discusión posiblemente jamás sea saldada, desde Infobae Colombia quisimos consultar a dos especialistas del tema. Se trata de los historiadores Leonor Hernández Fox y Carlos Mario Manrique, que durante 2022 hicieron público su libro Un nombre para la América al sur del río Bravo, bajo el sello editorial de la Universidad Externado de Colombia.
En el ensayo se analiza la historia de José María Torres Caicedo (Bogotá 1830- París 1889), el colombiano responsable de la creación, difusión y posicionamiento del vocablo América Latina, en conjunto con el chileno Francisco de Bilbao. Este no es un dato menor, pues en la mayoría de los casos se desconoce la historia detrás de la denominación con la que muchos nos identificamos: latinoamericanos.
¿Quién fue José María Torres Caicedo?
Este nombre puede resultar desconocido para la mayor parte de los colombianos y de los latinoamericanos. No cuenta con estatuas o algún tipo de reconocimiento en el espacio público del país. No obstante, se trata de una de las principales figuras del siglo XIX en Colombia.
El historiador Carlos Manrique explica que José Torres Caicedo fue uno de los ideólogos del Partido Conservador en el momento de su fundación y gestación en Colombia. Fue muy cercano a monseñor Mosquera, de hecho fue criado por este, así que la iglesia tuvo un papel muy importante en su formación.
Jugó un papel fundamental en los espacios de sociabilidad que brindaron los partidos políticos en Colombia, en ese primer momento. Tanto el Partido Liberal, primero, como el Conservador, se arrojan a la creación de espacios de sociabilidad, pensados para difundir el ideario de cada uno. Es algo de lo que se habla muy poco, pero fueron lugares claves en la gestación de los partidos, explicó el historiador.
Primero, el Partido Liberal crea las Sociedades Democráticas, conformadas por los artesanos y las clases populares, ante lo cual se le encarga a José María Torres Caicedo asumir la tarea de fundar y dirigir la Sociedad Populares, que se convierten en el espacio de sociabilidad del ideario conservador.
Luego, por azares del destino, el enfrentamiento entre ambos espacios termina en un duelo, casi como un presagio del destino que le esperaba a estos dos partidos. Carlos Manrique cuenta que la historiografía colombiana ha querido retratar este duelo solamente como el resultado de una injuria, pues, José María Torres Caicedo escribió un artículo en el periódico El Día, del cual también fue director, insinuando que Germán Gutiérrez de Piñeres había sido quien patrocinó algunos hurtos presentados en Bogotá.
Es decir, Torres afirmó que un grupo de liberales asaltaban las tiendas principales de la ciudad para subvencionar las Sociedades Domocráticas o sus actividades. Se trataría pues de un insulto político y en contra del grupo de los Alacranes, como se eran conocidos. Lo anterior puso un toque carácter bastante dramático.
“Germán Gutiérrez de Piñeres designa a Joaquín Pablo Posada como su duelista, este tenía una reputación tremenda en esos años, y Torres Caicedo decide enfrentarlo. Cundo van al duelo, que sucede en el río Fucha, Posada le acierta un disparo de fusil y la bala de le inserta en el omóplato derecho, que lo deja casi muerto. Convaleciente, tienen que viajar a Estados Unidos para que le extirpen la bala, con tan mala suerte que allí no lo pueden hacer y debe viajar nuevamente, esta vez con destino a Francia”, explica el historiador Carlos Manrique.
Su vida en París sería distinta, pero este es en principio el José María Torres Caicedo que se conoce en Colombia: un ideólogo del Partido Conservador, director de los espacios de sociabilidad de su ideario, que sale del país por un duelo con los Alacranes. Siempre fue un periodista, un publicista, tanto en Colombia como en Francia, su ejercicio fundamental lo va a ejercer desde la prensa, desde el periodismo, desde la difusión de la literatura latinoamericana, de los logros de nuestra América.
Su llegada a París es posterior a la revolución de 1848, entonces está todo el ideario liberal, todas las discusiones del socialismo utópico, las cuales terminan por permear su pensamiento, aunque él sigue siendo un hombre conservador, pero ahora es más moderado.
Estando en París se convierte en casi que un embajador de todos países latinoamericanos. Se encarga de recibir a todos los latinos, va a cumplir tareas de diplomático para varios y entra a trabajar en El Correo de Ultramar, periódico que se publica desde Francia, pero destinado a un público hispanohablante, desde esta plataforma logra exaltar toda la literatura producida en español desde América, los logros y avances que han tenido los sistemas republicanos y difunde lo que sucede en el continente, según narran los historiadores.
En ese contexto hay un debate fundamental relativo al latinismo, que se enmarca en los procesos nacionalistas que tratan de vincular la herencia romana con los pueblos del sur de Europa y de esta parte de América. Al tiempo que se expresan las tensiones producidas por las políticas expansionistas de los Estados Unidos, sintetizada en la Doctrina Monroe y su máxima “América para los americanos”. Se debe recordar que en la década de 1840 Estados Unidos anexó gran parte de territorios mexicanos, y en la década siguiente existieron distintas intervenciones en Centroamérica, en particular en Nicaragua.
Estas tensiones facilitaron una interpretación desde la que se apelaba al carácter sajón frente al espíritu latino. En ese contexto, no solo él, sino también Francisco de Bilbao (chileno), con solo meses de diferencia, crean el vocablo América Latina.
Un nuevo vocablo: América Latina
“Francisco de Bilbao en una conferencia para un congreso y José María Torres Caicedo en su famoso poema de Las Dos América son los primeros en pensar el vocablo América Latina, por supuesto es formulado en el contexto de expansionismo sajón; el expansionismo de Estados Unidos por toda Centroamérica en Nicaragua, para ser más específicos”, explican los historiadores.
Por parte de Torres, su uso tiene una vocación unionista que deviene de Miranda y Bolívar: “Por eso en su texto sobre la unión de América Latina, él dice: La idea de una unidad para América Latina de raíz bolivariana. Él sigue su matriz bolivariana, su matriz de unidad y en el caso de Francisco de Bilbao, es mucho más beligerante, su pluma, es un liberal, con mucha influencia de ideas socialistas y Torres Caicedo es un conservador”, afirma Manrique.
Mas aislados se encuentran, desunidos, Esos pueblos nacidos para aliarse: La unión es su deber, su ley amarse: Igual origen tienen y misión; La raza de la América latina, Al frente tiene la sajona raza, Enemiga mortal que ya amenaza Su libertad destruir y su pendón. Fragmento del poema “Las dos Américas”, autoría de José María Torres Caicedo en uno de los primeros testimonios del uso del termino América Latina.
Los historiadores explican que la riqueza de la creación de ambos se encuentra en la unidad y defensa de América Latina:
“Cuál es la matriz de esa creación, es el latín ¿En un contexto latinista? Sí, ¿francófona? Sí, ¿Pan latinista? ¡No! Siempre se le castiga y fustiga a Torres Caicedo de ser un agente diplomático del expansionismo francés, nada más injusto con el hombre que desde la misma Francia renegó y denuncio la invasión francesa a México”, afirmó Carlos Manrique.
A este escenario hay que agregar un hecho que uniría a la mayoría de liberales y conservadores en América Latina: la segunda intervención de Francia en México (1861-1867), rechazada por Torres Caicedo y manifestada en medios de prensa frances y en El Correo de Ultramar.
El doctor Carlos Manrique también narra que el mérito que tiene Torres Caicedo es haber defendido, en la década de 1860, y difundido el vocablo. “Creó una sociedad, era un hombre que pensaba en la necesidad de la unión de América Latina en el contexto que se pensaba para esa época para alcanzar el progreso y la civilización. Francisco de Bilbao fallece en 1865, así que el encargado de difundir el vocablo es Torres Caicedo. Él da la pelea para que aparezca en publicaciones, en atlas, en denominaciones donde uno va construyendo símbolos representativos del nombre América Latina”, sostiene Manrique.
Pasa del concepto mirandino y bolivariano de Hispanoamérica y hace un salto para vincular al proceso las Antillas de origen latino y por supuesto, a Brasil, dándole más robustez a la idea de unidad, al proceso de integración. En ese contexto, Torres Caicedo tiene una vigencia fundamental por su ideario de unidad, que para la época es bastante avanzado.
“Porque se parte de lo latino y ahí está el carácter conservador de Torres Caicedo, porque él tiene que demostrar que quienes viven aquí, en este territorio, también son una civilización muy antigua, porque tiene elementos de lo latino, por ejemplo el cristianismo, por ejemplo la lengua, por lo tanto, este pueblo que tiene elementos latinos no puede ser menos que el pueblo de matriz sajona, en consecuencia somos capaces de unirnos para resistir el expansionismo norteamericano. Claro, de allí viene de esa disputa latina, sajona que se da en el siglo XIX y este hombre en ese debate de la construcción de las naciones y del nacionalismo dice, este es el vocablo que a mí me va a permitir construir un proceso de identidad”, exponen los historiadores.
¿Es una idea que sigue vigente?
La importancia de ese concepto es que desde entonces y hasta ahora es cuestionado. Sin embargo, no con rigor histórico. En su momento lo que entraña es la intención de convocar a los pueblos latinos y Torres Caicedo no mira como menos ni a los mestizos ni a los indígenas, tampoco mira con desdén a lo negro, algo que no era muy frecuente para el momento.
“Él tiene un debate muy fuerte aquí en Colombia con Florentino González, muestra a Torres Caicedo respetuoso de la diversidad étnica, es más, él no piensa en concepto de raza latina desde condición étnica, sino desde una condición de nacionalidad, de cultura, de representación. Un debate donde defiende ese origen latino como diverso y que se amplía a todos los actores de la sociedad y si lo vincula”.
Por su parte, Leonor Hernández cuenta que son dos partes fundamentales las que integran el vocablo de América Latina. Por un lado, trata de responder a la pregunta ¿quiénes somos? y por el otro, insta a generar políticas de integración. Son dos cuestiones fundamentales del pensamiento latinoamericano vigente hasta la actualidad.
Para Carlos Manrique, la idea de América Latina está vigente durante el siglo XX y solo hasta el XXI, por se le ha formulado una crítica por parte de un sector de la intelectualidad decolonial, que habla de remplazarlo por un vocablo nuevo: Abya Ayala, entre otros que se plantean en los debates académicos. Lo cierto es que América Latina también representa hoy luchas, sueños, transformaciones, utopías y prácticas identitarias, y se puede ver en las movilizaciones sociales, que todavía no se hacen a la voz de Abya yala.
Pero todas estas discusiones son herencias del siglo XIX, cuando se presenta una gran cantidad de debates para determinar el nombre de estos territorios, esos que comprenden el sur del río Bravo hasta la Patagonia. Cada una de los vocablos tiene una intencionalidad política diferente, por ejemplo, desde España se impulsó el vocablo de Hispanoamérica y desde los Estados Unidos el de Panamericana.
“Quiere decir que puede ser modificada la denominación de nosotros, claro que sí, pero apara ello debe haber razones identitarias, de integración, políticas, económicas, que le den tanta fuerza a esa otra denominación para que tome fuerza, en este caso no ha salido más allá de círculos políticos, de organizaciones políticas que sé de esa denominación ¿puede suceder? Sí, como sucedió con el tránsito de Panamericano a Latino América” , explican los expertos.
De América Latina a latinos
¿Pero, cómo es que este concepto terminó por identificarnos? ¿Cómo fue que se popularizó y terminó por identificar a la gran parte del continente? Nuevamente, la historiadora Leonor Hernandez explica que desde el siglo XIX las personas migrantes de origen latinoamericano jugaron un papel muy importante en la conformación de los Estados Unidos, sobre todo en el sur del país. A lo largo del siglo XX se presentaron distintas oleadas de migración, que se diferencian entre sí. Por ejemplo, hay una amplia población de origen mexicano que siempre estuvo presente en el territorio que hoy es Estados Unidos.
“¿Qué es lo que pasa? porque ahora tiene una condición racial, los estadounidenses, cuando uno llega inmediatamente lo encasillan en blanco, afroamericano o hispano, esto ha permitido que dentro de la comunidad migrante se identifiquen con el término latino, en donde incluso los mexicanos tienen la voz cantante”, cuenta Leonor Hernández.
En este momento es cuando inician esas clasificaciones de naturaleza racial. “Lo que pasa es que las comunidades, culturalmente hablando, han sido muy fuertes, sobre todo en el siglo XX y en este periodo sucede algo que es fundamental, la emergencia de las industrias culturales, como la musical”
“Era muy importante para las comunidades puertorriqueñas cubanas de la segunda mitad del XX, que tenían una presencia en el escenario latinoamericano muy importante, para ellos era importante tener también un espacio propio dentro de la industria de la grabación norteamericana, los premios Grammy eran sinónimo sobre todo de la música creada en inglés, frente a eso, sobre todo en los años 90, comienza la idea de crear aparte una academia de la grabación que generara unos premios y visibilización mayor para esa música, no solo hecha por los emigrados, sino también para la música en español y portugués”, aseguró la historiadora.
Hernández también afirmó: “Si tú revisas en los Grammy, la presencia de los latinoamericanos era en una categoría que se llamaba mejor álbum tropical, era muy poquito, con el tiempo se han abierto más categorías, pero era muy excluyente. De ahí surge la idea del Latin Grammy”.
Así, el premio asume la idea de lo latino para conocer la música hecha en lengua española, entonces ahí es cuando justamente España comienza a jugar un papel fundamental, porque además dentro del mercado que se considera latinoamericano se configuraron dos centros de audiencia, así para que una pieza funcione tiene que haber pasado por Madrid y por México.
“Si funciona ahí, pues el resto de los países caen como fichas de dominó, a partir de ahí se han buscado reconocimientos particulares. La música en portugués tiene sus propias categorías, al igual que la regional mexicana, pues se privilegian las zonas principales del mercado. Por eso el premio se le puede dar a Rosalía, porque su mercado natural es este”, concluye.
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Como todo concepto, como toda noción, lo latino también es una categoría cultural permeada de intereses múltiples, en este caso de la música del mercado. Estos conceptos también tienen apropiaciones en el tiempo y en el espacio, no solo se pueden ver como reivindicaciones culturales, sino también políticas, económicas y que cambian en función de intereses determinados
Se trata de un vocablo vivo, que siempre está en constante resignificación y que todavía entraña un gran reto que es la integración y unidad del pueblo latinoamericano. Este es un debate activo.
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La integración que nunca se realizó
“En el capitalismo globalizado del siglo XXI es importante conformar bloques, esto es algo que los europeos entendieron hace tiempo, aun teniendo una menor cultura de integración. Poder hablar en condición de pares con las economías asiáticas, Estados unidos, África, debían negociar en conjunto. Esto es algo que ya era central en la idea de Torres Caicedo”, explican los historiadores.
Según su análisis, desde los debates del XIX ya se hablaba de un ejército común, de una ciudadanía latinoamericana, de una moneda común, de una gran universidad, e inclusive de un pasaporte común, que garantizará la libre circulación, algo que no se ha logrado. “Como evidencian los casos de colombianos rechazados en los aeropuertos de México, de estas necesidades ya se hablaba en el siglo XIX”, señaló la historiadora.
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Ello, por ejemplo, se ve en las relaciones internacionales. Aunque existe la OEA, organismo de vocación panamericano, liderado por los Estados Unidos, no hay un organismo capaz de fijar posturas comunes, como lo hace la Unión Europea, porque el capitalismo tiende a la creación de bloques, pero para América latina es muy difícil crear comunidades que se mantengan en el tiempo. Existe la Alianza del Pacífico, el Mercosur, pero en realidad nunca se ha conformado un bloque en condiciones similares al europeo. Ahí recae la vigencia de América Latina, representando una utopía.
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