Tras la reunión que sostuvo el ministro de Defensa, Iván Velásquez, con su homólogo ecuatoriano, Luis Lara, el pasado lunes 19 de diciembre, con la que acordaron un cooperación para la seguridad en la frontera, los altos mandos militares de los países se reunieron el miércoles 28 para establecer el plan estratégico para enfrentar a los grupos armados ilegales al servicio del narcotráfico que delinquen en esa zona.
Los oficiales trabajaron por ese fin durante casi seis horas, a puerta cerrada, con las que diseñaron las estrategias dentro del mencionado plan, que incluirá ingentes esfuerzos por mantener exhaustivos controles para combatir los delitos transnacionales, mediante cooperaciones de acción decisiva para su neutralización, destacó el general Helder Giraldo, comandante de las Fuerzas Armadas de Colombia.
Los uniformados de los países hermanos suscribieron el acta con los compromisos alcanzados, cuya ejecución arrancará con la ratificación de los ministros de Defensa y los jefes de Estado de cada país, en una cumbre que se tiene prevista para los próximos días.
Entre los compromisos se encuentra el intercambio de información de inteligencia para determinar posibles rutas o lugares por donde se puede estar llevando los cargamentos de droga, afirmó en el canal Ecuavisa, el general Nelson Proaño, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Ecuador.
Estos se encuentros se dan luego de una conversación telefónica que mantuvieron a mediados de diciembre el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, con su par colombiano Gustavo Petro, en la que acordaron unir esfuerzos para una lucha conjunta.
En aquella reunión el mandatario de la vecina nación reconoció que el ingreso de la cocaína viene a través de la frontera norte, desde el departamento de Putumayo en Colombia hasta llegar a la provincia de Esmeraldas en Ecuador, donde la ausencia del Estado hace proclives a sus habitantes a involucrarse en las actividades de organizaciones ilegales.
Uno de los problemas que preocupa a las autoridades colombianas es la expansión de los cultivos de coca, de ahí el interés de Colombia de confluir en una estrategia que contribuya a mitigar no sólo ese crecimiento, sino de toda la economía de la cocaína, señaló en The Associated Press (AP), Luis Córdova, director del programa de investigación Orden, Conflicto y Violencia de la Universidad Central del Ecuador.
Las autoridades de defensa deberán tomar en cuenta las estrategias que en el pasado fracasaron en países como México, Brasil y la propia Colombia, consideró el experto, en referencia al incremento de la presencia militar que no ha logrado neutralizar a las organizaciones delictivas. Se deben fortalecer aspectos estratégicos de inteligencia y dar un vuelco hacia la atención social, especialmente en las poblaciones fronterizas, enfatizó.
El exdirector de Inteligencia de las Fuerzas Armadas de Ecuador, Mario Pazmiño, coincidió en que la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado no se gana con mayor incremento del pie de fuerza, sino cuando el gobierno entienda que tiene que existir una fuerte intervención social. Pazmiño añadió que hoy en día Ecuador ya no es un país de tránsito como en décadas atrás.
“En 2022 el país pasa a ser conceptualizado como la principal plataforma de distribución de narcóticos de la cuenca del Pacífico. Somos el segundo país en exportar cocaína después de Brasil, sin ser productores”, alertó.
El experto en inteligencia militar aseguró que unas 700 toneladas anuales de cocaína procedentes de Colombia pasan a territorio ecuatoriano.
“El intercambio de inteligencia y la posibilidad de realizar operaciones coordinadas en la frontera será significativo”, concluyó Pazmiño.
Entre 2021 y 2022 se decomisaron en Ecuador unas 405 toneladas de drogas, dijo el director de Investigación Antidrogas, Pablo Ramírez, en declaraciones al canal Ecuavisa. Según los expertos esa cantidad representa apenas el 10% de la droga que se trafica y llega a su destino, principalmente a Estados Unidos, Europa y Asia.
Ecuador y Colombia comparten unos 600 kilómetros de frontera común, en la que operan, del lado colombiano, disidentes guerrilleros, paramilitares, bandas armadas y de narcotraficantes, generando una ola de violencia en ambos territorios.
(Con información de AP)
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