En un balance que hizo este martes 27 de diciembre la Secretaría de Educación, este año en Bogotá más de 1.700 personas volvieron a estudiar gracias a los ‘Modelos Educativos Flexibles’, la estrategia que permite que las personas jóvenes y adultas desescolarizadas accedan a una oferta educativa con horarios y puntos de atención flexibles. Adicionalmente, 473 estudiantes se graduaron gracias a esta estrategia.
Y también bajo el ancestral lema de, ‘Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma’, este año la cartera de Educación recorrió 355 barrios de 19 localidades buscando población desescolarizada en el marco de la estrategia ‘Búsqueda Activa’, otra de las que instauró el distrito para fomentar la educación.
En el marco de estas estrategias, uno de esos sueños cumplidos fue el de Leidy González, una auxiliar de servicios generales que trabaja en el Aeropuerto El Dorado, y que este año finalizó su bachillerato tras una década y media de haber abandonado sus estudios,
La historia de Leidy
Cuando Leidy González dejó de estudiar tenía apenas 15 años. Para ese entonces, finalizar el bachillerato no era su prioridad, tenía muchas dificultades académicas y decidió abandonar el colegio cuando estaba en grado noveno.
Precisamente por la decisión que tomó, ella tuvo que asumir una vida de adulta siendo solo tan solo una adolescente. Antes de cumplir la mayoría de edad ya laboraba en cualquier ‘trabajito’ que le saliera y, una vez cumplió los 18 años, consiguió un empleo como auxiliar de servicios generales.
Hoy por hoy, Leidy sigue prestando este servicio en el Aeropuerto Internacional El Dorado y es la mejor en lo que hace, cuentan quienes la conocen, resaltando su experiencia y compromiso para mantener la terminal aérea como ‘una tacita de té’.
Sin embargo, una década y media después de haber tomado aquella decisión, Leidy reflexionó y llegó a una conclusión: “creo que me equivoqué”. Asegura que, aunque sabe que su trabajo es eficiente y lleva una vida feliz, continuar con sus estudios le hubiera ofrecido muchas oportunidades que no encontró después, y gracias al apoyo de su esposo e hija, logró graduarse en el último trimestre de este año.
De hecho, su 2022 parecía un año como cualquier otro y sus planes estaban muy ligados a su familia y a su trabajo, pese a que desde hacía un par de años ya maquinaba la idea de terminar sus estudios de bachillerato algún día.
Pero como dicen por ahí, las oportunidades no se presentan todos los días y hay que agarrarlas cuando se nos aparecen. “La empresa en la que trabajo les ofrece la oportunidad a los empleados de terminar de estudiar. Yo ya conocía gente que se había presentado, había realizado todo el proceso y se había graduado, pero a mí me faltaba tomar la decisión”, recuerda.
Esa motivación no pudo venir de nadie más que de su familia. Su esposo Edwin Peña, a quien conoció por redes sociales gracias a los ires y venires de la vida, le insistió en que aprovechara el momento. A ese clamor se sumó su hija Valery y a los pocos días pasó la solicitud.
“Me postulé y un par de semanas después me dieron la grandiosa noticia de que había sido seleccionada. Sabía que iba a tener que sacrificar cosas, pero una vez tomada la decisión no lo dudé ni un segundo. Fue mi meta desde ese momento y el día de la ceremonia sentí que todo valió la pena”, agrega.
La ceremonia se inició y siguió su curso con toda la solemnidad que ameritan este tipo de actos. Luego de un par de discursos, de la entonación del himno nacional y de un juramento, el momento esperado por fin había llegado. La voz frente al micrófono anunció su nombre para que pasará al frente. Vestida con toga y birrete Leidy recibió su diploma de bachiller.
“Fue como revivir lo que no pude hacer cuando era una niña. Hace un año no me imaginaba que fuera a terminar mis estudios y vean, hoy estoy acá compartiendo este logro con mi familia. Mi hija de solo cuatro años se puso a llorar de felicidad cuando me vio al frente y percibí el orgullo que sintieron mis hermanas y mis papás”, cuenta con nostalgia de la buena.
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