El almanaque Bristol, 191 años de una icónica tradición: así llegó a Colombia

Alrededor de 500.000 ejemplares se venden en este país cada año, Principalmente en noviembre, diciembre y enero

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No se rinde: el tradicional almanaque Bristol también tiene una versión digital en Instagram: FOTO: @undertakerazie
No se rinde: el tradicional almanaque Bristol también tiene una versión digital en Instagram: FOTO: @undertakerazie

Una tradición centenaria en Colombia es comprar el Almanaque Bristol en diciembre. Dicho libro, nació en 1832, en Nueva Jersey (Estados Unidos). Lo creó el médico naturista Charles Bristol sin pensar que podría trascender durante años.

Este creó el almanaque, el cual está en escrito en inglés y español, como un mecanismo de enseñarle a los pacientes la forma adecuada como se debían tomar los pacientes los medicamentos que formulaba.

Al respecto, Infobae Colombia habló con Julián Romero, director comercial de Primko SAS, empresa encargada de representación, edición y distribución del almanaque para Colombia y otros países.

De acuerdo con Romero, años más tarde, para hacer más amena la publicación, el médico veterinario introdujo el santoral, información sobre las fases de la luna, chistes, frases célebres y todo el contenido.

¿Qué es lo más importante del almanaque?

Todo es importante, pero la información de las fases de la luna es lo que más utilizan los lectores, porque la luna es una influencia muy grande sobre muchas actividades en la Tierra como la agricultura, pesca.

Lo utilizan como un mecanismo para saber cuándo se siembra, cuándo se debe cortar, para saber los días de mareas altas y bajas. También, las amas de casa lo usan para trasplantar las plantas, cortarse el pelo u otra actividad que quieran desarrollar.

¿Cómo llegó a Colombia?

La compañía norteamericana Lanman & Kemp-Barclay & Co le compró los derechos al médico Bristol y empezaron a utilizar el almanaque como un mecanismo de promoción de productos en diferentes países del mundo.

Esta compañía, en Colombia, empezó a comercializar productos insignia, como el agua de Florida, el jabón de Reuter y, por consiguiente, se volvió ese mecanismo de publicidad en Colombia y así se quedó.

¿Cuánto vale ahora mismo?

El almanaque se encuentra en las calles en un precio de venta de entre 3.000 y 5.000 pesos. Obviamente, aumentó su valor con el correr de los años. No hay un valor histórico.

¿Solo se vende en diciembre?

Sacamos a circulación el almanaque a finales de noviembre y se vende hasta finales de enero, de manera masiva. Pero el resto del año hay gente que lo sigue comprando, aunque en menor cantidad.

¿Cuántos almanaques se venden en Colombia?

En Colombia vendemos alrededor de 500.000 ejemplares por año. En otros países se pueden vender hasta un millón de ejemplares.

¿Las ventas se mantienen pese al paso de los años?

Se han mantenido, con una pequeña tendencia al alza, pero se mantienen.

¿Es un agüero comprar el almanaque?

Más que un agüero es una tradición. Es un producto icónico que se volvió insignia en la familia colombiana. La gente lo compra porque su abuelo o padre lo compraba. Por recordar a esos seres queridos, la gente lo sigue comprando.

¿Lo compran más los adultos que los jóvenes?

Hay lectores de todo tipo. Todos los años invitamos a los lectores para que escriban artículos sobre el almanaque y nos llegan cientos y escogemos el que más nos llame la atención. Este año el artículo escogido es de una lectora de 30 años de edad. Empezó a comprarlo desde que tenía 18 años.

¿Siempre ha tenido las mismas características?

La imagen del almanaque se ha conservado en estos años de publicación. Lo único es que el año pasado se hizo un cambio en la diagramación y en la fuente con la que se escribe y se implementaron íconos a color. Se trató de hacer más visual. Fueron cambios sutiles para no darle una modificación a la apariencia del almanaque como tal.

¿Con la pandemia del covid-19 no dejó de circular?

No. Continuó. Se mantuvo la circulación pese a las circunstancias.

¿Quiénes dependen de la venta del almanaque?

Nosotros distribuimos a las cacharrerías. Ahí los vendedores informales se abastecen y se convierten en nuestro principal canal de distribución.

Es el producto de temporada de fin de año que, de pronto, les puede ofrecer más rentabilidad.

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