Amazonía al laboratorio: así opera el lugar en el que se estudian las especies de la selva

Durante años, el ser humano ha sentido interés por investigar la prospección vegetal con fines farmacéuticos y cosméticos. Hoy, un laboratorio en la ciudad de Bogotá estudia variedad de especies amazónicas con el fin de promover emprendimientos sostenibles

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Mauritia flexuosa L.f , también conocida como canangucha o moriche es una especie muy versátil que es empleada en la industria alimenticia y cosmética.
Mauritia flexuosa L.f , también conocida como canangucha o moriche es una especie muy versátil que es empleada en la industria alimenticia y cosmética.

Le dicen canangucha, mirití, moriche, aguaje o burití. Su nombre científico es Mauritia flexuosa L.f y su fruto luce similar a una conífera. Pero a diferencia de lo que se creería, proviene de una palma que alcanza los 35 metros de altura y que hace parte del vasto follaje de la Amazonía.

Durante años, el moriche ha sido empleado por las comunidades indígenas y locales como ‘el árbol de la vida’, pues de él no solo provienen los palmitos que se consumen en las ensaladas tropicales en conserva, sino la harina de burití y su pulpa.

Pero sus usos, con el tiempo, han demostrado ser más universales, así lo han logrado demostrar científicos del Laboratorio de Uso y Aprovechamiento de la Biodiversidad de la Amazonía Colombiana, que han encontrado en el fruto de la palma, materia prima para la elaboración de productos farmacéuticos y cosméticos, un alto contenido de carotenoides y vitamina A.

“Llegamos a la canangucha porque ya había referencias de que es una especie útil y ya se hizo todo el proceso de extracción del aceite. Además, por diferentes métodos se hicieron unas pruebas preliminares que arrojaron que estaba compuesta por carotenoides, a su vez se hicieron extractos y se colocaron en nuestros equipos y arrojó como resultado que tenía betacaroteno, luteína, entre otras. De acuerdo con ese perfil, se puede decir que el aceite tiene capacidad para la protección solar, capacidad para ser alimento y vitamina”, afirma Marcela Carrillo, Ingeniera Química MSc e investigadora experta en ingredientes naturales en el Instituto SINCHI en diálogo con Infobae Colombia.

Sin embargo, explica que en medio de las investigaciones realizadas también se han encontrado con otros elementos que, como el ñame negro o morado, permiten obtener pigmentos, o como el aceite de andiroba, una semilla que aparte de tener usos cosméticos, también cuenta con propiedades antiinflamatorias y repelentes.

Pero estos productos vegetales no son los únicos estudiados en el laboratorio. Según el Herbario Amazónico Colombiano COAH, unas 2.286 especies útiles provenientes de la Amazonía son susceptibles a ser investigadas y a la fecha, en su totalidad, sólo 62 especies caracterizadas como fuentes ideales de ingredientes naturales, han sido objeto de estudio en el laboratorio.

Pero más allá de los productos o subproductos que se puedan extraer y del potencial comercial, el resultado de estas investigaciones es exclusivo para las comunidades del Amazonas.

“Nuestro principal enfoque ha sido el trabajo con las comunidades campesinas. Lo que generamos son unas alternativas productivas sostenibles y reconversión de procesos inadecuados de intervención. ¿Dónde están esos procesos inadecuados de intervención? En el arco de la deforestación donde hay un modelo económico cerrado, se tumba el bosque, se montan pasturas, el suelo se degrada y la diversidad se pierde. Nosotros lo que buscamos es decirle a la gente, ‘mire esto se puede hacer, se puede usar el bosque, esto le puede generar a usted un retorno, usted puede vivir de esto’”, explica Raquel Díaz Salcedo, investigadora del Instituto SINCHI.

Lo anterior ha significado un importante aporte en el fortalecimiento de los negocios amazónicos, que hoy se presentan en la región como una alternativa económica y una estrategia para disminuir la deforestación en los territorios, que en Colombia, según el informe Amazonía Bajo Presión de RAISG, solo entre 2000 y 2018 vio la transformación de entre 600 y 1400 Km 2 de bosque.

El cacay es un fruto rico en grasas. Se puede catalogar como un fruto seco. La nuez que produce es rica en ácidos grasos insaturados omegas 3, 6 y 9. Los estudios han demostrado, por su perfil lipídico, buenas características para nutrición y dermocosmética pues disminuye las líneas de expresión y ayuda a unificar el tono de la piel. Foto: Ángela Delgado
El cacay es un fruto rico en grasas. Se puede catalogar como un fruto seco. La nuez que produce es rica en ácidos grasos insaturados omegas 3, 6 y 9. Los estudios han demostrado, por su perfil lipídico, buenas características para nutrición y dermocosmética pues disminuye las líneas de expresión y ayuda a unificar el tono de la piel. Foto: Ángela Delgado

Un laboratorio con todas las herramientas

Justo en el centro de Bogotá se encuentran las instalaciones de la Sede Enlace, del Instituto SINCHI. Allí, ocho científicos trabajan a diario, revisando cada uno de los productos naturales que llegan de la Amazonía.

Cuenta Marcela Carrillo que inicialmente trabajaron solo con frutos amazónicos, enfocándose en las características nutricionales e indagando qué se podía obtener de ellos. Posteriormente, llegó el momento de investigar los usos de otros ingredientes. “Obviamente los requerimientos eran muy altos. Nosotros necesitamos equipos para poder hacer la identificación de esos compuestos que no son solamente de interés nutricional, sino también cosméticos, textiles etc.”, cuenta.

Entonces obtuvieron cromatógrafos de gases y líquidos, espectrómetros de masas, entre otros, que por ser tan sofisticados, no se pueden tener en la región. Explican los voceros, que como en la Amazonía el fluido eléctrico no es constante, mantenerlos en la temperatura idónea implicaría contar con el aire acondicionado en constante funcionamiento, lo que además sería costoso. No es poca cosa, estos son tan avanzados que incluso permiten realizar el desarrollo en las primeras etapas de productos e ingredientes naturales. “Son tan efectivos y precisos que pueden determinar un perfil, algo así como una huella dactilar de la planta”, cuentan.

Así que una vez se tiene el primer desarrollo de un producto, los resultados son evaluados en cuanto a su seguridad y aceptabilidad en el mercado.

“Al principio cuando estábamos iniciando la conexión con empresas, asistíamos a eventos de relacionamiento y ofrecíamos al mundo este portafolio de productos y servicios de la Amazonía. Muchas veces nos preguntaban cuántas toneladas podíamos suministrar y muchos preguntaban si se podía disponer del producto todo el año. Incluso algunas empresas nos decían que no estaban interesados en un sistema productivo en la Amazonía, que les interesaba más tener las semillas para no tener problemas de logística. Esa no es la visión de este ejercicio puesto que acá se trata de desarrollar proyectos basados en la conservación a través del uso sostenible. Ese uso sostenible tiene una dimensión ambiental, en la cual se busca aprovechar los recursos sin interferir en el medio natural, generando afectación del suelo y las especies”, explica Díaz

Y es que ponerse a la tarea de comprender la complejidad que guardan las plantas amazónicas no es fácil, por lo que desarrollar productos a base de ingredientes amazónicos, es un proceso que implica tiempo y cercanía a las comunidades campesinas e indígenas de la región.

En ese sentido, Carrillo explica que también se trata de un trabajo conjunto, pues sólo a partir de los conocimientos que ellos tienen sobre estas especies vegetales, es posible llegar a conclusiones como productividad, posibles usos y viabilidad.

Así ocurre con la asociación de campesinos Agrosolidaria del departamento de Caquetá, uno de los proveedores oficiales de manteca de copoazú que en su rol de productor, también ha velado por la producción responsable. Del mismo modo, sucede con más de 130 comunidades organizadas y empresas locales que han recibido los resultados de las investigaciones.

“Ellos son quienes nos abren las puertas para traducir lo que hacemos en el laboratorio al mundo real, a escalar esos procesos. Entonces en el momento tenemos más de 5.500 familias beneficiadas directamente en todos los departamentos que conforman la Amazonía; en Caquetá, Putumayo y Amazonas”, explica Raquel.

Así, buscando que los productores colombianos desarrollen proyectos coordinados , sacando provecho de los productos de la Amazonía de manera sostenible, se busca frenar la deforestación. Al fin de cuentas, según los expertos del Instituto SINCHI, mientras las comunidades obtengan las condiciones de trabajo digno y un retorno justo, la batalla contra esta amenaza se facilitará.

En varios tubos de ensayo, se va reflejando el resultado de los estudios que un grupo de científicos realiza en el Laboratorio de Uso y Aprovechamiento de la Biodiversidad de la Amazonía Colombiana. Foto: Yulieth Mora.
En varios tubos de ensayo, se va reflejando el resultado de los estudios que un grupo de científicos realiza en el Laboratorio de Uso y Aprovechamiento de la Biodiversidad de la Amazonía Colombiana. Foto: Yulieth Mora.

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