Desde siempre los pueblos han tenido la necesidad de demarcar su territorio. Desde los navegantes de las islas Marshall, que buscaron puntos de referencia en el cosmos para poder entender su posición en el mar, pasando por los griegos y los babilonios, los mapas no solo han servido a los viajeros, también a quienes han estado interesados en entender la extensión de los territorios y la ubicación de ríos, accidentes geográficos y economías.
Pero la cartografía del crimen, por desgracia, nunca antes había sido descrita tan al detalle como ahora. Así es como Ariel Ávila, con la maestría propia que tendría un cartógrafo, no sólo da cuenta de un investigación de cinco años en ‘El mapa criminal en Colombia’, su último libro, sino que a la vez, como bien lo señala León Valencia en su prólogo, “cierra su época de investigador social y abre su etapa de líder político”.
Así, el autor demuestra una posición con cifras y análisis sobre cómo el gobierno pasado significó una interferencia en el proceso de paz y a través de tres capítulos exhaustivos, dibuja cómo fue la consolidación de un posconflicto a medias, qué implicaciones tuvo en el resultado en la vida de los colombianos inmersos en una guerra de grupos criminales que se extiende en las regiones y que llega hasta las fronteras en disputa de poder.
“Yo escribí este libro por pura curiosidad académica. Quería saber cuál era el estado de la criminalidad de Colombia después del Acuerdo Final de Paz, qué tanto había funcionado, qué había fallado para no repetir la historia. No fue un libro que se hiciera con poco tiempo para determinarlo, porque generalmente se dice que los procesos de estabilización duran tres años. Entonces, tuvimos que hacer un primer balance en tres años y cinco años después salió”, contó Ariel Ávila en diálogo con Infobae, Colombia.
En ese punto, el senador es muy claro en afirmar que si bien una de las salidas ante el fenómeno de la violencia son los diálogos, éste no es un asunto fácil de combatir. En ese orden de ideas, cuenta que en el caso en que se llegara a un acuerdo con el ELN la violencia continuaría y al final, la única salida es buscar una paz en donde todos los actores, que clasifica en cinco grupos, se involucren.
“Yo creo que la negociación de paz con el ELN va a salir bien, va a ser exitoso y creo que con eso Colombia cierra 70 años del ciclo de violencia política. Es necesario para sacar las armas de la política. Sin embargo, en términos estadísticos, el ELN representa el 15 % de la actividad criminal en Colombia. El otro 60 % está en las organizaciones criminales de alto impacto, ahí está el reto; en el tema de sometimiento a la justicia. ¿Qué quiere decir eso? que la paz total es ELN y sometimiento a la justicia”, dijo.
Un conflicto espinoso
‘El mapa criminal en Colombia’ explora cuál es el resultado del posconflicto, qué tanto se avanzó, qué cosas cambiaron y cuál es la ruta de la violencia que ha tomado Colombia. Por eso, cuando se le pregunta a Ariel Ávila sobre los resultados del acuerdo y cuál es el estado actual tras su implementación, no vacila en hacer un análisis con dos perspectivas.
“Colombia hace 20 años tenía 800 municipios afectados por el conflicto, hoy son trescientos y hace cuatro años eran siete. Es decir, estamos mucho mejor que hace 20 años, pero desde la firma del acuerdo al día de hoy, se ha deteriorado, ¿por qué? Porque hubo un saboteo sistemático por parte del gobierno de Iván Duque”, dice.
Pero aparte de tales decisiones, que para él dejaron a la deriva algunos aspectos importantes para el proceso de paz, Ávila destaca algunos factores endógenos a la confrontación armada que hacen más complejo el conflicto. Por un lado, habla del tamaño de la economía de guerra que provoca disputas criminales por el control del botín. En segundo lugar, señala la cantidad de grupos que participan en el acuerdo, que en el caso colombiano, es más que uno. Y finalmente, en tercer lugar, habla de la arquitectura de la fuerza pública en el marco de la guerra.
Por eso, sobre las acciones a tomar desde su rol de senador, Ávila se atreve a plantear tres caminos.
“Ya tenemos la ley 4/18 que es la famosa ley de orden público. En febrero se presenta la ley de sometimiento a la justicia, que es el marco jurídico para conversar con las organizaciones criminales. En enero se debe presentar la política de seguridad, que es el garrote, además de la zanahoria, y luego viene todo el proceso de implementación. Entonces, el próximo semestre vamos a tener dos cosas muy importantes, la política criminal y la ley de sometimiento a la justicia que el gobierno nos ha anunciado que la va a presentar en enero y que la debemos tener lista en abril para dar inicio al proceso”.
Para ello, y como lo indica León Valencia, cumplir a cabalidad lo acordado con las FARC, sellar un acuerdo de paz con el ELN, implementar estrategias contra el crimen organizado que vengan acompañadas de un plan de sometimiento a la justicia con diálogos humanitarios y acuerdos locales en la zonas donde persisten las graves disputas violentas, abrir la discusión internacional de legalización de las drogas alucinógenas y psicoactivas y finalmente, normalizar las relaciones con Venezuela, son conclusiones que permiten establecer un camino a una Colombia más pacífica que hoy, desde el Senado de la República, Ávila busca alcanzar, para que así, como bien dice, el libro que logre publicar en los siguientes seis años “sea un libro de historia y no de análisis de conflicto”.
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