Para Gustavo Petro, implementar acuerdo de paz con las FARC será insuficiente si no cambia la política contra las drogas

A propósito del sexto aniversario de la firma de los acuerdos de paz entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno de Colombia, que se celebró este miércoles 23 de noviembre, el presidente Gustavo Petro señaló que las políticas actuales contra el narcotráfico y el cambio climático en el entorno internacional son un obstáculo para concretar el fin del conflicto en el país.

Según el mandatario, el móvil de la violencia son las estructuras de exclusión en la sociedad. Sin embargo, para Petro, dichas estructuras no dependen exclusivamente de la política colombiana, sino de la economía mundial. Para dar un ejemplo, explicó que en el marco de la vigesimoséptima edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático —también conocida como COP27— se discutió la posibilidad de que los países más ricos del mundo indemnicen a las naciones que sufren la crisis climática provocada por ellos.

Para él, Colombia debería ser uno de los países indemnizados, dados los estragos que sufren los ciudadanos en cada temporada ambiental a costa del “nivel de vida y los estándares alcanzados por personas, sectores de esas sociedades que habitan en Estados Unidos, en Europa occidental, en Japón, que viven mucho mejor que nosotros, pero que para lograr esos niveles de confort y del nivel de vida utilizan enormes cantidades per cápita de carbón de petróleo y producen esta transformación atmosférica que hoy tiene a nuestros campesinos bajo el agua”.

El mandatario recordó haber asistido a la COP21, que tuvo lugar en París en 2015, evento en el que se había prometido un fondo de 100 mil millones de dólares al año para la compensación de daños por la crisis climática. “Colombia no ha recibido un dólar de eso y ya llevamos varias crisis climáticas, y así es posible que suceda hacia adelante”, explicó Petro.

En este punto, el jefe de Estado aseguró que las potencias mundiales ven a los países del tercer mundo como pueblos desechables que no importan: por eso son indiferentes a afectaciones del cambio climático, como la desigualdad, el hambre y la aparición de virus letales. Según Petro, a todas esas condiciones adversas se suman las políticas contra las drogas: reprochó que la guerra antidrogas está condenada a fracasar, ha causado una enfermedad holandesa en torno a la exportación de cocaína y ha dejado un millón de muertos en América Latina.

Sobre esto último, Petro señaló que el fentanilo —un opioide más fuerte que la heroína— es legal en Estados Unidos y podría matar a 5 millones de ciudadanos de ese país en los próximos 50 años, el mismo periodo que ha durado la guerra contra las drogas en América Latina. Sin embargo, según él, no hay un interés político en prohibir el fentanilo.

Con eso en mente, el presidente preguntó hasta cuándo el país tendrá que renunciar a su paz y desarrollo por articularse a la política antidrogas internacional. “¿Hasta cuándo seguimos metiendo los campesinos en la cárcel, fumigándolos? ¿Hasta cuándo los jóvenes, en la baja cadena de la mercantilización de narcóticos, se siguen llevando a las cárceles? ¿Hasta cuándo vamos a ver una isla como San Andrés, con 400 pilotos de barco jóvenes, metidos en las cárceles de los Estados Unidos? ¿Hasta cuándo van a llenar las cárceles de los Estados Unidos de negros? ¿Hasta cuándo vamos a mantener un tipo de política antidrogas que está llevando a toda América una crisis democrática y a un colapso de la vida? ¿Hasta cuándo?”, cuestionó Petro.

Con respecto a los apoyos de delegaciones extranjeras a diversas iniciativas de paz, mencionó que a veces se ejecutan fuera del contexto real. Aunque se financie programas puntuales para cumplir con el acuerdo, la violencia seguirá si todavía hay rutas del narcotráfico por disputar y si no se hace un enfoque en la prevención del consumo.

Entonces, para el mandatario, incluso si se cumple todo el acuerdo, la guerra contra las drogas seguirá empoderando a las mafias y los esfuerzos por la paz —e incluso la democracia— serán insostenibles. “Este es un mensaje que debe ser claro en el mundo: si quieres la paz de Colombia —y nosotros sí que la queremos—, hay que cambiar políticas mundiales”, advirtió.

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