Otty Patiño es un convencido de que la mejor acción del M-19, la guerrilla urbana en la militó el presidente Gustavo Petro, fue haber dejado las armas. Su vida estuvo atravesada por las ideas revolucionarias de la segunda mitad del siglo XX hasta que ayudó a fundar en la década de 1980 ese proyecto de lucha armada. Después de la desmovilización se ha dedicado a la búsqueda de opciones de paz, ha estudiado el conflicto y ahora será el jefe del equipo negociador con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional ELN.
Desde muy joven Patiño estuvo vinculado a movimientos revolucionarios como el Frente Unido Camilo Torres o el levantamiento de los indígenas guahíbos en los Llanos Orientales contra el exterminio al que los llevaba la colonización. Pero no fue sino hasta la creación del M-19 que se sumó a la lucha armada.
Según contó a la revista Vice, sucedió cuando conoció a Jaime Bateman en un puesto de almojábanas en Chapinero. Con un cruce de palabras se dio cuenta que el carismático samario andaba, como él, en la clandestinidad. Ambos llevaban esfuerzos por consolidar grupos revolucionarios que terminaron uniéndose cuando detonó la indignación frente a la institucionalidad nacional.
Él, como quienes crearon ese movimiento, no tienen duda de que las elecciones presidenciales de 1970 fueron resultado de un fraude que le arrebató la victoria al candidato de la ANAPO, Gustavo Rojas Pinilla y que, ante ese escenario, no había más posibilidad que la lucha armada y el levantamiento de las masas populares urbanas.
Estuvo vinculado a la propaganda del M-19 y como miembro del Comando Superior ayudó a planear la Toma de la Embajada de la República Dominicana que mantuvo como rehenes a varios diplomáticos de las Américas en febrero de 1980.
Cuando el conflicto estaba en su punto álgido a mediados de la década de 1980, tras la Toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 y la muerte de varios de sus comandantes, que llevó a ese grupo guerrillero a intentar emprender el enfrentamiento militar desde la ruralidad, apoyó junto a Carlos Pizarro la idea de que la lucha armada estaba agotada.
Fue clave en el proceso de paz que inició Pizarro que aunque no llegó a establecer acuerdos con el gobierno de Virgilio Barco, estableció una amnistía a la que se acogió el M-19. Entregaron las armas cuando grupos guerrilleros como las Farc, el ELN, el EPL, grupos narcotraficantes y paramilitares tomaban fuerza en la guerra.
Patiño entregó las armas en marzo de 1990 junto al movimiento, como lo hizo también Petro. Pocos días después ya se encontraban en elecciones, con Carlos Pizarro como candidato presidencial, que fue asesinado apenas 47 días después de desmovilizarse. Pero continuaron en los propósitos políticos y resultó elegido en 1991 como delegatario a la Asamblea Constituyente, de la que fue miembro de la Comisión Primera en la que que discutió sobre derechos y garantías.
A finales de la década de 1990 fue cofundador del Observatorio para la Paz en el cual coordinó el programa Inteligencia para la Paz durante 8 años, desde allí inició investigaciones sobre el conflicto armado, el seguimiento a los acuerdos y exploraciones de paz, dedicado a analizar las opciones de salidas negociadas al conflicto.
Es politólogo de la Universidad del Valle y ha trabajado en varias instituciones de educación superior como la Pedagógica Nacional y la de Manizales. Es autor de varios libros, como Guerras inútiles, Una historia de las Farc e Historia (privada) de la Violencia.
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