Nudo de Paramillo: la zona codiciada por los grupos insurgentes durante el conflicto armado

La disputa por la propiedad de la tierra es una de las razones que más ha prolongado la guerra en Colombia y que puso los ojos del ELN, el EPL y las Farc en algunas zonas estratégicas del país

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El Nudo de Paramillo fue una de las zonas que vivió la disputa por la tenencia de la tierra entre grupos insurgentes en Antioquia. 
FOTO: Infobae (Jesús Avilés)
El Nudo de Paramillo fue una de las zonas que vivió la disputa por la tenencia de la tierra entre grupos insurgentes en Antioquia. FOTO: Infobae (Jesús Avilés)

Al norte de Antioquia y por el sur de Córdoba existe un accidente geográfico que es hogar de tigrillos, osos de anteojos y jaguares; sin embargo, sus valles y faldas no solo han sido testigos de la fauna, sino también de la violencia de la región. El Nudo de Paramillo ha sido deseado por más de un actor armado y, como consecuencia, las acciones en la zona todavía son recordadas por sus habitantes.

“Nuestra historia, esa que le voy a contar desde una montaña a cientos de kilómetros de la que algún día fue mi casa, está tejida con los gritos de resistencia”, contó Rógeres, una mujer que perteneció al Ejército Popular de Liberación (EPL) a la Comisión de la Verdad. La lucha de las personas que estaban cerca al río Sinú, Tucurá y San Jorge tenía que ver con el problema que atraviesa a Colombia: la disputa por la propiedad de la tierra.

La entrevistada narró que esa problemática llevó a su pueblo a sufrir el desgarro que solo trae la guerra: “Sí, esa misma violencia que corroe el alma de la gente, destruye pueblos enteros y condenó durante mucho tiempo al terror y la miseria”.

Tan solo Antioquia se configura como la mejor esquina de América en términos geográficos, pues tiene el acceso a los dos mares y a todo tipo de materiales, tanto legales como ilegales. De acuerdo con la entidad que nació con el Acuerdo Final de Paz, el departamento se constituyó “como un corredor fundamental para el dominio del noroccidente del país”.

Después de que se acabó la Violencia Bipartidista (1946-1953), desde la década de los 60 hubo tres grupos armados que vieron la importancia del departamento y tuvieron un particular interés en el Nudo de Paramillo —tanto por razones geográficas como políticas—.

En Infobae Colombia escogimos tres momentos en los que el Ejército Popular de Liberación (EPL), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) tuvieron una relación estrecha con este accidente geográfico.

Las tres varitas mágicas del EPL

“El EPL surgió en las montañas que conectan el sur de Córdoba con el nororiente antioqueño y el Urabá —explicó la Comisión en el tomo territorial Colombia Adentro—. Y se constituyó como el brazo armado del Partido Comunista de Colombia-Marxista Leninista (PCdeC-ML)”. La guerrilla tenía el objetivo de crear unas bases de apoyo en las zonas que tenían una historia de lucha campesina y un legado de resistencia.

Un excombatiente del EPL le contó a la entidad cómo se basaron en la revolución China para buscar en el campo “el escenario principal para la toma del poder”, pues tenían unos antecedentes políticos con las guerrillas liberales durante la Violencia Bipartidista. Lograron asentarse en el Alto Sinú y el Alto San Jorge para extenderse después por el Nudo de Paramillo.

Rógeres, por su parte, manifestó que en esa época existían tres varitas mágicas en las que el pueblo podía hacer parte de esa lucha. Una era el PCdeC-ML, la otra era el EPL y la última era el Frente Amplio, donde estaban las bases de apoyo que empezaron con las Juntas Patrióticas de Liberación: unos pequeños órganos de poder que tenían reglamentos de carácter obligatorio.

“Eso se esparcieron como candela porque la Violencia Bipartidista dejó mucha gente en crisis”, precisó la testigo del conflicto armado. Las bases de apoyo pretendían “liberar” esas regiones abandonadas históricamente por el Estado, pues tampoco podían pedirle ayuda “porque el Frente Nacional les trancó la puerta de la democracia”.

A pesar de que existían esas tres varitas mágicas, Rógeres comentó que era extremadamente difícil entrar al Ejército Popular de Liberación. “Era una organización que por su estructura y por su forma de reclutamiento era como una secta”, indicó la mujer que se demoró casi dos años en llegar a la militancia del EPL, con apenas 15 años: “Quería enlistarme porque quería ver un cambio aquí y ellos estaban transformando muchas cosas en la región”.

Las tensiones con las asociaciones campesinas

De acuerdo con la Comisión de la Verdad, en los 70 “el EPL no concibió diferencias entre lo militar y lo político” y algunos excombatientes dijeron que eran muy radicales y realizaban un trabajo “contra-institucional”. Si bien a través del PCdeC-ML vincularon a sindicalistas y cuadros políticos —que hacían una pre-militancia con trabajos agrícolas—, la guerrilla hacía “labores clandestinas de proselitismo y presión armada”.

Los campesinos empezaron a ver con desconfianza las acciones del EPL —que peleaban contra todo a lo que “sonara a sistema”— y conformaron la Asociación para el Desarrollo de la Familia del Parque Paramillo (Ascoderma). La agrupación incluía 17 veredas de la región del Manso, Sinú y Tigre, y uno de sus fundadores relató lo que le decían en esa época: “está apareciendo una gente que está extorsionando” e incluso debían pagarle unos impuestos por la extracción de madera.

A pesar de que las acciones militares en Córdoba apoyaban la lucha del campesinado contra los terratenientes, en la década del 70 efectuaron “operaciones militares contra la fuerza pública y de extorsión y abigeato en contra de hacendados y terratenientes”. Tan solo a finales de los 60, se registraron asesinatos y masacres a pobladores que fueron acusados de ser colaboradores del gobierno.

“Originaron un desplazamiento masivo de las comunidades campesinas e indígenas de la región del Alto Sinú a las zonas urbanas de Tucurá y Tierralta”, puntualizó la Comisión.

Lo cierto es que las acciones del EPL en esa época no solo perjudicaron a los colonos que habían luchado por la tierra tiempo atrás, sino que los movimientos sindicales que apoyaron fueron estigmatizados. “Esto facilitó que las élites locales y el Estado asociaran sindicalismo con insurgencia”, recordó la entidad que nació con el Acuerdo Final de Paz.

La Operación Anorí: un golpe al ELN

Imagen de archivo de la Operación Anorí. 
FOTO: Comisión de la Verdad, con base en una imagen de archivo del diario El Colombiano.
Imagen de archivo de la Operación Anorí. FOTO: Comisión de la Verdad, con base en una imagen de archivo del diario El Colombiano.

El ELN nació en Santander en 1964; sin embargo, a principio de los años 70 llegó a Antioquia debido a la importancia estratégica de ese entonces. De acuerdo con Rógeres, la guerrilla entabló conversaciones con el EPL en algún momento, pero no lograron acuerdos del todo, aunque “a ellos les decíamos primos”.

El Nudo de Paramillo también estuvo bajo la mira del ELN, pues era —según la Comisión— “considerado entonces como ahora una posición estratégica”. Los deseos de ejercer un dominio en el accidente geográfico se vieron truncados por la Operación Anorí, realizada por la Quinta Brigada del Ejército Nacional durante el Gobierno de Misael Pastrana (1970-1974).

Si bien las Fuerzas Armadas ya le habían dado varios golpes en 1972, la Operación Anorí significó una crisis profunda del grupo insurgente. Una de las fuentes de archivo consultadas por la Comisión es una crónica del diario El Tiempo, en la que precisa que las acciones militares entre ambos bandos eran casi como un juego del gato y el ratón.

Empezó el 7 de agosto de 1973 y durante 42 días los insurgentes caían de una trampa a otra, hasta el punto en que los militares arrinconaron a los guerrilleros. La operación es un hito histórico, pues no solo evitó el control del Nudo de Paramillo, sino que también dejó un saldo de 33 guerrilleros muertos y 30 capturados y se logró dar de baja a los hermanos Manuel y Antonio Vásquez Castaño, dos jóvenes fundadores del ELN.

Un excombatiente rememoró ese hecho: “A raíz de la Operación Anorí [se] profundiza, es decir, sale a flote una crisis que venía incubándose, y simplemente revienta”. Con la muerte de los hermanos Vásquez Castaños la guerrilla empieza a fragmentarse “e incluso algunas de ellas desaparecen”. Aunque ese no fue el fin del ELN —que aún persiste hasta ahora—, después de la derrota, empezaron a enfocarse en un escenario más central: Medellín.

Las acciones de las Farc

En la década de los 80, las Farc tenían en objetivo de “diseñar una estrategia armada, mediante la combinación de todas las formas de lucha de masas, para avanzar hacia la toma del poder”. Esa meta la trazaron también en la década de 1990, cuando enfocaron sus esfuerzos desde el Páramo de Sonson hasta las cuchillas del Nudo de Paramillo.

De acuerdo con la Comisión de la Verdad, “entre 1995 y 2002 se identificaron 109 casos de daños a bienes civiles en toda la región” y registraron 919 casos de secuestros que se le atribuyeron a la guerrilla. Aunque esas acciones correspondían a una estrategia de repliegue, también buscaban contener la expansión paramilitar y las operaciones del Ejército Nacional.

En esa época, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) también realizaron masacres y desplazamientos en los municipios de Dabeiba, Ituango, Liborina, Sabanalarga y Peque. De hecho, entre 1993 y 1997 el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) detalló que hubo 121 masacres en el Urabá antioqueño y el sur de Córdoba, que dejaron como saldo 880 víctimas.

“De esos casos, 74 son atribuidos a grupos paramilitares, con un total de 459 víctimas”.
Actores armados en la región de Antioquia, sur de Córdoba y Bajo Atrato chocoano (1991-2002).
FOTO: Comisión de la Verdad
Actores armados en la región de Antioquia, sur de Córdoba y Bajo Atrato chocoano (1991-2002). FOTO: Comisión de la Verdad

Lo cierto es que en el Nudo de Paramillo han estado no solo las guerrillas sino también los grupos paramilitares. La historia de las Farc es mucho más extensa; sin embargo, las cifras pueden mostrar algo del impacto que tuvieron en esas zonas periféricas del departamentos.

Respecto al EPL, en 1991 se desmovilizaron gracias a un acuerdo con el Gobierno de César Gaviria, pero hubo tropiezos, por los que muchos terminaron tomando las armas de otros grupos armados o incluso de los paramilitares. Rógeres manifestó que aquellos que habían dejado ese camino pagaron un precio alto.

“Nos mataban por traidores de la revolución. Ningún argumento servía por encima de las balas”, dijo la mujer, quien sí se acogió a lo pactado; no obstante, tuvo que dejar su hogar e ir hasta Medellín “a comenzar de cero” por amenazas precisamente de las Farc.

— Ningún cuerpo sobrevive al peso de la guerra tan despiadada como la nuestra y yo llevaba casi toda mi vida siendo parte de ella.

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