Cuatro minutos después de las 8 de la mañana del domingo 9 de diciembre de 1990, cuatro aviones Kfir de la Fuerza Aérea Colombiana bombardearon Casa Verde, poniendo fin a una tregua acordada entre las Farc y el Ejército Nacional.
Para los agentes del Estado, Casa Verde se había convertido en el centro de operaciones de la que en su momento fue la guerrilla activa más antigua del mundo, así como el cuartel del secretariado y el fortín desde donde se administraba el dinero que obtenía del narcotráfico, el secuestro y la extorsión. Lo cierto es que antes de que dichas versiones se confirmaran, fue la sede de los diálogos de paz que terminaron en la consolidación de los Acuerdos de La Uribe, en 1984.
Cuando finalizaron las negociaciones, en Casa Verde se desarrollaron los planes de expansión de las Farc, según la Comisión de la Verdad. El sitio era estratégico para la guerrilla, pues le daba la oportunidad de pensar en una ofensiva en Bogotá, rompiendo así el paradigma sexagenario de que el conflicto armado solo era ‘algo’ que se vivía en el campo y a lo que la capital del país era inmune.
La llamada por el Ejército ‘Operación Colombia’ fue planeada de tal manera que los miembros del secretariado también fueran abatidos en el bombardeo. Ese día, luego del paso de los Kfir, sobrevolaron tres aviones Mirage M-5 que se encargaron de los cambuches donde, se suponía, estaban los cabecillas de esa guerrilla. Pero no era así. Días antes habían sido advertidos, nadie sabe quién lo hizo.
Sin embargo, una excombatiente relató a la Comisión que, “teníamos la información que el Gobierno lanzaría contra nosotros un ataque a comienzos del 91 y de su determinación de no adelantar conversaciones si estas no conducían a la desmovilización de la insurgencia”. La entidad también detalla que los miembros del secretariado se replegaron por el río Duda, al igual que cuando ocurrió el ataque a Marquetalia.
Un oficial retirado del Ejército dijo también a la Comisión que no dieron con Tirofijo, el Mono Jojoy, Raúl Reyes ni Alfonso Cano porque para el momento del ataque ya se habían ido. También coincidió con la excombatiente al afirmar que la información se había filtrado hasta Casa Verde. El mensaje era evidente: El Gobierno nacional no tendría en cuenta en el pacto de la Constituyente a las Farc (que había pedido ingresar a esta asamblea como parte de un proyecto de pacificación).
El aval de César Gaviria a las Ejército para bombardear Casa Verde en medio de un proceso de paz
El expresidente de Colombia (1990-1994) fue claro con las Fuerzas Militares al decir que no necesitaban permiso de nadie, ni siquiera el suyo, para entrar en cualquier parte del territorio. Esto porque hubo rumores de que no los dejaban combatir, precisamente, por la puesta en marcha de la Constituyente y los diálogos de Tlaxcala (1990-1992).
“Aquí no hay zonas vedadas, bien puedan entren donde quieran, si quieren me cuentan, si no quieren, no me cuentan, pero no sigan diciendo que a ustedes no los dejan combatir”, le dijo Gaviria a la Comisión de la Verdad sobre el permiso concedido a los militares para que continuaran con sus operaciones contrainsurgentes.
El general Humberto Correa, comandante de la retoma a Casa Verde, tomó esa determinación como un aval para intervenir en la zona. El ministro de Defensa de la época, Rafael Pardo, también ha defendido este ataque diciendo que, de no haberlo hecho, las Farc habrían tenido bajo su poder aproximadamente 4.000 kilómetros de territorio nacional.
Para ese entonces, entre las mismas Fuerzas Armadas existía el temor de que la Carta Magna de 1991 inclinara el país hacia la izquierda debido al gran protagonismo que tuvo la AD - M19 en la Asamblea Constituyente y por la posibilidad de entrega de indultos para excombatientes de esa guerrilla.
Gaviria había apostado por el debilitamiento de las guerrillas en su gobierno, y pese a que no podía hacerlo con la ya desmovilizada M-19, con las Farc sí tuvo claras intenciones. Por eso, la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB) no tuvo oportunidad de acceder a la Constituyente.
“El M-19 tenía una cosa que las FARC-EP no tienen y es que le sabía hablar a la gente mejor que los políticos tradicionales, mejor que nosotros. En cambio, los de las FARC-EP nunca aprendieron, no van a aprender. Así se quedaron porque ellos siempre fueron guerrilleros rurales que nunca conocieron el lenguaje urbano y no lo conocen. Esa es la realidad”, relató Gaviria Trujillo a la Comisión. Empero, esa guerrilla logró hacer un acuerdo de paz con el Estado colombiano en 2016.
Rodrigo Londoño, en cambio, le dijo a la entidad que el ataque a Casa Verde elevó la guerra a un nuevo nivel, pues mientras ese campamento estaba vigente, había esperanzas de cesar el conflicto interno.
“Los camaradas nos dijeron que las FARC-EP se iban a convertir en una vaca muerta en el camino de la revolución (...) Hoy, con la perspectiva del tiempo, creo que los camaradas tenían la razón”, contó Timochenko. Una nueva puerta a la paz con Colombia se había cerrado, abriéndose otra para más años de lucha en los campos.
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