Colombia tiene una de las inflaciones más altas de Latinoamérica

La más reciente cifra, registrada durante el pasado mes de octubre, la cual llegó a ser la más alta del siglo XXI, a su vez empieza a marcar una postura frente a la situación internacional, pues en la región, esta es la cuarta más significativa

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FOTO DE ARCHIVO Colombia tiene la cuarta inflación más alta de Latinoamérica. El Fondo Monetario Internacional mantiene su alerta por una desaceleración en la economía. REUTERS/Yuri Gripas

En el último informe del departamento administrativo Nacional de estadística, DANE, dónde se presentaron los índices de precios al productor y al consumidor, qué permite estimar el dato de la inflación en el país, arrojó que durante octubre el encarecimiento fue del 12,22 %, esta es la cifra más alta desde 1999, y que según el comparativo internacional, sería la cuarta más representativa de Latinoamérica.

El balance presentado por el Fondo Monetario Internacional, FMI, entidad que lleva varios meses alertando sobre la situación económica en la región, qué de hecho ya pronóstico una recesión para el próximo año, y que no ha dado unas buenas referenciaciones para el futuro más inmediato del país, asegura que este concepto es el que más afectación tiene en la situación nacional.

De hecho, la gerente de la entidad, Kristalina Georgieva, es una situación que está afectando a nivel global. Agregando que lo peor estaría por venir:

“No voy a adelantarme a los datos, pero es muy posible que estemos llegando a su punto máximo (…) Ahora vemos a los bancos centrales muy unidos en la lucha contra la inflación como una prioridad máxima y con razón. Si no tenemos éxito, se desanclará y entonces la base para el crecimiento, que es la estabilidad de precios, se verá golpeada”.

Las estimaciones que hizo el FMI aseguran que el país con la mayor inflación actualmente es Venezuela, seguido por Argentina y destacándose entre otros Paraguay y Brasil.

Incluso anteriormente ya había hablado sobre el frenazo, qué será más notorio en el 2023, pero que incluso en la economía nacional ya ha visto un decrecimiento, del 5,8 % que se proyectaba, al cierre del 2022 será del 3,6 %:

“Se prevé que el crecimiento en Latinoamérica y el Caribe sea del 3,5% en 2022 y del 1,7% en 2023 (…) Se espera que el crecimiento de la región se ralentice a finales de 2022 y en 2023 a medida que el crecimiento de los países socios se debilite, las condiciones financieras se endurezcan y los precios de las materias primas se suavicen”, destacó el FMI.

Este tema precisamente ha estado en discusión, ver otros escenarios, como el del Banco de la República, ya que mediante esas estimaciones es que se fijan los incrementos en valores como las tasas de interés, que lógicamente buscan mitigar el impacto, pero a la vez no están generando ese frenazo que pretenden con las decisiones.

Recordemos que, con las cifras más recientes de la inflación, los alimentos y bebidas fueron los principales jaladores, junto con productos para el hogar como de aseo, entre otros.

Así lo explicó el DANE:

“Seis divisiones se ubicaron por encima del promedio nacional (0,72 %): Alimentos y bebidas no alcohólicas (1,21 %), Transporte (1,09 %), Bienes y servicios diversos (0,90 %), Recreación y cultura (0,89 %), Muebles, artículos para el hogar y para la conservación ordinaria del hogar (0,77 %) y, por último, Restaurantes y hoteles (0,77 %). Por debajo se ubicaron: Salud (0,70 %), Bebidas alcohólicas y tabaco (0,56 %), Alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles (0,40%), Prendas de vestir y calzado (0,23 %), Información y comunicación (0,05%) y por último, Educación (-0,02 %)”.

El Fondo Monetario Internacional agrega qué, las determinaciones de los distintos gobiernos están colocando a prueba el sistema financiero, tanto el público como el privado, y que lógicamente están representando un temor en los mercados, además que estaría dejando ver vulnerabilidades en los sistemas de las Naciones afectadas:

“Las presiones sobre los precios se han ampliado recientemente, afectando a los artículos de las cestas de consumo que van más allá de los alimentos y la energía (…) La deuda corporativa ha crecido considerablemente durante la última década, especialmente fuera del sistema bancario. La vigilancia a este tipo de vulnerabilidades será clave para identificar posibles fuentes de estrés y tomar medidas tempranas de acción”.

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