“Ninguna cartilla de ningún partido político se puede poner al lado del Informe Final”: Alfredo Molano Jimeno

Infobae Colombia creó un gran especial con nueve entregas que explican puntos importantes del Informe Final de la Comisión de la Verdad, incluyendo el papel de Alfredo Molano Bravo como comisionado y uno de los cronistas más brillantes del país. De ahí la idea de hablar con su hijo

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Desde el mismo momento que fue designado como comisionado, armó su equipo de trabajo y se fue a hacer lo suyo, recorrer a pie, en mula y como fuera, las rutas que muchos no conocen de Colombia. Introducción al especial hecho por Infobae Colombia sobre el Informe Final de la Comisión de la Verdad.
FOTO: Infobae (Jesús Avilés)
Desde el mismo momento que fue designado como comisionado, armó su equipo de trabajo y se fue a hacer lo suyo, recorrer a pie, en mula y como fuera, las rutas que muchos no conocen de Colombia. Introducción al especial hecho por Infobae Colombia sobre el Informe Final de la Comisión de la Verdad. FOTO: Infobae (Jesús Avilés)

Resulta poco creíble el hecho de que una sola persona haya leído en su totalidad, a pocos meses de su lanzamiento, las más de 9.000 páginas que componen el Informe Final de la Comisión de la Verdad. Para empecinarse en semejante andanza, el lector debe primero tener toda su atención puesta en cada palabra, cada testimonio y cada cifra que ratifica la crudeza que ha tenido el conflicto armado con millones de víctimas directas e indirectas.

Segundo, debe eliminar sus sesgos políticos, pues la guerra interna ha sido promovida desde ambas orillas y las víctimas, también han sido de ambos bandos. Sin embargo, antecedentes como el enquistamiento de la doctrina del ‘enemigo interno’ prueban la persecución histórica contra un sector específico. Como ejemplo de la vigencia histórica de ese concepto está la persecución de liberales por parte del clero, la fuerza pública y los ‘Chulavitas’, ejércitos privados formados por conservadores que tenían la misión de acabar con sus oponentes, tildados ellos de ateos y comunistas.

Tercero, el lector debe tener muy en cuenta que, como lo ha dicho el padre Francisco de Roux, expresidente de la Comisión, el Informe Final no contiene la verdad absoluta sobre el conflicto armado. Sin embargo, se acerca bastante, pues los recorridos por muchas partes del país encabezados por los comisionados hicieron que cada testimonio, cifra y análisis se volviera en prueba insoslayable del salvajismo de la guerra interna.

Sumado a eso, la preparación del Informe Final y sus voces contó con la participación de importantes figuras como Alfredo Molano Bravo, que recorrió el país como pocos cronistas lo han hecho, contando como casi nadie la historia del conflicto colombiano. Más allá de sus valiosos aportes en el año largo que estuvo como comisionado antes de su muerte, el vasto documento no estuvo centrado en él, tal y como lo señala su hijo, Alfredo Molano Jimeno.

“(...) Mal haría yo con exigirles a los comisionados o al Informe que diera cuenta de la obra de mi padre. Yo creo que lo importante es que el Informe sí se ve atravesado por el espíritu y una enseñanza que él siguió y trató de dejar sembrada en la Comisión que fue la de disponerse a escuchar las verdades de las víctimas, los victimarios y las comunidades. Entonces creo que la esencia de mi padre sí recorrió el Informe y que por lo menos para mí lo más importante es que ese espíritu que mi papá trató de imprimirle a la Comisión de la Verdad se plasmara en el documento final”, dijo en una corta pero provechosa entrevista. Ya con esas pautas claras, el lector puede tener una comprensión más genuina de cualquier tomo que decida leer.

“La historia no es algo que ya pasó y, sobre todo, que ya les pasó a hombres notables y célebres. Es mucho más. Es lo que le sucede al pueblo común y corriente todos los días, desde que se levanta lleno de ilusiones hasta que cae rendido en la noche sin esperanzas. No se necesitan documentos acartonados y descoloridos por el tiempo para convertir un hecho en histórico; la historia no se refugia en las notarías ni en los juzgados, ni siquiera en los periódicos”, mencionó Molano Bravo dentro de su obra.

De hecho, los periodistas que decidieron aventurarse en preparar este extenso especial lo hicieron con la convicción real de que es imposible leer todo el Informe Final siquiera en tres meses. A duras penas en ese tiempo se puede leer un solo tomo con éxito. Pero a pesar de eso, decidieron preparar nueve entregas del mismo número de tomos (decidimos no hacer una entrega de Cuando los pájaros no cantaban pues no tiene sentido reducir a otros textos la narrativa creada por cronistas, escritores y los mismos comisionados), dándonos cuenta en el proceso que las guerrillas fueron los principales autores de tomas de pueblos, pescas milagrosas, secuestros y ataques contra la fuerza pública.

En ese sentido, el Informe Final condensa en un solo formato la responsabilidad de cada uno de los actores armados en la extensión del conflicto interno por casi un siglo y el genocidio causado contra campesinos, indígenas y miembros de izquierda. Por ello, Molano Jimeno además de reconocer la obra de su padre y el reconocimiento que tuvo dentro de la entidad, insiste en que cualquier otro documento para desvirtuar lo consignado en 13 volúmenes (incluyendo los anexos y las aclaraciones de cada comisionado) no se puede equiparar con el Informe Final.

La verdad es que no creo que ninguna cartilla de ningún partido político se pueda poner al lado del Informe Final. La Unión Patriótica presentó unos informes dando cuenta de lo que ellos habían vivido como colectivo político y lo hicieron también miles de organizaciones, sindicatos, comunidades...

“Cada quién tuvo la oportunidad de entregar su versión sobre el conflicto armado y su perspectiva como víctima. Pero esta Comisión de la Verdad apócrifa que creó el Centro Democrático pues ya realmente me parece que es, sencillamente, una baja estrategia publicitaria para un trabajo que no tiene ni medianamente la rigurosidad, la capacidad, el despliegue que tuvo la Comisión de la Verdad en todos los territorios y la enorme estructura que puso en marcha para recoger los testimonios”, explicó el periodista.

Viendo el amplio y completo panorama que dejó la entidad como legado, Molano concuerda en que no se necesita la creación de otra Comisión y que mucho menos haría parte de una, al menos por ahora. “Me parece que desnaturalizaría la trascendencia del aporte académico que tiene esta instancia si a cada acuerdo se le trata de crear una Comisión de la Verdad. Lo que hizo esta, deja bien recorrido un trecho en la historia de Colombia. Que falten cosas será un trabajo para las siguientes generaciones. Espero que no se les ocurra en estos tiempos del gobierno Petro”.

Lo último que dejó, aparte de sus ejercicios de escucha y debate como comisionado, fueron las anécdotas que le contaba a su familia y el acercamiento especial con Antonia, cuyas cartas dirigidas a ella fueron motivo del su libro póstumo. “uno de sus métodos de trabajo era el de oír distintas opiniones para poder sacar en líquido una posición sobre lo que veía u oía. Y no lo hizo distinto con esto de la Comisión; lo vivimos de manera muy intensa y lo acompañamos en cuanto pudimos escucharlo y estar con él en viajes como lo hizo Antonia”, evocó el también columnista

Resulta difícil encontrar un formato tan completo, extenso y de tanto valor académico y de memoria histórica como el Informe Final. De hecho, según cálculos de Érika, una de las periodistas detrás de estas entregas, si una persona le dedica diez horas diarias al documento completo sin descanso, incluyendo sábados y domingos, terminaría en cuatro meses. “Lo que hizo esta Comisión deja bien recorrido un trecho en la historia de Colombia”, dijo Molano Jimeno, y por esa razón concuerda en que no se deben crear más entidades similares, pues lo que hizo la naciente del Acuerdo Final de Paz con las extintas Farc realizó lo que ninguna otra institución se atrevió: escuchar, contar, escribir y conmoverse.

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