El miércoles 6 de noviembre de 1985, el centro de Bogotá se enmudeció tras el estruendo de varios disparos, si bien, las fiestas navideñas se acercaban, era difícil asociar este sonido con algún tipo de juego pirotécnico. El Palacio de Justicia era el escenario en donde posteriormente se libraría una batalla a sangre y fuego, marcando así, un hito para la historia nacional.
Para aquel entonces, el país estaba sumergido en un contexto de violencia y tensiones en diferentes escenarios; por un lado, las guerrillas aumentaban su poder en el territorio nacional, el narcotráfico avanzaba y demostraba su temerario accionar y de igual forma, el gobierno era criticado por diferentes situaciones que de alguna u otra manera, afectaba el normal desarrollo de la República.
En 1985, Colombia fue testigo del recrudecimiento de la violencia, pues el grupo guerrillero M-19 tomaba cada vez más fuerza y buscaba demostrar su poderío, en varias zonas del país. Atentados, tomas, hostigamientos y demás, se convertían en el pan de cada día de los ciudadanos, no obstante, nunca se pensó que esto fuese a escalar a un nivel mayor, nadie imaginó que la violencia se podía trasladar al centro de Bogotá, a plena Plaza de Bolívar.
Los primeros días de noviembre estuvieron cargados de zozobra, pues de alguna u otra forma se presumía un posible ataque en contra de los magistrados de las altas cortes o incluso, alguna retaliación intimidante sobre el Palacio de Justicia.
El Informe final de la Comisión de la Verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia de la Universidad del Rosario, permite detallar diferentes apartes sobre lo sucedido en aquel día del penúltimo mes del año.
La toma al Palacio
Se acercaba el mediodía, mientras algunos oficinistas se preparaban para salir a almorzar, hombres del M-19 ingresaron al Palacio de Justicia y aseguraron el perímetro, realizando un estilo de avanzada para que el escuadrón armado pudiese ingresar al edificio. En los sótanos de este recinto, se escuchaban varios disparos, los cuales cobraban las primeras víctimas, pues los insurgentes habían disparado en contra de los vigilantes que se encontraban ahí, esto, para el ingreso de 28 guerrilleros al punto.
En los diferentes pisos del Palacio ya se notaba la presencia de los guerrilleros, quienes intentaban tomar poder de las instalaciones y anunciaban la Toma del Palacio de Justicia, en el marco de la Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre.
Uno de los nombres más recordados de este lamentable hecho, es el de Alfonso Jacquin, miliciano del M-19, quien se proclamó como segundo al mando del operativo de toma al Palacio. El entonces comandante es rememorado por su protagonismo en este hecho, pues fue quien se comunicó con los medios de comunicación y resaltó como orador, explicando los motivos del accionar insurgente y los requerimientos de la guerrilla.
Luego de notar la presencia masiva de guerrilleros en el Palacio, hubo comunicación directa con las autoridades que desplegó una operación de retoma del recinto; pelotones militares completos, vehículos de artillería, y más grande poderío militar hacía presencia en la Plaza de Bolívar, todos con la mirada hacia el Palacio de Justicia, solo esperando la orden de entrar con todo el escuadrón.
Las imágenes aún dejan viva la fotografía de un vehículo tipo tanque ingresando al Palacio, hecho nunca antes visto que se recrudeció cuando éste disparó su cañón. Algunos reportes indicaban que dentro del lugar ya había muertos y heridos.
Pasadas las horas, los medios de comunicación pudieron establecer contacto con el presidente de la Corte, Alfonso Reyes Echandía, quien fue tomado como rehén desde el inicio de la operación. Durante las horas previas, los guerrilleros intentaron establecer contacto con el presidente de la República, Belisario Betancourt, no obstante, todo fue en vano, pues nunca respondió.
En la llamada, Reyes Echandía señalaba: “Al presidente de la República que finalmente de la orden del cese al fuego inmediatamente”.
A este mensaje se unía el comandante del M-19, Alfonso Jacquin, quien aseguró:
“Es increíble, habla Alfonso Jacquin, el segundo al mando de este operativo, el presidente de la República no le ha pasado al teléfono al presidente de la corte y se va a morir”.
Empero, a pesar de los esfuerzos, la comunicación con el Gobierno Nacional era nula, incluso la ministra de Telecomunicaciones Noemí Sanín, dio la orden de no transmitir lo que sucedía dentro del máximo recinto, y, por el contrario, emitir un partido del fútbol colombiano entre Millonarios y Unión Magdalena.
Jacquin volvió a comunicarse con los medios, aseverando:
“El presidente volvió a fugarse de la paz, no fue capaz de comparecer ni siquiera telefónicamente ante el presidente de la Corte Suprema de Justicia, durante cualquier cantidad de horas se buscó afanosamente ese contacto, y cómo es posible que no sea digna a dirigirse al señor presidente de la corte suprema de Justicia”.
Finalmente, añadió:
“En segundo lugar, nosotros hemos venido aquí a convocar a la Corte, al Consejo de Estado como expresión del poder jurisdiccional, a que asuma ante el fracaso del legislativo, ante el fracaso del ejecutivo, la búsqueda de una solución política negociada”.
28 horas de agonía
Tras más de un día de combates incesantes, el material bélico se agotaba, la rendición era inminente y la esperanza de paz se veía al final del túnel que estaba cubierto de sangre. Plazas Vega aseguró que en el fuerte judicial resistía no más de 10 milicianos, mientras que algunos rehenes salían del lugar, entre estos; magistrados, oficinistas y público en general.
Algunos ciudadanos murieron producto de los disparos, otros, terminaron incinerados por la fuerte conflagración que cubrió el lugar, pues la llamas acabaron con documentos, instalaciones y demás enseres.
Aún queda la duda sobre lo que ocurrió dentro del Palacio, pues dentro de las densas paredes que lo edificaban, sucedieron hechos que siguen sin ser revelados. Algunas personas salieron con vida del lugar y aún no aparecen, otros resultaron asesinados luego de ser vistos con vida, considerándose como un hecho lamentable que cobró la vida de casi un centenar de personas.