El cabildo distrital nuevamente estaba dividido por el Metro de Bogotá, las dilaciones y posturas que se proponen desde las diversas bancadas mantienen la idea que propone el gobierno nacional sobre la modificación, nuevamente, del diseño de la primera línea del metro, qué podría ser subterráneo, tema que para bien o para mal, independiente que sea beneficioso o no, ya se había superado ya aprobado, por lo que de hecho en la capital del país ya se habían empezado a realizar las obras para la construcción del mismo.
Algunas bancadas consideran que este nuevo retraso no es más que un capricho del presidente Gustavo Petro, teniendo en cuenta que es una propuesta para este sistema de transporte había sido precisamente mandarlo subterráneo, esto cuando era alcalde de Bogotá, mientras que en otros consideran qué es lo mejor precisamente para el beneficio de la ciudad.
“Ese es un tema que, en principio, no implica que se vaya a modificar el contrato y lo acordado, simple y llanamente para el próximo 8 de enero (de 2023) que se deberán entregar los estudios de la Línea 2 del Metro, también el consorcio nos presentará su respuesta frente a esta propuesta”, explicó la alcaldesa Claudia López al momento del anuncio.
Empezando por el presidente del Concejo, Samir Abisambra, del Partido Liberal, declaró que la intención de Petro no es más que una búsqueda de protagonismo político, que lo único que hace es dilatar aún más el proceso de la construcción:
“Seguimos con los problemas políticos gracias al Metro de Bogotá, el cual todos los capitalinos añoramos y que esperamos que, por divisiones políticas y egos personales, no se trunquen. Lo que necesitamos es que comience la construcción y la discusión si es subterráneo o aéreo ya tiene que ser superada (…) simplemente por un tema personal, por protagonismo político”.
Otros como la concejal Diana Diago, del Centro Democrático, asegura que se debe respetar los firmados los contratos, agregando que esto lo único que busca es el atraso, de por sí ya bastante pronunciado, para la realización del proyecto:
“Un desacierto total siquiera pensar en modificar la primera línea del Metro que sea subterránea y no elevada, no solamente cómo se concibió en definición, sino cómo se contrató, algunas cláusulas penales que afectarían muchísimo al bolsillo de los bogotanos, estás modificaciones le costarían a los bogotanos casi 5 billones de pesos, y hoy cómo está el escenario económico, hay que pensar con cabeza fría y los recursos de los ciudadanos hay que cuidarlos, hay que levantarse a defender la primera línea del Metro tal y como está”.
Por parte de la Alianza Verde, Lucía Bastidas, también crítico la decisión asegurando que muchas gracias acciones de la alcaldesa se hacen en la clandestinidad, evidenciando la falta de transparencia que se ha tenido la realización del proyecto, agregando quién esto solamente es un capricho de Gustavo Petro:
“Conejazo a la movilidad de los bogotanos es lo único que queda claro después de la reunión de la alcaldesa con el presidente Gustavo Petro. Todo ha sido clandestino, las reuniones con el consorcio chino, a las que no invitaron al Distrito, que es el socio fundamental del proyecto (…) Nueve kilómetros bajo tierra es un verdadero capricho del presidente Petro y que implican por lo menos seis billones de pesos más y adicionalmente, más tiempo de entregar, y perder el trabajo de redes”.
Por la parte benefactora, María Fernanda Rojas destaca qué es muy positivo volver a explorar la posibilidad de que se haga la línea subterránea, esto principalmente porque cómo está firmado en este momento tendría un fuerte impacto urbano, y que permitiría revisar ciertos puntos de la obra:
“Es muy positivo que se haga una evaluación de las posibilidades de tener un tramo subterráneo en la línea uno, es verdad que en la estructuración de la línea entre 2016 y 2018 no se tuvieron en cuenta los impactos urbanos del mismo, tampoco en el presupuesto de la obra”.
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