No hay jardines para niños pero sí cantinas: el olvido en el que sobreviven las mujeres rurales de Colombia

De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, el 93,1 % de las mujeres rurales de Colombia se dedican a actividades de cuidado. Y en ese escenario, se deben debatir entre ir a trabajar o cuidar a sus hijos

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Mujeres Rurales: Acción Humanitaria por
Mujeres Rurales: Acción Humanitaria por la Vida y el Diálogo Regional por la Paz Total del Nordeste Antioqueño,

Según cifras del Ministerio de Agricultura, 5,8 millones mujeres rurales habitan en todo el territorio nacional. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, el 93,1 % de las mujeres rurales de Colombia se dedica a actividades de cuidado. Una población que está en el olvido absoluto por parte de las entidades nacionales.

Son muchas las problemáticas que tienen que vivir las mujeres rurales del país, necesidades que piden de manera urgente, sean atendidas. Desde un acceso justo a la tierra, a la educación y al trabajo, una libertad económica para que se pueden desarrollar de manera libre y lejos de la violencia masculina y garantías y diferenciación en el sistema de salud, por ejemplo, son los pedidos que por años han realizado y que al día de hoy se demoran en llegar.

Que el 93 % de estas mujeres se dediquen a tareas de cuidado se traduce en que muchas, o la mayoría, son madres cabeza de familia. Y en ese escenario, se deben debatir entre ir a trabajar o cuidar a sus hijas o hijos, pues en gran parte del país en las zonas rurales no hay lugares para que las madres los dejen cuando se van a trabajar.

Concretamente, en el Nordeste antioqueño esto es un realidad real. Arelis Tamayo es la cabeza del Comité de Mujeres de la vereda El Carmen y desde un lugar de esta zona del país le contó a Infobae Colombia su historia de trabajo por los derechos de sus compañeras. Aproximadamente, en esta vereda hay 100 mujeres cabeza de familia.

“No hay forma de que nos cuiden a los hijos. No existen los procesos que eduquen en primera infancia. Las instituciones vienen, pesan a los niños, nos dejan un mercado y no vuelven aparecer. Necesitamos una casa de mujeres donde podamos dejarlos, mientras nos vamos a trabajar”.

En cambio, lo que sí hay son cantinas. “Es muy complicado para nosotras cuidar a nuestros hijos cuando ni siquiera hay un parque para ir a jugar los domingos. El único plan que les podemos ofrecer es ir a tomar un refresco a una cantina”.

Es sabido que muchas de la violencias que viven las mujeres se basan en que no tienen una dependencia económica. En esto concuerda Lucy Martínez que desde hace tres años trabaja en el Comité de Mujeres de la Corporación Acción Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueño (Cahucopana) y por bajar el riesgo de las mujeres tiene una idea.

“Yo planteo que se pueden crear granjas agroecológicas en el territorio. Ahí las mujeres podrían generar recursos económicos, son espacios que ayudarían a proteger la vida y la dignidad de las mujeres. Se les puede ayudar tanto psicológicamente, como enseñar a producir y aprender de la tierra”.

Sin embargo, desde Cahucopana, organización que realiza la Acción Humanitaria por la Vida y el Diálogo Regional por la Paz Total del Nordeste Antioqueño, existen los campamentos de refugios humanitarios donde se le brinda ayuda a las mujeres que lo necesitan. Así lo explica Lucy.

“Las mujeres que más acceden a estos espacios son aquellas que son violentadas por sus maridos o parejas. Como no tienen forma de estar en otros lados, buscan nuestro apoyo, y claro, les brindamos la ayuda necesaria”.

Cahucopana, organización que realiza la
Cahucopana, organización que realiza la Acción Humanitaria por la Vida y el Diálogo Regional por la Paz Total del Nordeste Antioqueño, existen los campamentos de refugios humanitarios

Por otro lado, Arelis Tamayo también tiene otras ideas para solventar las necesidades económicas de las mujeres. La vocera de su comunidad cree necesario la intervención de las instituciones nacionales. “Estamos impulsando un proyecto de reciclaje que será de gran ayuda para las mujeres. Tenemos la necesidad de que las instituciones nos traigan proyectos que nosotras podamos implementar. Por ejemplo, que el SENA venga y nos brinde capacitación, pues muchas no tenemos la forma de salir del territorio”.

En este sector de Colombia que mueve su economía en la explotación de oro las realidades son complejas. Desde es el casco urbano, hasta la zona rural hay más de cinco horas de trayecto que toca hacer en chiva y por unas carreteras abandonas por las autoridades. Cuando las condiciones climatológicas están en contra, esto puede durar mucho más. Este recorrido lo tienen que hacer para realizar cualquier trámite administrativo o ,simplemente, para acceder a un derecho básico como es la salud.

La mayoría de las mujeres que habitan en este sector del Nordeste antioqueño trabajan en las minas de la zona. Van, recogen lo que sobró de la mina, lo trabajan artesanalmente y lo intentan vender para darle de comer a sus familias. “Nosotras vamos a escoger lo que ellos botan. Somos mujeres pujantes que lo que nos gusta es trabajar”.

El pasado 31 de octubre se presentó un nuevo caso de feminicidio en Antioquia. En esta oportunidad la víctima fue identificada como Urfa Patricia Torres Mercado y apareció muerta en la vereda Puna del municipio de Remedios, al noroeste del departamento.

El hecho generó tanta indignación entre la comunidad, que en un acto de justicia encerraron al victimario para posteriormente amarrarlo a un poste, hasta que las autoridades competentes llegaran al sitio para capturarlo.

“Solamente sabemos de que él asesinó a su compañera permanente, pero al muchacho también lo asesinaron. La comunidad solamente lo que hizo fue tratar de detenerlo para que las autoridades competentes dieran con su captura”, afirmó la secretaria de Gobierno del municipio, Luisa Estrada.

Ya son tantas las violaciones de derechos humanos de las que son víctimas las mujeres, que el 2 de noviembre, cuando el alto comisionado para la Paz, Danilo Rueda llegue a la vereda El Carmen, Lucy en representación de las mujeres de la comunidad la presentará al funcionario una serie problemáticas y sus posibles soluciones.

“Es momento de que nos pongan atención, no podemos seguir siendo ignoradas. Desde siempre me ha gustado el trabajo comunitario y mis compañeras me vieron el potencial para hacerlo. Pongo todos mis esfuerzos y conocimientos para visibilizar los derechos que debemos tener”.

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