Ricardo Rendón, el legendario caricaturista colombiano que se suicidó hace 91 años

El 28 de octubre de 1931, en el centro de Bogotá, quien fuera el caricaturista más popular e influyente de su tiempo, decidió acabar con su vida a los 37 años

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Ricardo Rendón es uno de los caricaturistas más influyentes del siglo XX en Colombia. Foto: Museo Nacional de Colombia.
Ricardo Rendón es uno de los caricaturistas más influyentes del siglo XX en Colombia. Foto: Museo Nacional de Colombia.

Fue un miércoles y eran algo más de las 10 de la mañana y en uno de los reservados de La Gran Vía, un café del centro de Bogotá, Ricardo Rendón le daba los últimos tragos a su cerveza, una Germania, y las últimas caladas a su cigarrillo, deja la colilla y escribe en un papel: “Suplico que no me lleven a casa”.

El señor Murillo, dueño del local, y sus empleados, después de servirle la cerveza a Rendón se entretuvieron en los menesteres propios del establecimiento de rancho y licores, uno en las cuentas, otros organizando mercancía y por unos minutos se olvidaron de su cliente, que como era habitual había entrado vistiendo de negro, como en un interminable luto.

Un ruido seco, de algo rompiéndose, alertó a Murillo, que envió a uno de sus empleados a ver si al maestro le había pasado algo. Un grito hizo correr al dueño del local hacia el reservado en el que el Rendón llevaba unos 20 minutos coqueteando con la Parca. Al entrar lo encontró en el suelo, de medio lado y en un charco de sangre. Sobre la mesa, la nota. “Suplico que no me lleven a casa”.

Fotografía del café La Gran Vía, en donde Rendón se suicidó hace 91 años. Imagen: Captura de pantalla de news.google.com
Fotografía del café La Gran Vía, en donde Rendón se suicidó hace 91 años. Imagen: Captura de pantalla de news.google.com

Ricardo Rendón Bravo nació en Rionegro, Antioquia, el 11 de junio de 1894. Hijo de Ricardo Rendón y Julia Bravo se convertiría en uno de los caricaturistas más importantes en la primera mitad del siglo XX en Colombia. A los 17 años su familia se trasladó a Medellín en donde ingresa a la Escuela de Bellas Artes, y fue discípulo de Francisco A. Cano, uno de los grandes academicistas de principio de siglo.

“Era de cuerpo magro, siempre vestido de negro, la cara pálida cuidadosamente rasurada, chambergo de alas no muy anchas, ojos pequeños de mirada inquisidora y labios apretados de satírico”, así lo describe Adel López Gómez en el Anecdotario de la literatura Ricardo Rendón.

Pronto su talento y la potencia de su trazo y su agudísimo sentido del humor le abrieron espacio en los círculos intelectuales antioqueños, en los que coincidió con León de Greiff y otros jóvenes de espíritu indomable e inconformista que buscaban renovar las letras y las artes, por lo que fundan Los Panidas.

Para 1918 se trasladó a Bogotá, en donde, con ya algo de renombre se le abrieron las puertas de los grandes diarios colombianos, El Espectador y El Tiempo, que se sumaron a su lista de clientes en los que a la postre figurarían la revista Cromos, y los diarios El Gráfico, El Colombiano y La República. En un tiempo en el que el poder de la prensa escrita era incuestionable.

Al respecto, Matador, reconocido y polémico caricaturista pereirano, opina que a Rendón “le tocó vivir en un tiempo en que los periódicos tenían una un poder brutal y una editorial o una caricatura podría tomar un ministro y hacer temblar el gobierno. Hoy en día, eso no pasa. El tiempo que le tocó vivir a él es un tiempo como maravilloso en el sentido de que es como un renacimiento de la caricatura y él es un parte aguas en ese sentido”.

Caricaturas sobre la Hegomonía Conservadora, de la que Rendón fue un fuerte crítico. Imagen: Tomadas Banrepcultural.org
Caricaturas sobre la Hegomonía Conservadora, de la que Rendón fue un fuerte crítico. Imagen: Tomadas Banrepcultural.org

Desde su trinchera, la del dibujo y el humor, Rendón fue un acérrimo crítico de la Hegemonía Conservadora, los casi cincuenta años de gobiernos conservadores que después de la promulgación de la Constitución de 1886 intentaron consolidar un proyecto de nación basado en la autoridad fuerte, la estrecha relación entre el Estado y la Iglesia, y en la que se adelantó la Misión Kemmerer, que entre otras cosas redundó en la creación del Banco de la República; también fue, en las postrimerías del periodo conservador, que tuvo lugar la masacre de las bananeras que a la postre, entre otras causas, ayudaría al regreso del liberalismo al poder.

Y es que fue tanta la popularidad y el renombre que cosechó gracias a su talento, que incluso le llegaron propuestas de los Estados Unidos para que trabajara en el New York Times, pero las rechazó, entre muchas razones, por su incorregible espíritu antiyanqui. “Yo gano aquí 1.000 pesos y pago otros 1.000 por no tener que vivir en Nueva York”, dijo en algún momento, según cuenta Álvaro Montoya Gómez.

“Rendón era un anti yanqui incorregible, al punto que le ofrecieron trabajar en el New York Times y rechazo el trabajo porque no le interesaba vivir en ese país, entonces era una cosa bien interesante esa postura de él, y que en muchos casos hoy en día todavía tiene razón, cuando uno ve las posiciones dominantes que tienen países como Estados Unidos y las otras potencias”, comenta Vladdo,uno de los caricaturistas más reconocidos del país en la actualidad.
Caricaturas que retratan su sentimiento antiyanqui. Imagen: Tomadas Banrepcultural.org
Caricaturas que retratan su sentimiento antiyanqui. Imagen: Tomadas Banrepcultural.org

La caricatura de Rendón puede ubicarse en lo que se conoce como caricatura de síntesis, que en la revista Panida, del 25 de mayo de 1915, bajo la dirección de Pepe Mejía, la definirían –y con esta el propio trabajo de Rendón, que era habitual colaborador de esta– así:

“Un rasgo que sintetiza un estado de alma, un momento sicológico encarnado en un capricho del lápiz, un esfuerzo cerebral, la ligereza de la mano unida al trabajo perspicaz y profundo de los ojos”.

Por su parte, Luis Nieto Caballero, amigo de Rendón y que le dedicó unas palabras en El Tiempo el día después del suicidio del caricaturista, además de ponderar la potencia y fuerza de su trazo, que tenía tanto limpio y sutil como de corrosivo, destacó cómo sirven como documento para conocer la realidad política que vivió.

“En sus dibujos puede estudiarse la historia de cuatro administraciones. No había nada más sagaz, y en ocasiones nada más disolvente, que su comentario. Con su lápiz travieso, nervioso, sutil, era el primero de nuestros editorialistas. No había situación que no definiera, lección que diera, secreto que no descubirera, como una especie de adivino o nigromante, con sus cuadros”.
La prensa también era objeto de las críticas del talentoso caricaturista antioqueño. Imagen: Tomadas Banrepcultural.org
La prensa también era objeto de las críticas del talentoso caricaturista antioqueño. Imagen: Tomadas Banrepcultural.org

En una publicación de El Tiempo del 2 de noviembre de 1928 le dedicaron unas líneas a la obra de Rendón, que para entonces ya era toda una celebridad.

“El maestro Rendón tiene una personalidad artística suficientemente conocida para que haya necesidad de ponerle pautas, ni de responder por él. El maestro responde por sus obras. Posee él la más perfecta libertad de esgrimir su lápiz, aun contra nuestras mismas ideas, como ha sucedido en varias ocasiones. La caricatura de Rendón, como todo lo genial, debe estar y está por encima de los moldes comunes. Él no sufre padrinos ni mentores. Y no los tiene”.

Beatriz González, que además de pintora es investigadora y curadora, para una exposición que se realizó hace unos años en la Biblioteca Luis Ángel Arango, de Bogotá, escribió:

“Rendón fue principalmente un retratista. Según sus contemporáneos, sus retratos se adherían de tal modo al rostro de las víctimas que las convertía en sátiras vivientes. Fue un iconógrafo: creó imágenes para que permanecieran gracias a su poder de síntesis y reemplazaran a las reales o a otras dadas por distintas técnicas y artes. La opinión, el pueblo y la “res-pública” varían de aspecto según el tratamiento del tema”.

Vladdo reconoce que Rendón es, junto con el maestro Osuna, uno dos de los más grandes caricaturistas de la historia colombiana, además de un dibujante, anatomista y fisonomista excepcional.

“Con unos trazos muy simplificados podía captar la esencia, la imagen, la figura de los personajes, era un señor que trabajaba muy bien las proporciones, que tenía una limpieza en el trazo, que es no solo inconfundible, sino además inimitable”.

Para Matador el talento de Rendón, además de los valores plásticos de su obra, radica en su capacidad para leer el momento en el que estaba viviendo y sacarle, a esa realidad, comentarios oportunos.

“Lo de Ricardo Rendón es el talento de plasmar en unas pocas líneas la figura del político o de la persona que estaba caricaturizando. Eso es muy difícil: llegar a ese nivel de simplicidad plástica en una viñeta o en una caricatura y que la gente lo reconozca y que la gente se apasione con el dibujo y que se convierte en un referente diario para la gente de una Bogotá que era una parroquia. También el talento del tipo era que sabía leer el momento histórico en que estaba, el momento político, sumado a lo oportunos que eran sus apuntes”.
Página del diario El Tiempo del 29 de octubre de 1931, un día después del suicidio del caricaturista. Imagen: Captura de pantalla de news.google.com
Página del diario El Tiempo del 29 de octubre de 1931, un día después del suicidio del caricaturista. Imagen: Captura de pantalla de news.google.com

Una vez el señor Murillo encontró a Rendón en el suelo corrió a llamar al agente Eugenio Muñoz, que llamó al teniente Samuel Gaitán, que pidió un ambulancia que trasladó al agónico Rendón a la casa del doctor Manuel Peña. Al levantar el cuerpo del caricaturista, según publicaron en El Tiempo al día siguiente del fallecimiento de Rendón, este estaba inconsciente pero con los ojos abiertos y exhalando “un débil ronquido”, junto a él encontraron su pistola, una Colt calibre 25 a la que le encontraron dos balas y un casquillo. Una sola bala le bastó Rendón para matarse, como en sus dibujos, la síntesis era importante, la economía.

“El maestro Rendón ingresó a la mi clínica conducido en la ambulancia de la policía, aproximadamente a las 11 a. m. Estaba en estado comatoso y de shock, respiración tipo Cheyne-Stokes y estertorosa, pupilas más bien contraídas e iguales, pulso 70, temperatura 36.5. Presentaba una herida en el ángulo posterior e inferior del parietal, herida que sangraba abundantemente: en esta regió tenía un gran hematoma”, así comienza el reporte del médico, que publicó El Tiempo el 29 de octubre de 1931.

Más adelante el doctor Peña explicó que en el intento de contener la hemorragia se le realiza una trepanación para descomprimir el cráneo, y para facilitar la extracción del proyectil. Lamentablemente, Rendón moría a las 6 de la tarde del 28 de octubre de 1931. Tenía 37 años.

Al día siguiente, cuando la ciudad lamentaba la muerte del gran caricaturista, Luis Nieto Caballero escribió:

“La muerte de Rendón es una luz que se apaga. Como en los versos de Verlaine, llueve en la ciudad y llueve en los corazones. Y lo que llueve es tristeza”. Hoy, 91 años después, sigue lloviendo tristeza en Bogotá.

La res-pública, caricatura de Rendón. Imagen: Tomadas Banrepcultural.org
La res-pública, caricatura de Rendón. Imagen: Tomadas Banrepcultural.org

Para ver la obra de Ricardo Rendón, que digitalizó el Banco de la República, se puede acceder aquí.

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