Los rumores de amaños en el fútbol colombiano no son una novedad. Desde los tiempos en que el dinero del narcotráfico entraba a los clubes durante los años 80 y 90 sin ninguna clase de control por parte de las autoridades y cuando los carteles de la droga ejercían una gran influencia en prácticamente todos los ámbitos de la vida nacional, se ha hablado de partidos arreglados y hasta de campeonatos donde hubo más de una decisión dudosa marcada por dinero que iba a los bolsillos de los árbitros.
Hoy ese debate volvió a cobrar fuerza en la opinión pública, sobre todo por lo que ocurrió en 2021 con el partido entre Llaneros y Unión Magdalena en el que el ‘ciclón’ subió a la máxima categoría con un gol al último minuto de juego, pero que dejó en evidencia una actitud sospechosa por parte del equipo de Villavicencio que causó rechazo a nivel nacional e internacional. A eso se suman los malos arbitrajes, sobre todo en la presente Liga Betplay, que han puesto bajo la lupa a la mayor parte de los encargados de impartir justicia, al punto que Nicolas Gallo, quien arbitra la final de la Copa Conmebol Libertadores desde el VAR, no volverá a pitar en lo que queda del campeonato local por su controvertida decisión en el partido entre Deportivo Pereira y Atlético Nacional la semana anterior.
Sin embargo, todo queda en rumores que nunca terminan de arrojar resultados concretos, o culpables (en caso de haberlos). Esto, a pesar de que de un tiempo para acá se han conocido casos donde, durante los años de apogeo de los capos de la droga en Colombia, los árbitros admitían haber recibido altas sumas de dinero por favorecer determinados equipos en juegos clave. Lo interesante es que ahora se sabe que el nivel de corrupción llegó al punto en que los mismos colegiados habrían creado un lenguaje de señas para indicar si el partido estaba o no arreglado.
Así lo dio a conocer el periodista Felipe Zarruk Diazgranados, quien publicó una crónica en el portal La Pluma Del Gato que, de acuerdo con sus palabras, tuvo que guardar por más de 20 años. En el escrito, el comunicador explica que varios dirigentes estaban enterados de lo que ocurría y los árbitros se prestaban para dicha corrupción. En particular, el comunicador señaló a Álvaro González Alzate, actual vicepresidente de la Federación Colombiana de Fútbol y entonces presidente de la Difutbol, llamándolo ‘el zar del fútbol colombiano’.
Zarruk menciona que varios árbitros de esa época estaban dispuestos a explayarse sobre este tema, sobre todo cuando González Alzate ideó un plan llamado ‘Operación NASAR’ (No a sobornos arbitrales) del cual hicieron parte varios referís en su momento. Se valían de un lenguaje de señas en el que notificaban a los directivos cuando los sobornos estaban completos o no, o cuando había árbitros a los que no les habían pagado. El periodista lo expresa de esta manera, señalando que esa información se la confirmó el colegiado Hermes Diaz al periodista Milton Ochoa, de RCN:
“Salían a la cancha y cuando se alineaban con los equipos para los actos protocolarios, pivoteaban el balón dos veces, eso significaba que todo estaba bien. Si lo hacían tres veces significaba que el dinero del soborno estaba incompleto. Si dejaban caer una banderola era que uno de los tres árbitros no había recibido la paga”
Zarruk explica que si bien hubo algún revuelo por esta revelación, esta se disipó debido a las amenazas que cayeron encima de los árbitros denunciantes y del propio Zarruk, quien estaba investigando dicha historia, por parte de Miguel Rodríguez Orejuela, capo del Cartel de Cali en ese entonces en prisión.
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