Un hecho que tiene altísima relevancia para la comunidad religiosa de Colombia, pero especialmente para los católicos, ocurrirá este sábado 29 de octubre. La Madre María Berenice Duque será beatificada por el Papa Francisco.
Esta importante ceremonia se realizará en la Catedral Metropolitana de la Inmaculada Concepción de María de Medellín a las 10:00 de la mañana. El evento contará con la presencia del cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos, como representante del Papa.
La beatificación de la Madre María Berenice es un hito en Colombia. Con esto, la comunidad católica certifica las virtudes de la fundadora de la comunidad de las Hermanitas de La Anunciación. Lo anterior quiere decir que se podrá honrar con culto o pedir favores a Dios a través de la religiosa.
Este reconocimiento se hace debido a que la iglesia católica pudo confirmar los milagros de la católica, el más recordado y mencionado es el de un joven con parálisis que pudo levantarse de su silla de ruedas en un hecho que parecía no tener explicación.
Una infancia sumida en la religión
María Ana Julia Duque Hencker, como es su nombre de pila, nació en Salamina (Caldas) el 14 de agosto de 1898 en el seno de una familia acérrimamente católica que le inculcó la religiosidad desde que era una niña, no solo a ella sino a sus 17 hermanos.
Llama la atención el particular y evidentemente extranjero apellido materno de la Madre María. Pues bien, aunque sus padres eran colombianos -Antonio José Duque Botero y Ana Berenice Hencker Rishter- sus abuelos maternos, Luis Felipe Hencker y Julia Rishter, eran originarios de Alemania.
Junto con los abuelos paternos, Juan José Duque y María Luisa Botero, eran familias reconocidas y prestantes de Antioquia.
Su infancia se desarrolló en Salamina, donde el abuelo paterno le leía textos religiosos e ir a la iglesia era como estar en su segunda casa. De hecho, según información publicada por el Vaticano, cuando tenía apenas tres años se escapó de su casa para ir al templo, pues en su noble e inocente mente no concebía que Jesús se quedara solo tanto tiempo.
Con Dios como el foco principal de la familia y los principios católicos tan arraigados, el padre María Ana Julia decidió que cuatro de sus hijas se entregarían al servicio religioso. La elegidas fueron ella; su hermana María, que en la Presentación tomó el nombre de Hermana de la Concepción Maria; Lucila, que se hiciera Hermana de la Visitación, tomando el nombre de Sor María Teresa y, finalmente Tulia, también religiosa de la Presentación.
Se dice que desde que inició sus estudios en la primaria demostró ser una niña aplicada, interesada por la lectura y la escritura, además de poseer un caracter firme. Pese a ser juiciosa, no dejaba a un lado la curiosidad que es característica de los niños, por lo que cometió algunas travesuras, una de ellas fue meter el dedo en un candado para intentar abrir una puerta, por eso le quedó doblado para toda la vida.
Los sacramentos en la familia de María Ana Julia eran tomados con más seriedad y entrega que en cualquier hogar católico, por eso tanto para la primera comunión como para la confirmación se preparó durante varios días en los que incluso se solicitaba que no le hablaran para no perder la concentración.
Tras celebrar esos dos sacramentos María Ana Julia se trasladó a un convento en Bogotá donde fue bien recibida.
Reafirmó su misión y propósito de servir siendo carmelita
En su camino religioso la Madre María Berenice hizo parte del noviciado de las Hermanas de la Presentación de la capital del país desde el 20 de diciembre de 1917. Posteriormente tomó hábito el 26 de julio del año siguiente y profesó como religiosa el 21 de noviembre de 1919.
Desde muy joven descubrió que su camino era servir, sobre todo a los menos favorecidos. Para eso también entendió que era necesario estudiar y recibir a través de quienes la rodeaban todo el conocimiento necesario para cumplir con su propósito en la tierra.
Además de estudiar, la Madre María Berenice enseñó. Aparentemente era apasionada por la lectura y escritura. Se desempeñó como maestra de la clase superior en los colegios de San Gil, Ubaté, Río Negro, Manizale y Fredonia, según señala el colegio la Anunciación. La misma labor la ejecutó en el noviciado de Sonsón entre 1930 y 1945.
En ese andar religioso un abuelo carmelita se convirtió en su guía espiritual y la llevó a reafirmar su deseo de ser parte de esa comunidad.
Más adelante, en la Casa Provincial de Medellín donde fue estudiante pero luego respondiente, conoció a las hermanas con quienes conformaría la Congregación Religiosa de las Hermanitas de la Anunciación, que ahora tiene presencia en al menos 15 países. De ahí en adelante tuvo algunos viajes al exterior, también estaba entre Medellín y Bogotá, aprendiendo, enseñando, pero sobre todo ayudando a los más necesitados: niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad, madres y personas discriminadas.
Entre otras comunidades religiosas que fundó están los Misioneros de la Anunciación y las Franciscanas Misioneras de Jesús y María.
El milagro por el que será beatificada
La Madre María Berenice Duque murió en 1993 en Medellín; sin embargo su nombre, obra y camino religioso no quedaron en el olvido.
Las hermanitas de la Asunción se encargaron de mantenerla en el recuerdo y pedían a Dios a través de su nombre. Una de ellas fue quien le habló a Sebastián Vásquez de la Madre María Berenice.
Él era un joven que padecía una enfermedad huerfana denominada pandisautonomía. Desde los siete años había estado padeciendo las consecuencias de la patología. De acuerdo con lo revelado en su momento por varios medios de comuncación, Sebastián Vásquez estuvo en coma dos veces y muerto clínicamente al menos tres, recibía alimentos a través de sonda y no podía caminar.
Al conocer la historia, una de las hermanitas de la Asunción lo visitó en la clínica, oró por él y le entregó una foto de la Madre María Berenice. Desde ese momento el joven empezó a pedir a Dios a través de ella y milagrosamente salió de la enfermadad que lo tuvo en silla de ruedas por años.
“Una hermanita se enteró del caso y fue a llevarle una oración a la Clínica y una foto de la madre María Berenice y me dijo que me hiciera amigo de ella”, relató un familiar en CM& hace un tiempo.
Agradecido por el milagro, él y su familia se han encargado de contar su testimonio. Historias como esta llegaron a oidos del Vaticano, que confirmó las cualidades de la Madre María Berenice y decidió beatificarla.
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