Santiago Botero nació en Medellín un 27 de octubre de 1972, y desde el primer día desarrolló un cariño por el ciclismo, viendo las gestas de Lucho Herrera y Fabio Parra en las carreteras europeas. Descubierto por el médico deportólogo Juan Dario Uribe, este se mostró sorprendido con las condiciones del joven Santiago al punto que le dijo que no debía perder más tiempo y debía moverse a Europa para realizar su formación como profesional.
Las causas saltan a la vista pronto, al revisar su desempeño desde 1996, año de su debut con el equipo español Kelme, hasta su retiro en 2010. Botero fue uno de los ciclistas más versátiles y completos que había dejado el ciclismo de ruta en el país. A sus dotes de buen escalador, eficiente en las pruebas contrarreloj, con condiciones en las pruebas llanas y una resistencia apropiada para ser protagonista en las Grandes Vueltas, le sumó una técnica de pedaleo más refinada y adaptada al estilo europeo, en contraste con lo que hasta entonces caracterizaba al ciclismo colombiano que, por cierto, no pasaba por su mejor momento.
Tras las gestas de Herrera y Parra en los ochenta, los años noventa no fueron igual de destacados. A pesar de que nombres como Felix Cárdenas, Nelson “Cacaito” Rodríguez o Hernán Buenahora cumplieron actuaciones meritorias en Europa, no llegaron nunca al mismo nivel de relevancia de sus antecesores en cuanto a logros, y tampoco se veía un recambio muy prometedor de cara al nuevo milenio. Y es justo en ese marco donde se desarrolló la carrera de Santiago Botero.
Su despegue como ciclista destacado del pelotón se dio en 1999, cuando logró hacerse con etapas en las clásicas París-Niza y la Vuelta a Andalucia. Sin embargo, también fue allí donde su progreso se vio truncado luego de dar positivo por testosterona, lo que le mereció una sanción de seis meses. Aunque tanto el equipo como el propio pedalista argumentaron que su cuerpo la producía de forma natural, esto nunca se pudo comprobar debido a que todavía no existían las pruebas que determinaban la diferencia entre la testosterona natural y la que se introducía en el cuerpo de manera artificial.
Una vez cumplida la sanción, Botero se convirtió en uno de los animadores del Tour de Francia en los siguientes tres años. Primero en el 2000, ganando una etapa y coronándose campeón de la montaña. Terminó séptimo en la clasificación general, a 14 segundos del vencedor, el norteamericano Lance Armstrong quien años después sería desposeído de este y todos sus títulos en la prueba gala en 2012 tras comprobarse que se dopó con EPO, testosterona y transfusiones de sangre.
En 2001 terminó el Tour en octavo lugar, a 20 segundos de Armstrong. Ganó la clásica de los puertos de Guadarrama en Madrid, y terminó tercero en la prueba contrarreloj del Campeonato Mundial de Ciclismo celebrado en Lisboa, Portugal, a 17 segundos del vencedor, el alemán Jan Ullrich.
2002 fue el mejor año de Botero como profesional. Logró ganar una etapa de la Dauphiné Libéré y ganó la Clásica de los Alpes. En el Tour le dio pelea a Lance Armstrong en su lucha por quedarse nuevamente con el maillot amarillo, logrando ganarle al estadounidense la contrarreloj de la etapa 9 entre Lanester y Lorient, y también en la montaña cuando cruzó primero los Alpes en la etapa 15. Al final el norteamericano se impuso, como era lo usual, pero Botero logró una meritoria cuarta posición en la carrera, así como el tercer puesto en la clasificación de la montaña. En la Vuelta a España también se hizo con una etapa, si bien su figuración en la general fue más discreta.
Pero su logro más importante ese año (y por extensión en su carrera profesional) fue la victoria en el Campeonato Mundial de Ciclismo en Zolder, Bélgica. El colombiano se vistió con la camiseta arcoiris luego de completar la prueba en un tiempo de 48 minutos, 4 segundos y 4 décimas. Ese sería su último año con Kelme, tras confirmarse su traspaso al equipo alemán Telekom para 2003 (renombrado T-Mobile en 2004).
Lamentablemente su rendimiento en el equipo germano no fue el mejor. No obtuvo una sola victoria en sus dos años allí y se vio enfrentado a los directores de equipo que argumentaban poca disciplina de su parte, mientras el colombiano achacó a problemas de salud su bajo rendimiento. Con su cambio al Phonak en 2005 volvió a cosechar victorias, incluyendo una etapa en el Tour de Romandía y dos etapas en la Dauphiné Libéré, entre las que destacó una contrarreloj donde volvió a superar a Lance Armstrong y terminó segundo en la general.
Pero lo que parecía un repunte en su carrera se cortó de tajo en 2006 cuando se le señaló como uno de los involucrados en la Operación Puerto, donde se le identificó como cliente de la red de dopaje del doctor Eufemiano Fuentes. Esto llevó al Phonak a marginarlo del equipo, y a la UCI a colocarlo en una lista negra que le impedía participar nuevamente en competiciones europeas. A pesar de lo anterior, la Federación Colombiana de Ciclismo no condenó a Botero, argumentando que los documentos enviados por la Comisión Antidopaje de la Unión Ciclista Internacional (UCI) no aportaron pruebas en su contra.
A partir de aquí los éxitos de Botero se centrarán a nivel continental. Ganó la Vuelta a Colombia en 2007, y se impuso en la prueba contrarreloj en los Juegos Panamericanos de ese año, celebrados en Río de Janeiro, Brasil. El antioqueño correría hasta 2010, cerrando su trayectoria con dos preseas doradas en los Juegos Suramericanos celebrados en Medellín, imponiéndose tanto en contrarreloj como en sprint.
Tras su retiro, se dedicó a dictar charlas motivacionales en distintas empresas, y en tiempos recientes se convirtió en comentarista de las pruebas ciclísticas europeas para el Canal Caracol, donde acompañó a todos los colombianos mientras Nairo Quintana, Egan Bernal, Rigoberto Urán, Miguel Angel López y muchos más se convertían en los protagonistas de una nueva generación dorada del ciclismo colombiano. Una para la que Santiago Botero hizo las veces de puente, conectando dos épocas inolvidables.
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