¿Recesión o desaceleración? Esto es lo que le espera a la economía de Colombia en el 2023: “toca ajustarse a la economía mundial”

El presidente Gustavo Petro confirmó la advertencia del Banco Mundial sobre las dificultades económicas que vivirán Colombia y el mundo el próximo año

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Los consumidores financieros que cuentan con al menos un producto de depósito, crédito o monedero digital logran mayores niveles de bienestar financiero, en comparación a aquellos que no lo tienen. FOTO: ARCHIVO PARTICULAR
Los consumidores financieros que cuentan con al menos un producto de depósito, crédito o monedero digital logran mayores niveles de bienestar financiero, en comparación a aquellos que no lo tienen. FOTO: ARCHIVO PARTICULAR

Habitualmente, el término desaceleración suele tener una connotación negativa. En muchas ocasiones se confunde con otros términos como recesión, crisis o depresión económica.

La desaceleración puede ser un primer paso, o un anticipo, de una recesión o una crisis. Sin embargo, no necesariamente tiene que serlo. Una recesión es una disminución del producto interno bruto (PIB), que se da durante dos trimestres de caídas. Así aclara ambos términos BBVA Asset Management.

Precisamente, la palabra “recesión” cayó como un balde de agua fría esta semana para los colombianos, debido a que el presidente Gustavo Petro afirmó que “tenemos una recesión a la vista y que la tasa de interés incrementada en Colombia servirá de correa de transmisión de la recesión mundial al interior de la economía colombiana”.

Sin embargo, Infobae Colombia consultó al economista Alexander Ríos, analista principal de Inverxia, y aclaró que Colombia no caerá en una recesión, sino en una “desaceleración” económica.

Ríos detalló que caer en una recesión sería estar en el peor de los escenarios. Así las cosas, lo fijo es que el país entrará en una desaceleración y justamente el Gobierno debe hacer las cosas para no caer a una recesión.

“Es, de manera interna, cómo adoptemos unas políticas que mitiguen el ejercicio de la desaceleración y nos hagan caer menos que el promedio o que por lo menos nos pase lo del 2008, donde Colombia sufrió una crisis leve comparado con lo que vive el mundo. Ahora toca esperar que las propuestas no sean tan nocivas para el mercado laboral, para la inversión extranjera y no golpee tan de frente el bolsillo de los colombianos”, aseguró.

Según él, las declaraciones del presidente Petro obedecen a lo que ya se había vaticinado desde hace unos seis meses, aproximadamente, desde que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) empezó a endurecer el índice de las tasas de interés (hoy en 3 %) para combatir la inflación, en primera instancia, causada por los brotes inflacionarios en el mercado energético, pero que ahora con ánimo de controlar la dinámica de consumo de ese país el endurecimiento o la normalización, como también le dicen a la política monetaria norteamericana, implicaba necesariamente un freno en la economía mundial, lo que es un hecho, pues siempre que empieza el endurecimiento en la política monetaria el mundo empieza a desacelerarse.

“Estados Unidos sigue siendo junto a China los principales actores en cuanto a la demanda y el comercio mundial y desde que estas dos economías entran en desaceleraciones es muy probable que el mundo también sienta los mismos efectos”, aseguró.

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Alexánder Ríos, economista y analista principal de Inverxia. FOTO: Archivo Particular
Alexánder Ríos, economista y analista principal de Inverxia. FOTO: Archivo Particular

Anotó que en Estados Unidos hay un indicador de curvas de rentabilidad y desde principios de este año se veía una curva invertida, lo cual siempre anticipa procesos de desaceleración o de un freno en seco en los mercados financieros y este año no ha sido excepción a la regla.

Entonces, puntualizó Ríos, Petro en las declaraciones confirmó lo que los analistas señalaron desde ese momento.

“Es innegable, queramos o no, a Colombia le va a tocar ajustarse a la direccionalidad de la economía mundial. Habrá una desaceleración para todos los países y de eso no cabe la menor duda. Las estimaciones, algo que debemos estar muy pendientes en todo momento, apuntan a que Colombia tendrá un cambio muy drástico en el crecimiento para el 2023 y eso está en línea con lo que pasa en el mundo”, dijo.

También, enfatizó que se debe hacer una salvedad, debido a que los países tienen dos maneras de cómo afrontar la desaceleración económica. Una es hacer todo lo posible para menguar ese efecto de desaceleración, o sea, caer menos que el promedio o pueden tener políticas heterodoxas, que es el camino adoptado por Colombia, el cual puede hacer que la desaceleración sea más pronunciada que el promedio.

“Es siempre compararnos versus lo que hacemos para anticipar eso. Por supuesto, y siendo redundante en esa expresión, lo que hace el Banco de la República es muy bueno, porque se anticipó con las tasas de interés a una desaceleración que viene sí o sí. Y mientras más alta tengamos la tasa de interés, más estímulo monetario vamos a tener en un futuro”, apuntó el economista.

Además, resaltó que ve con buenos ojos el actuar del Emisor, debido a que es algo que mata a dos pájaros de un solo golpe o cumple con varios objetivos con un solo movimiento, ya que controla la inflación y de una deja una política monetaria lista y preparada para un proceso de desaceleración que se viene para el 2023 y posiblemente parte del 2024.

Insistió que Colombia entrará en desaceleración, innegablemente, pero la profundidad de esa desaceleración dependerá de las políticas que se sigan en la parte interna y cómo se afronte como economía esa desaceleración.

“Colombia tiene dos alternativas: promover políticas de empleabilidad, promover políticas de inversión, promover políticas de crecimiento económico para no tener esa afectación tan fuerte en el en la economía o optar por seguir el endurecimiento de la política fiscal o trabas al tema laboral”.

Antes esto, dejó entrever que para afrontar esta desaceleración está el camino ortodoxo, que es intentar promover la inversión, buscar la la austeridad y la idea de de mitigar el impacto. O el heterodoxo, que es seguir una agenda 2030-2050 de descarbonización y hacer endeble las políticas y las finanzas públicas de Colombia, la cual ya demostró que falló.

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