La Spirit All Star, escuela de porrismo femenino ubicada en la localidad de Engativá, en Bogotá, funciona en un edificio lleno de colchonetas, camas elásticas, brincolines y peanas, esos tapetes acolchados que disminuyen el impacto de golpes y caídas para quienes practican saltos y acrobacias. Es el lugar de entrenamiento de Ana Barrera, una joven de 20 años que desde hace 10 decidió dedicarse al porrismo. Lo que un día comenzó como una actividad extracurricular, hoy es una pasión que le ocupa alrededor de 6 horas diarias de su vida.
El porrismo llegó a Colombia hace 25 años con la evolución de las llamadas revistas gimnásticas que se realizaban en los colegios. En los años 90, llegó a Medellín como una tendencia deportiva revolucionaria y, fue apenas en el 2014 que comenzó a tener reconocimiento en el país, tras recibir el aval para convertirse en disciplina deportiva. Según la periodista Ana María Escobar, Colombia está consolidada como una de las potencias en América Latina en donde alrededor de 5.487 personas practican el porrismo. Sin embargo, durante más de dos décadas no fue considerado como tal, ni en el país ni en el mundo. Fue solo hasta el 2021 que el Comité Olímpico Internacional lo declaró, por primera vez, un deporte olímpico. Ángela Camargo, especialista en alto rendimiento deportivo y vicepresidenta de la Federación Colombiana de Porrismo en el 2000, explica que “fue en ese año donde se hizo el primer reglamento nacional para ligas y federaciones. Se hicieron los primeros eventos”.
El porrismo consiste en una rutina en donde se fusiona la música, el baile, la gimnasia y se busca animar a la audiencia. Incluso los uniformes importan. Deben ser de un material flexible, preferiblemente licra, complementados con un moño en el cabello y zapatillas blancas con cordones blancos. Asimismo, de acuerdo con FEDECOLCHEER, el reglamento básico implica que cada equipo de porrismo debe ser supervisado en todo momento por un entrenador calificado –mayor de edad, tener certificado aprobado por la Federación y haber sido porrista activo por al menos tres años– y, de no ser así, el equipo puede ser sancionado. En Colombia los mejores dos equipos de porrismo son “Devil Divas” y “Las Colombians”.
En el porrismo lo más importante es el trabajo en equipo. Mientras el fútbol, el voleibol o el baloncesto requieren una habilidad de recepción del balón, las porras requieren una sincronía exacta en donde el error de uno afecta el desempeño de todos. “El equipo normalmente está conformado por 20 personas. Tanto hombres como mujeres, porque en las porras el género no es más que un calificativo y los equipos normalmente son mixtos. El papel del hombre es crucial en un equipo de porras ya que son ellos los que ejercen la fuerza para levantar a las animadoras”, comenta Barrera.
Desde pequeños, los y las porristas deben mantener un estilo de vida donde la disciplina es lo más importante. Antes de las diez de la noche en la cama, conteo de macros en sus tres o cuatro comidas y levantarse más temprano, mientras la mayoría de los niños duermen hasta tarde en sus fines de semana. Los porristas entrenan desde tempranas horas de la mañana, y deben priorizar el deporte sobre cualquier otra actividad como salir de fiesta o ir de viaje.
Una rutina de un equipo de porras dura 2 minutos y medio. 2 minutos que se convierten en una inyección de adrenalina. Acrobacia, gimnasia, danza, saltos y animación. Carolina Duque, ex porrista élite en Colombia, recuerda que al pisar la peana en una competencia, allí donde se realizaba la coreografía, su mente se ponía en blanco y su cuerpo actuaba por sí solo, parecía en automático. Eran seis meses de entrenamiento intenso que se veían reflejados en menos de tres minutos: “o cantábamos victoria para seguir compitiendo, o entrenábamos seis meses más para las próximas convocatorias. No había punto intermedio”.
Pero competir significa más que un premio. Para el porrista, cada movimiento, cada expresión facial significa algo, ya que deben estar sonriendo durante toda la rutina. La frustración no se muestra en la presentación. Se debe solventar la fuerza, la flexibilidad, el vértigo y la capacidad de trabajar con ritmo para poder dar la mejor “performance” de su vida en cada exhibición. Es un campo de batalla donde se deben poner a prueba las habilidades de alto riesgo adquiridas, para así, dar la pelea hasta el final de la competencia. El porrismo es un deporte competitivo, pero al mismo tiempo, enérgico, atractivo y arriesgado.
Realidad del porrismo en Colombia
La Federación Colombiana de Porrismo identifica a Bogotá, Bucaramanga, Medellín, Santa Marta y Cali como las ciudades con mejores equipos en porrismo a nivel nacional. En la actualidad, existen 8 ligas afiliadas a la Federación y un promedio de 38 clubes deportivos, a los que se suman otros 50 clubes en formación, es decir, que están en lista de espera para que la Federación los apruebe como un equipo vigente. Sin embargo, hasta hace 10 años se incorporaron las medidas de seguridad apropiadas, entre las que se encuentran las colchonetas aptas para realizar pirámides y acrobacias y las instrucciones de primeros auxilios y contacto de emergencia, además de contar en todo momento con el entrenador durante la práctica. Lamentablemente, muchas ciudades intermedias de Colombia no cuentan con estos protocolos. Y un ejemplo de ello es lo que ocurre en Villavicencio.
En la capital de los Llanos Orientales, departamento del Meta, hace menos de diez años, en el año 2013, se abrió el primer centro de entrenamiento para porristas, cuando este deporte se ha practicado en el municipio desde hace más de veinte años. Así, durante el tiempo en el que este deporte no contaba con un centro oficial, los deportistas debieron entrenar en colchonetas desgastadas, sobre tapetes o incluso en el piso sin protección. Alejandra Gordo, ex porrista villavicense, practicó el porrismo desde los catorce años hasta los veintitrés, edad cuando tuvo la lesión de rodilla que la obligó a abandonar sus metas en este deporte. Practicaba en el equipo mixto de Cheer Planet de Villavo, donde entrenó cuatro años, y después se unió a Rebels, último equipo al que perteneció y donde, durante un entrenamiento, se cayó mientras la alzaban y se golpeó con el pavimento, ocasionándole la dislocación de su rótula derecha.
Y no es solo falta de protección. En ciudades intermedias, lo más difícil del deporte es avanzar. “Uno se queda estancado. Entrar a una selección competitiva es casi que inalcanzable. En mi opinión, a la liga de porrismo de la ciudad le faltan mejores herramientas de administración para que nuestra salud no corra ningún riesgo”, afirma Gordo.
El caso de David Novoa es distinto. Ex porrista perteneciente al Team Colombia de Villavicencio y campeón mundial de cheerleading en el 2019, ha vivido su historia en este deporte desde una posición privilegiada. Capacitado en Estados Unidos por una academia de porrismo profesional, el deportista aprendió a ejecutar los ejercicios de gimnasia, acrobacia y alzadas de forma correcta, aspecto que los porristas de ciudades intermedias han dominado de manera empírica y sin técnicas adecuadas. “Yo cuando empecé en el porrismo creía que sabía hacer los ejercicios, todos me decían que era talentoso, pero cuando llegué a Estados Unidos me di cuenta de que no sabía nada. Tuve que empezar de cero”, explica Novoa.
Según un estudio de la Universidad Santo Tomás, en Colombia, los clubes deportivos de porrismo que trabajan sin las condiciones adecuadas presentan una prevalencia del 29,7% de fisuras y un 35,7% de lesiones comprometidas. Es así como se observa un aumento de accidentes, a nivel muscular en aquellos municipios donde importa más lo que gane un entrenador o el “estatus” del equipo, que la seguridad de los deportistas.
Sin apoyo no hay futuro
Es paradójico que uno de los deportes más practicados en Colombia no cuente con suficiente apoyo gubernamental, a diferencia del fútbol o baloncesto, en donde, según la Federación Colombiana de Fútbol, para el 2022 el gobierno colombiano apoyará con un presupuesto hasta de 3000 millones de pesos al fútbol femenino y 600 millones de pesos para la organización y el desarrollo del campeonato profesional de baloncesto. Sin embargo, en años anteriores, el panorama era mucho peor. Actualmente, la Federación ha logrado consolidar un total de 130 clubes y espera, en los años siguientes, llegar a un total de 240.
En Colombia, una clase personalizada de porrismo oscila entre los 50.000 mil pesos hasta los 70.000 mil pesos. “El porrismo es un deporte costoso. Se necesita una inversión demasiado alta” comenta Ángela Camargo, quien indica que lo más económico son las inscripciones a los clubes. A esto hay que sumar los gastos que se necesitan para cubrir los desplazamientos a otras ciudades cuando se representa al país internacionalmente, los entrenamientos personalizados y la confección de los trajes para competición. La inversión económica es significativamente menor que en países como Ecuador o Estados Unidos, en donde el gobierno invierte al menos 1.000 millones de dólares al año en deportes como el fútbol americano, béisbol, baloncesto, hockey, golf y su deporte más destacado a nivel competitivo: el porrismo. Dicho apoyo gubernamental es el que permite que Estados Unidos tenga cinco equipos de porrismo dentro de los mejores del mundo: Animal Atletismo de Texas, Wildcats, America’s Sweethearts de Dallas, Cheer Extreme All Stars y Bailarines de Miami Heat.
Andrés Reyes, pertenece al National Power Cheer en Bogotá, cuenta que él, a diferencia de porristas de clubes no avalados por la Federación, pudo competir por fuera del país en el año 2018 en el campeonato internacional en Puerto Vallarta. Sin embargo, admite que fue uno de los privilegiados en medio de un país donde las condiciones económicas no permiten que todos lleguen así de lejos. “Uno de los requisitos para poder estar en un buen club es que la persona tenga buen capital económico, sino va a ser muy complicado lograr entrar, o incluso, permanecer allí”, afirma. Esto se debe a los altos costos que conlleva practicar el deporte en donde después de entrar a un equipo, se necesitan seguir pagando los uniformes, los entrenamientos y las competencias, posibilidades que, en Colombia, no todos tienen.
Colombia es un país en el que el talento en este deporte existe, tal como se ve en la competencia realizada durante el Mundial de la Unión Internacional de Porristas en el 2021 en donde la Selección Colombiana de Porrismo ganó una medalla de plata. Las ganas de triunfar siempre están, como se nota cuando se habla con cualquier deportista de esta disciplina. Solo hace falta el apoyo gubernamental, y así Colombia podría convertirse en una de las potencias del porrismo a nivel mundial.
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