Quién es Francia Márquez, una de las cien personas más influyentes según la revista Time

La vicepresidenta fue incluida en la lista 100Time Next 2022, que cada año selecciona y reconoce los esfuerzos de líderes emergentes en todo el mundo

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Francia Márquez juró como vicepresidenta el pasado 7 de agosto, junto con la fórmula presidencial del Pacto Histórico, Gustavo Petro. REUTERS/Luisa Gonzalez
Francia Márquez juró como vicepresidenta el pasado 7 de agosto, junto con la fórmula presidencial del Pacto Histórico, Gustavo Petro. REUTERS/Luisa Gonzalez

En su listado más reciente de las 100 personas más influyentes del mundo (100Time Next 2022), la revista Time incluyó a dos afrocolombianos que destacan por sus iniciativas en temas como la política, el medio ambiente y el arte. Una de las seleccionadas es la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez.

La publicación estadounidense destacó a la vicepresidenta como una mujer que ha luchado por la protección del medio ambiente y las comunidades que dependen de la riqueza natural del país y por los derechos de las personas más vulnerables del país.

Según el expresidente de Costa Rica Carlos Alvarado Quesada que escribió su perfil para la revista, Márquez es “una mujer de acción y líder que aspira a impulsar un cambio positivo”. Pero ¿quién es y qué ha hecho?

La actual vicepresidenta de Colombia nació el primero de diciembre de 1981 en el municipio de Suárez, Cauca. “Soy una mujer afrodescendiente; crecí en un territorio ancestral que data desde 1636″, dijo con timidez al comenzar su discurso de aceptación del Premio Internacional Goldman para el Medio Ambiente de 2018, que le fue otorgado por organizar a las mujeres de su comunidad para detener la minería ilegal a gran escala en su territorio.

Francia Márquez creció en el corregimiento de La Toma junto con su madre cabeza de hogar, sus once hermanos y vecinos. Allí, niños y grandes se dedicaban al cultivo de maíz y frutas o a la minería artesanal al borde del río Ovejas. Su sueño de infancia era dedicarse a la música y las artes; de hecho, durante la pasada campaña electoral afirmó que llegó a audicionar para el programa de concurso musical Factor X y no fue aceptada por los jurados.

Con el tiempo, la vida le fue revelando la trayectoria de lucha que tendría que seguir. “A mis 16 años, yo estaba embarazada un hombre blanco mestizo, que me vio solo como un sujeto sexual, me embarazó y ¡chao, se fue! Entonces, me tocó asumir una maternidad y paternidad a los 16 años, estando estudiando en el colegio”, confesó Francia en entrevista al canal de YouTube del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).

En la misma entrevista, recordó que tuvo que interrumpir sus estudios de bachillerato durante la espera. “Me tocó trabajar en la mina, así como todo el embarazo, y como hoy lo iba a parir, no fui a la mina y lo parí en la madrugada del día siguiente”, contó. Mientras algunas jóvenes escogían universidades a su edad, a Francia le tocó dedicarse a sobrevivir. Luego, a los 20 años, tuvo otro hijo.

Durante sus años de crianza adquirió cierto reconocimiento como activista en su región. Todo empezó cuando su comunidad evitó que desviaran el río Ovejas, el mismo que les dejaba oro para recoger en sus orillas, para que sus aguas alimentaran la hidroeléctrica del embalse de Salvajina, un proyecto de infraestructura que se alimenta del río Cauca y ha sido el foco de múltiples crímenes ambientales y sociales, según denuncias de varias ONG.

Por sus participaciones en las asambleas comunitarias, la joven pero aguerrida mujer entró al Proceso de Comunidades Negras (PCN), una red de organizaciones sociales con 29 años de historia que se dedica a defender el estilo de vida digno del afrocolombiano: su cultura, sus recursos, sus derechos y su permanencia en los territorios.

En 2009, su comunidad opuso resistencia ante el posible despojo de su territorio, en el cual iniciaría la exploración minera de AngloGold Ashanti. Lo que el Gobierno nacional vio como una oportunidad de desarrollo —al punto de haber expedido títulos de explitación minera— tendría lugar sin consultarlo primero con la comunidad o esperar su aprobación. Esta reacción convirtió a Francia, a sus hijos y hermanos, en objetivo de los paramilitares de la zona.

Para esa época, Francia Márquez tomó la decisión de cursar la carrera de Derecho y se matriculó en la Universidad Santiago de Cali, una de las más reconocidas instituciones privadas del Valle del Cauca. Tardó siete años en graduarse. Durante esa década trabajó en lo que pudo para sostener a sus hijos y conseguir el dinero de la matrícula —incluso, se desempeñó como empleada de servicios generales—.

Para 2014, los órganos reguladores de las tierras en el país entregaban títulos mineros indiscriminadamente y las empresas entraban a explotar los suelos de los territorios sin pudor alguno. El ruido de la maquinaria amarilla no los dejaría dormir por las noches y el movimiento de la tierra contaminaría el río.

Tras varias protestas infructuosas desde el municipio, Francia Márquez decidió ir hasta la puerta de alguien más poderoso: el Gobierno central. Su idea era caminar desde el Cauca hasta Bogotá para denunciar que el río Ovejas estaba amenazado de muerte, así como la subsistencia de la gente en sus orillas. Al principio, solo cuatro vecinas aceptaron.

Después de mucha labia, quince mujeres iniciaron la Marcha de los Turbantes en noviembre de 2014. Cuando llegaron a Bogotá, doce días y 600 kilómetros después, la protesta ya había reunido a 150 mujeres. Todas ellas se tomaron las instalaciones del Ministerio del Interior durante una semana, incluso durante las noches. No estaban peleando solo por las aguas del río, sino por su derecho a existir como etnia y comunidad en ese espacio.

La marcha logró su cometido: las mujeres pudieron sentarse a negociar frente a frente con el presidente de aquel entonces, Juan Manuel Santos, y el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo. Llegaron a varios acuerdos: entre los más importantes, parar esa explotación a gran escala de inmediato y reconocer a 27 Consejos Comunitarios del Norte del Cauca como sujetos de reparación colectiva.

Esa marcha la hizo merecedora del Premio Nacional a la defensa de los Derechos humanos en Colombia y le permitió representar a su etnia en las negociaciones de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pero también la convirtió en objetivo de amenazas contra su vida y las de sus hijos, por lo que tuvo que huir del Cauca para sobrevivir.

En 2018 intentó convertirse en congresista de la circunscripción afro, pero no reunió suficientes votos. No obstante, en diciembre de ese año recibió el premio Goldman, que es equiparado con los premios Nobel en la rama de la ecología.

En la segunda vez que participó en unas elecciones se presentó como precandidata del Pacto Histórico a la Presidencia. El pasado 13 de marzo alcanzó un respaldo de 780.000 en la consulta interpartidista, una cifra más alta que las de otras personas con trayectorias políticas más extensas. Gustavo Petro, el ganador de la consulta de la izquierda, comenzó su campaña presidencial en forma y recibió a Francia como fórmula vicepresidencial.

La fórmula de Petro y Francia ganó las elecciones presidenciales en segunda vuelta el pasado 19 de junio. Luego se posesionaron el 7 de agosto, en una ceremonia en la cual la nueva vicepresidenta juró por sus ancestros y ancestras trabajar por el país, hasta que la dignidad se haga costumbre.

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