Han pasado cinco años desde la firma del Acuerdo de Paz entre la guerrilla de las FARC-EP y el Estado colombiano. Después de 52 años de conflicto armado, el acuerdo del 2016 le devolvió la esperanza de transformación y progreso no solo al pueblo, sino a centenares de combatientes que querían dejar atrás la violencia para empezar un nuevo camino.
La negociación no solo consistió en entregar las armas para acabar con el conflicto, sino la reincorporación de excombatientes a la vida social y económica. A pesar de ser vulnerables a amenazas de muerte que, en su mayoría, son dirigidas por grupos armados organizados residuales, muchos prefirieron encaminarse hacia la paz en lugar de quedarse en el pasado, y comenzaron el proceso de reinserción a la sociedad a través de espacios de reconciliación creados por ellos mismos: emprendimientos de todo tipo.
Según cifras de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), entidad del gobierno que ofrece asesoría a quienes deciden vivir en la legalidad, se estima que cerca de 13.000 personas estaban en proceso de reincorporación a finales de octubre de 2021; en ese mismo período se aprobaron 3.575 proyectos productivos, que benefician a más de 7.600 excombatientes.
Emprendimientos: la otra cara de la paz
En la localidad de Teusaquillo se encuentra hoy la Casa Alternativa. Esta edificación, con aspecto de mansión inglesa, funciona como restaurante y sede de eventos. La mezcla de gris y rojo la diferencia de las demás edificaciones del sector, donde predomina el naranja de los ladrillos y el blanco en la fachada. Una pequeña biblioteca recibe a los clientes. Al fondo se ve el bar.
Sentado frente a una mesa del restaurante, Manuel Bolívar, excombatiente de las FARC y ahora miembro del partido Comunes, cuenta cómo inició este emprendimiento, con el sueño de crear su propia cerveza. El proyecto fue liderado por dos miembros de Comunes, junto a Johana Posada y Manuel Bolívar, excombatientes y también militantes del partido. “Con sabor a amor y paz” es el lema de la tercera cerveza creada por firmantes del acuerdo, la cual salió al público en enero del 2021. “Es una cerveza negra, de 4.5º de alcohol. Ligera”, describe Bolívar, y aclara que no es la única que crearon: también hay una lager saborizada con cáscaras de limón Tahití.
La Cervecería Alternativa nació a finales del 2021 como respuesta a la necesidad de expandir la venta de sus productos, después de explorar varias líneas de mercado. Aunque habían considerado abrir un bar, terminó siendo un restaurante, lugar de reuniones y actividades culturales que hoy es parte del emprendimiento de estos excombatientes.
El acuerdo de paz ha sido una oportunidad para reconstruir el país con la participación de las víctimas y la comunidad. Ha permitido a los excombatientes empezar un nuevo capítulo con mejores condiciones. Es el caso de Luis Castillo, miembro de Asotourhepaz, Asociación de Turismo “Hechos de paz”, una agrupación de 55 excombatientes y víctimas de la violencia que promueven el agroturismo en el municipio de Viotá, Cundinamarca.
En el 2018, Castillo, junto con su compañero José del Carmen Viracacha, realizaron un diplomado de agroturismo gracias a la gobernación de Cundinamarca. Allí, Castillo se percató de que un proyecto comunitario que impulsara la reconstrucción del tejido social debía ser llevado a su comunidad. Por ello, junto con otras víctimas y excombatientes de la zona, le apostaron a Asotourhepaz y transformaron el sendero ‘El Cardenal’, que durante la etapa del conflicto se encontraba ocupado por grupos al margen de la ley, en un camino ecoturístico accesible para todos. Este sendero se encuentra dividido en cuatro etapas, y en cada una de ellas los visitantes aprenden sobre la historia del municipio y el proceso de paz.
Para Luis Gómez el acuerdo de paz contribuyó a que hoy sea empresario de un negocio de café en el municipio de Pitalito, Huila. Surgió hace 3 años, gracias al apoyo del Fondo Emprender del SENA. En la actualidad, su producto está siendo exportado a diferentes países, como Irlanda, México y Estados Unidos.
A otros, como Rubén Darío Aguirre, se les ve la alegría de la nueva vida en la sonrisa con la que explican esta nueva oportunidad. Él no es victimario sino víctima, desplazado: “Mi emprendimiento es la miel de abeja, el polen y el propóleo para la tos”, explica, y lo que más disfruta es mostrar todos sus productos. Aguirre, oriundo de Santa Rosa de Cabal (Risaralda), migró a El Charco (Nariño), de donde fue desplazado por la violencia. Al llegar a Bogotá, encontró en la apicultura una oportunidad de iniciar un nuevo proyecto y lo llamó Apicor. Durante la pandemia se unió al colectivo social ‘Memorias Colombia’, que cuenta con la participación de firmantes de paz, víctimas del conflicto de diferentes regiones del país y otros emprendedores.
A estas iniciativas se suma también John Avendaño, quien después de ser desplazado por la violencia del Caquetá, se reubicó en Bogotá y se dedicó al estudio de las plantas. Esto lo llevó a crear un emprendimiento enfocado en la transformación de lo que siembra en su huerta, como el cannabis, la caléndula y la lavanda. También hace aromaterapia, pomadas, misturas y labiales.
Estos son apenas algunos ejemplos del impacto del acuerdo de Paz desde su firma. Según cifras de la ARN, entre agosto del 2018 y abril del 2022 se registraron 8.983 excombatientes beneficiarios de proyectos productivos, 4.359 proyectos aprobados y una inversión de $86.823 millones de pesos. De acuerdo con esa entidad, estos proyectos “se orientan hacia la generación de alternativas productivas, colectivas e individuales, para la consolidación de fuentes de ingresos sostenibles en el mediano y largo plazo, en el marco de la legalidad”. A su vez, cada persona reincorporada podrá obtener ayuda económica solo una vez para emprender su proyecto. Este es un proceso que apenas comienza, pero cuyos beneficios son inmensos.
Beneficios e impacto
Cuando Bolívar, hoy dueño de la cervecería, habla de su vida antes del proceso de paz y de su emprendimiento, es evidente la transformación: “Mi vida cambió completamente, porque antes del acuerdo de paz estaba en la guerra. Estaba en la Guerrilla, en medio de la selva, en las montañas. Duré 15 años allá, con un panorama hacia el futuro de un día”. Con esto quiere decir que para él la posibilidad de morir era parte de su día a día. Pero ese pasado quedó atrás. Ahora vive con proyección, siendo capaz de soñar con lo que viene, y lo motiva cómo su empresa ha crecido y cómo puede reinvertir las ganancias para mejorarla.
El proyecto cultural de la Casa Alternativa inició con tan solo un capital de $900.000 pesos colombianos y cuatro accionistas principales. Ahora cuenta con cinco trabajadores no firmantes y se ha convertido en un espacio para eventos, actividades artísticas y de relacionamiento social. “Hemos crecido muchísimo. Aunque todavía no estamos recibiendo las ganancias que queremos, pues llevamos apenas 6 meses, sí nos deja algún dinero para reinvertir en la casa. Eso también nos tiene muy contentos”. De esta manera, Bolívar admite estar satisfecho del camino por el cual se dirige el emprendimiento.
Por su parte, la proyección del emprendimiento de agroturismo de Castillo es clara: resignificar el sendero ‘El Cardenal’ como una propuesta de turismo natural para aportar al desarrollo integral del territorio. Sus ganas de ayudar a la comunidad son notorias, pues las desigualdades en estos pueblos no son contempladas en la negociación. Castillo siempre ha tenido una mirada diferente a la firma del acuerdo de paz en La Habana. “Una realidad es firmarla allá y otra realidad es dentro de los territorios. En los territorios hay muchas necesidades. El Estado no llega. No llega nadie”, comenta. Por esta razón, su proyecto invita a trabajar con todas las víctimas y miembros de la comunidad para erradicar injusticias a través de la edificación de un camino de paz. Y también habla del proceso: “Contribuimos a la memoria histórica. Esto lo hacemos con el fin de que no se vuelva a repetir el conflicto”, agrega. A través de los recorridos turísticos, los guías narran la historia del municipio, con la intención de recrear la memoria social y, así, exaltar la capacidad de superar las adversidades de sus habitantes.
También el aporte de Luis Gómez es significativo: con más de 75.000 árboles de café y 18 hectáreas en uso, ha generado empleos a víctimas del conflicto, madres cabezas de hogar, desplazados y campesinos. En su empresa mantiene siete trabajadores en nómina y, a su vez, produce entre 15 a 20 empleos diarios. Gómez habla con orgullo por emplear a tantas personas en su negocio: “Es algo bonito porque, hoy en día, somos empresarios. Estamos generando empleo. Y lo mejor es relacionarse con la gente trabajadora”, menciona.
En general, estos proyectos han sido una ayuda para la reintegración de excombatientes. La ARN calcula que, hasta abril del 2022, 26.888 personas, de las 51.791 que ingresaron de manera voluntaria, culminaron su proceso de reintegración. Un punto clave para que este proceso sea exitoso y los excombatientes se mantengan en la vida civil es la integración a la economía formal y social. Santiago Cano, líder de proyectos para la construcción de paz en Colombia, aseguró que estos emprendimientos “permiten visibilizar de manera tangible el proceso de paz”. Es evidente la disposición para elegir una vida distinta con la creación de este tipo de proyectos. A su vez, les permite generar ingresos para su sostenibilidad.
Retos y dificultades
Pero no ha sido un camino fácil llegar a donde están ahora. El comienzo de la reincorporación fue complejo. Cuando Castillo y los demás excombatientes decidieron adentrarse en la legalidad, desconocían todo lo que conllevaba. Al principio, se dieron cuenta de que el proceso para establecer su emprendimiento implicaba permisos y autorizaciones por parte de las instituciones del Estado. “Nosotros no teníamos ni idea. Para todo se necesita un documento, una firma. Lo que no está escrito, no vale”, cuenta Castillo. Por tal razón, tuvieron que aprender a hacer su propia documentación y a buscar esos permisos. Después, comprendieron que era necesario tener el apoyo de un cuerpo jurídico que los respaldara; por eso, durante un año, la asociación Asotourhepaz se formalizó como su apoyo legal para estructurar adecuadamente sus proyectos.
Y es que iniciar un emprendimiento en medio de estas circunstancias no es una labor sencilla. Para un excombatiente son desconocidos los trámites que conlleva ser empresario. La costumbre de llevar registros y tener la documentación es un proceso complejo al cual se deben acostumbrar. Además, cuando Gómez iniciaba las ventas del café, no tuvo muy buena acogida. “Los mercados nacionales y en el extranjero son duros. Toca mandar muestras: si les gustó bien y si no, ahí quedó”, asegura.
El otro problema que enfrentan es la estigmatización. Ser firmantes del acuerdo de paz ha sido un reto en términos de su seguridad, y un ejemplo es la bomba que encontraron el 21 de enero del 2022 en el segundo piso del restaurante Casa Alternativa. “Eso fue una cosa traumática. Había mucha gente en ese momento. Afortunadamente la bomba no estalló. La encontré y la saqué al parqueadero. Vinieron los antiexplosivos y la desactivaron”, recuerda Bolívar. Pero esto no los detuvo. Esa misma noche realizaron un evento de apoyo a la casa, a la cual asistieron más de 400 personas y, después, sacaron el cóctel ‘bomba’, en representación al incidente.
Apoyo del Estado
Algunos emprendimientos, como el café de Luis Gómez y el proyecto de agroturismo, han recibido apoyo de instituciones cercanas al gobierno. En particular, el SENA, la entidad de formación para el trabajo del Estado colombiano, ha desarrollado el Fondo Emprender, una cuenta que financia iniciativas empresariales.
“Cualquier víctima de la violencia, excombatiente o persona que tenga una condición de vulnerabilidad puede aplicar a estos programas cuando certifique esta condición y tenga al menos 90 horas de formación en áreas afines al proyecto o a un emprendedor”, explica Jorge Gayon, profesional de emprendimiento del SENA del Centro Agroempresarial de Chía.
El emprendimiento de Luis Gómez, a través del programa ARN, recibió un capital semilla de 8 millones y del Fondo Emprender se le otorgaron más de 150 millones de pesos, aumentando la cantidad de árboles sembrados en su finca.
La gobernación de Cundinamarca también ha invitado a Castillo, en dos ocasiones, a la Feria Nacional de Turismo (ANATO). “Todas estas iniciativas hay que contarlas, que se hagan visibles para que nos demos cuenta de que sí hay oportunidades de paz”, asegura Castillo.
Sin embargo, no todos han recibido apoyos. Incluso, algunos dicen que no han pensado en buscar o solicitar dichas ayudas. Por el contrario, prefieren crecer por sus propios medios. “Vamos a sacar adelante nuestro proyecto, porque nosotros somos trabajadores emprendedores y queremos sacarlo adelante”, dice con firmeza Manuel Bolívar.
Él asegura que, hasta el momento, el Estado no le ha ofrecido ningún tipo de ayuda, pero tampoco se negaría a recibirla. “Puede que algún día digan: Vamos a ver cómo es este proyecto de muchachos firmantes del Acuerdo. ¿En qué los podemos ayudar? Es diferente a que nosotros los busquemos”, agregó Bolívar.
Mirada hacia el futuro
La mirada de Manuel Bolívar es seria y tensa. “Nosotros desarrollamos nuestra actividad económica y nuestra labor como emprendedores como cualquier persona”, asegura. Como él, otros emprendedores quieren ser vistos con un lente que va más allá de ser excombatientes. Esto no quiere decir que se deba olvidar el pasado u ocultar las huellas que dejaron. Es un proceso que implica el perdón y la aceptación de muchos de los protagonistas. No obstante, sus aportes como emprendedores se han enfocado en el cambio y mejora del país. Son proyectos que buscan aportar al crecimiento social de Colombia.
Todavía queda una gran travesía para que el Acuerdo sea aceptado por muchos, pues aún existen riesgos para estos reincorporados. Así lo demuestra un informe del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz que indica que, desde la firma del proceso de paz, han sido asesinados alrededor de 320 exguerrilleros. Y, según cifras del mismo, por lo menos 5.200 personas integran las disidencias de las Farc.
Si bien es cierto que el 95% de los exguerrilleros que se desmovilizaron continúan acogidos al proceso de paz, como lo aclara Carlos Ruiz Massieu, jefe de verificación de la ONU en Colombia, la aparición de nuevas facciones armadas en el país es un hecho que no se puede ocultar. No todos los exintegrantes de las FARC consideran que el Acuerdo fuera pensado como una solución colectiva ante los problemas sociales del país. El sentimiento de desconfianza y rechazo es superior en estas personas.
Para algunos, la guerra sigue siendo una opción de vida. Formar parte de un grupo al margen de la ley les ofrece oportunidades económicas, y muchos combatientes sienten respaldo por pertenecer a un grupo armado. Este es uno de los retos más cruciales del proceso de reintegración, porque un aspecto es que el gobierno les hable de estabilidad y otra muy diferente es garantizarla.
No hay nada mejor que seguir el sendero de la legalidad. A pesar de las dificultades presentadas en el camino, estos emprendedores han demostrado que los beneficios de la paz son mayores. El cambiar las armas por un negocio, hecho a punta de sudor y esfuerzo, sí paga. El trayecto real hacia la paz se construye a través de este tipo de propuestas que permitan construir más comunidades resilientes. Y es la vía para la paz y la estabilidad de Colombia. No cabe duda.
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